Burguesía, amparo constitucional y pena de prisión por desacato

Cuando un tribunal dicta un amparo constitucional a favor de una persona, ha emitido una orden de obligatorio e inmediato cumplimiento que en caso de no ser cumplida genera el delito de desacato, lo cual es castigado con pena de prisión de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales: "Quien incumpliere el mandamiento de amparo dictado por el juez, será castigado con prisión de seis (6) a quince (15) meses.”

En consecuencia, con la sanción al desacato ocurre el cese en el ejercicio de los cargos públicos si dicho desacato es cometido por funcionarios.

Más de una vez se ha incurrido en la insesatez del desacato y esto acontece porque para la burguesía hay legalidad solamente cuando una sentencia le favorece. El Estado burgués se apoya en leyes que le faciliten persuadir al pueblo sobre la validez de sus actos aunque sean injustos.

Ejemplo: El capitalismo ha hecho legal que la clase trabajadora sea explotada al recibir un salario inferior al valor real de su labor, pues la plusvalía fue inculcada culturalmente y ello explica que todavía muchos pueblos elijan como gobierno a sus propios verdugos burgueses.

Pero realmente admirable es la legitimidad, porque se basa en una actuación fiel a la justicia, la igualdad social y a revolucionar las leyes de una época injusta. Legítimo es el proyecto de convertir la propiedad y el buen vivir en una imperativa retribución al trabajo de todas las personas y así erradicar los privilegios de las minorías.

La revolución pacífica enfrenta el desafío de la popularidad, que significa ganar el respaldo mayoritario de todos los sectores sociales que han sido históricamente excluidos, no sólo para que mediante sus votos garanticen la continuidad del proceso revolucionario, sino para protagonizar masivamente la transformación económica, política, social, intelectual y cultural que fortalezcan a la sociedad naciente.

Los avances del Estado social plantean la inevitable agudización de contradicciones entre un polo revolucionario y un polo conservador, ambas vanguardias, con sus valores ideológicos y fuerzas materiales, tienen opciones para conquistar la popularidad que les acredite el triunfo político, pues a lo largo de la historia no todo lo justo ha sido popular, ni todo lo popular ha sido justo.


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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