300 puñaladas

Cada asesinato impune de la derecha se convirtió en una brutal puñalada contra el camarada Robert Serra y su compañera María Herrera.

Ya van más de 300 asesinatos políticos en los últimos años, que permanecen impunes en su gran mayoría, una impunidad comprada con dinero, con poder, ante instituciones del Estado que no han sabido dar un detente a esta masacre.

Años de dolor llevan las familias de estos camaradas a cuestas, humildes campesinos y comuneros dirigentes chavistas de base, buscando esa justicia esquiva que nunca llega, sumidos en la indolencia y la indiferencia, tanto del sistema, como de la dirigencia política que dice representarlos.

El fascismo, en sus mentes perversas, retorcidas por el odio, alimentados por la sangre, saca sus cuentas y mide sus riesgos. Si ya han matado a 300 líderes campesinos, si siguen matando comuneros en Lara, si ya han dado un golpe de estado, realizado atentados terroristas contra consulados y embajadas, si han hecho guarimbas, quemado escuelas y centros médicos, destruido instituciones públicas, decapitado inocentes motorizados, asesinado Guardias Nacionales y policías... y las consecuencias para ellos han sido mínimas, comparadas con el daño moral, económico y humano que han infringido; ¿que los detendrá de empezar a matar a miembros del alto gobierno?

El fascismo escoge sus víctimas y envía un mensaje. El brutal asesinato de Robert y su compañera va dirigido a la juventud revolucionaria, pero también al pueblo chavista en general. Su mensaje: Podemos matar a quien nos de la gana, cuando nos de la gana y nada ni nadie los va a proteger. Ese es el cáncer de la impunidad, generando desmoralización, desmovilización, desilusión y arrechera.

Ese es el mismo sentimiento que carcome los corazones y las esperanzas de justicia a las familias de los 300 campesinos asesinados, y a las víctimas del 11 de abril cuando ven al carnicero Ivan Simonovis salir sonriente y triunfante. Ese es el mismo sentimiento de la familia del joven motorizado decapitado, cuando el general Guaya se exhibe desafiante en plena libertad, con su fusil en mano.

La impunidad también se alimenta cuando los culpables salen libres, como los casos de los terroristas Raúl Díaz Peña, Felipe Rodriguez "El Cuervo" y Yusepi Pillieri, -estos últimos también acusados de homicidio- quienes salieron por la puerta grande cumpliendo apenas la mitad de su condena; o el caso del mercenario francés Frederic Laurent Bouquet, inexplicablemente liberado a pesar de estar implicado en un complot para asesinar al Comandante Chávez.

No basta con encontrar a los actores materiales del horrendo crimen de Robert y su compañera. Necesario es un castigo ejemplar a estos terroristas y sus operadores, un castigo que de haber llegado a tiempo, jamás se hubieran atrevido a llegar tan lejos.

Si el gobierno verdaderamente tiene de voluntad política de detener esta masacre de líderes y activistas chavistas, necesario es acabar con la impunidad. Ya basta de encendidos discursos y golpes de pecho. Hay que pasar a la acción, creando los mecanismos efectivos que permitan llevar a los culpables a la justicia y que reciban un castigo ejemplar.

La justicia debe ser rápida y severa. Si las instituciones del estado no han hecho justicia con estos casos, es imperativo entonces crear tribunales especiales con poderes extraordinarios que puedan sacar la verdad de todos estos asesinatos políticos, como lo han hecho otros países que han sufrido la peste fascista en carne propia.

Dictar sentencias en tiempo récord, meter a estos asesinos a la cárcel, empezando por sus dirigentes, sin ningún tipo de beneficios procesales, expropiarles todos sus bienes e ilegalizar y expropiar también los bienes de las organizaciones políticas, empresariales y gremiales que dirigen.

Crear con estos recursos un fondo para compensar económicamente a los familiares de las víctimas y sobrevivientes, para dar casas a las viudas y becas para los huerfanos, y para fortalecer los proyectos productivos y sociales de las organizaciones campesinas y/o colectivos o comunas que han sido afectados por la ola de violencia fascista.

Hay que golpear duro el poder económico que se esconde detrás, que mueve los hilos. Se debe cortar ese cordón umbilical. Hay que dejar claro con hechos concretos que en Venezuela se acabó la impunidad.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5810 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Por los Derechos Humanos contra la Impunidad


Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Oposición