A sudar y ensuciarse trabajando, ¡tanta quejadera!

“Tú tienes una mente laberíntica”, así me decía una compañera de estudios cuando estábamos haciendo el doctorado. Debe ser por eso que, aunque aplico el método científico para tratar de entender lo que sucede, no doy con una explicación lógica. Seguimos con lo de las medicinas. El presidente Maduro dijo anteayer que se van muchas medicinas por el contrabando. ¡Qué tubazo, noticia nueveciiiiita!. Lo venimos denunciando desde comienzos del año pasado pero, para variar, nadie nos hizo caso. Las preguntas son enredadas. Voy a tratar de plantearlas lógicamente:

Primer laberinto: a) los que dirigen las fachadas importadoras ilícitas de medicinas (léase “laboratorios farmacéuticos”) dicen y gritan y lloran que no les dan los dólares; b) si no tienen dólares, ¿cómo entran esas medicinas al país para luego salir?; c) ¿de dónde provienen toneladas de medicinas que se van, desde muy adentro de Venezuela, hasta el pésimo vecino?; d) ¿será que salen de los mismos laboratorios las gandolas, con guía alterada?; e) ¿será que salen de las droguerías, con guía alterada?; f)¿será que las grandes cadenas de farmacias se prestan al contrabando?.

Segundo laberinto: las fachadas importadoras ilícitas reciben los dólares, pero las medicinas no llegan a Venezuela, sino a Colombia y Panamá. Entonces: a) ¿vuelven a pedir dólares, en un desangre de nunca acabar, para entonces traerlas de estos países, pero a precios astronómicos?, ustedes saben, por el problema del dólar…; b) ¿por qué estos pésimos vecinos apoyan estas prácticas delictivas?; c) ¿por qué no se han intervenido los “laboratorios” y las droguerías que operan en el país, para saber cuántos dólares han recibido realmente, qué, donde y a quién le han comprado, cuándo fue recibida la mercancía y a dónde fue despachada?...no sé, creo que eso es algo que se llama contraloría, auditoría, no sé, algo así; d) ¿por qué las fachadas importadoras ilícitas no sinceran la lista de productos que importan y las hacen públicas?, lo digo porque hay muchos medicamentos que ya no los producen, pero los siguen importando: eso es surrealista.

Tercer laberinto: producción nacional olvidada; a) ¿por qué no nos deslastramos más pronto que tarde de los “laboratorios” transnacionales y apoyamos con importación directa por el Estado de los principios activos, insumos y distribución a los pocos laboratorios nacionales como Ronava, Proula, Sefar, Quimbiotec, entre otros, y además crear nuevos, todos los que hagan falta?; b) ¿por qué no creamos consciencia entre los jóvenes sobre la importancia para el país de las ciencias básicas (química, física, matemática y biología) y de carreras como Farmacia, Bioanálisis, y también muy importante, técnicos de laboratorio y en informática para la producción, validación y control de medicamentos?.

Cuarto Laberinto: les voy a contar algo que me llama mucho la atención. En Agosto del 2012, cuando solicitamos el libro de inventario de medicinas a la droguería, el libro tenía cerca de 300 páginas; en el 2013 tenía cerca de 150 páginas; el que me acaba de llegar, 2014, no llega a las 50 páginas. Entonces: a) ¿no debería el gobierno solicitar a las fachadas importadoras ilícitas un inventario real de lo que tienen y de lo que importan?, porque obviamente hay muchas medicinas descontinuadas, al menos en Venezuela; b) ¿por qué no hay un control con las droguerías estricto y continuo?, por ejemplo, el año pasado, léase, el año PASADO, en una inspección sorpresa que le hicieron a una reconocida droguería del Zulia le encontraron en el depósito miles y miles de cajas de Glucofage y Euthyrox, ambos regulados; la droguería fue sancionada y obligada a distribuir eso; c) ¿pero la siguieron controlando?; ¿por qué esa droguería ahora no tiene casi nada, o dice no tener casi nada?; d)¿será que las droguerías están en conchupancia con los “laboratorios” para sacar la mercancía?; e) ¿por qué esa droguería tiene una franquicia en Colombia?, eso no es ilegal, pero resulta sospechoso….

Quinto laberinto: desaparición. Como lo he dicho en otros artículos, la desaparición forzada de muchas medicinas desde principios del año pasado es macabra. Asocio el acetaminofen con dengue y chikungunya; asocio los antihipertensivos con olas de sequía extrema y calor; asocio los parasiticidas y los antimicóticos con acumulación de basura y agua sucia o ausencia de agua; asocio los digestivos con ausencia de rubros alimenticios básicos y modificación en las formulas de harinas, pastas, leches en polvo, margarinas y otros alimentos envasados, y así la lista puede seguir. La desaparición de medicinas ha sido muy “oportuna, precisa y eficiente”.

Urge ser autónomos en nuestra producción de alimentos y medicinas. Yo no soy filósofa, ni socióloga, ni política, por lo que no me atrevo a discutir sobre vanguardias, partidos, filosofías políticas, etc; o sobre si el Presidente Maduro va a terminar o no su mandato, lo cual espero que sí suceda, que él logre gobernar en paz y terminar su mandato. Ya veremos si sigue él o no. Esa decisión espero que esté lejos de tomar. Lo que puedo decir es que ya que todos estamos pasando por la misma situación de colas, escasez, malestar e incomodidad, nos preguntemos cuántos estamos dispuestos a producir. Me explico: cuántos estamos dispuestos a producir medicinas (ahí me anoto yo inmediatamente), a ir al campo a sembrar y cosechar, a criar ganado (chivos, cabras, vacas, cochinos), aves de corral (gallinas, pollos, patos, pavos), a trabajar en fábricas, a atender enfermos con honestidad y solidaridad (médicos, enfermeros, bioanalistas), a enseñar (maestros, profesores de secundaria y universitarios), a investigar en ciencias básicas (estoy metida hasta los tequeteques). ¿Por qué pregunto eso? Porque después de 15 años en revolución, aquí todavía se compra todo hecho, a los campesinos se les mira por encima del hombro y se les maltrata y mata, los jóvenes siguen prefiriendo ser médicos, ingenieros y abogados para trabajar en aire acondicionado y “ganar rial y ser fashion”, porque el 80% de la población está en las grandes ciudades consumiendo y no produciendo. Pura quejadera, pura “culpae’maduro”, pero ¿cuántos se “ensucian las manos”, cuántos producimos, cuántos tenemos trabajos arriesgados, en vez de sólo consumir? No estoy denigrando de otras profesiones, pero ya que estamos atravesando esta situación que es realmente culpa de tanta comodidad y consumismo, entonces hay que fajarse y no permanecer en esa actitud de ¿y qué será bueno para una picada de culebra, mientras se está acostado en el chinchorro viendo venir la culebra y soñando con dolares?.

Vamos a ver: en Caracas hay cerca de cuatro millones de habitantes y yo me pregunto: ¿qué producen? ¿burocracia? Y consumen como locos. ¿Por qué ese gentío no es reubicado hacia el interior del país para sembrar en el campo y trabajar en fábricas, otorgándoles las condiciones dignas de trabajo, educación, salud, habitación y seguridad? Hasta donde yo sé, cuando ocurrió la revolución cubana por muy ingenieros, médicos, o lo que fueran, los habitantes de la ciudad tenían que cumplir con la siembra y cosecha de caña de azúcar. A lo mejor estoy equivocada. Aquí en el Zulia consumimos, pero nadie nos va a decir que no producimos. Agarrándonos por las greñas, pero producimos. Es más, aunque no les guste, por muchos años el Zulia “mantuvo” al resto del país….

Los “hacendados” del Zulia dicen que usan mano de obra colombiana porque los venezolanos no quieren trabajar. El resultado lo tenemos a la vista: estamos invadidos e infiltrados de paramilitares, narcos y pare usted de contar. Incluso protegidos por ellos. Para terminar: manos a la obra, a sudar y ensuciarnos, en nombre de la Patria y por nuestro propio futuro, porque sino nunca vamos a salir de la esclavitud del dólar.


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