¿Quién mató al bebé de Adriana Urquiola?

¿Los mismos que mataron al “Comendador”? Es decir: ¿“Fuente0vejuna, Señor”?
Yo no sé, sólo los asesinos sabrán. Pero a ese pequeñín aún no nacido, con dos meses acunando en el vientre de su madre, unos desalmados le quitaron la vida; le destrozaron su cuna biológica y el estaba adentro. De ella recibía calor, alimento y cariño hasta que llegó la ráfaga, el disparo o qué se yo, que le segó vida. ¿Esto es lo que llaman lucha de clases? Pues es horrenda ¿saben? como lo fue el crimen contra Adriana y su bebé nonato.

¿Qué decir? Aquí es donde me quedo sin palabras y entro en una reflexión silenciosa que asusta por cruda. Trataré de expresarla en un lenguaje que se quedará corto. ¿Es bueno Dios? Si lo es ¿por qué crea un ser capaz de tal maldad? ¿Por qué una especie humana así? ¿Por qué un mundo así? He intentado una explicación teológica, bíblica, coránica y no la encuentro. Un ser que en sus billones de células lleva impreso un código genético que lo impulsa a matar ¿tiene derecho a recibir vida? ¿Es esto creación natural?

Tampoco sé si Venezuela merece esta guerra, por cierto. ¿Era necesario matarnos? ¿La clase pudiente debió especular a las otras hasta que las otras odiaran a la pudiente? ¿Debe exterminarse a la clase media? –que no especula a nadie- ¿e incluírsele como enemigo porque se atrevió a salir de la pobreza? ¿Y los pobres deben permanecer como tales para asegurar sus votos y sus motos a cambio de unos corotos? Esas son las preguntas que me revolotean hoy lunes 24/03 de otro fatídico año 14. No quiero vivirlo. Quiero que termine aquí.

Mientras tanto ¿qué hacer? Decirle a Nicolás que Venezuela no quiere el socialismo que el propugna, y a los otros que ellos tampoco tienen razón. ¿Qué les parece? Esto me deja solo, en el medio y desarmado. No tengo escapatoria, ni aliados, ni guarimba que me refugie, ni talanquera que brincar. ¿Para dónde saltaría? ¿A la corruptela adeco-copeyana que generó estos lodos y nos embromó a todos? ¿O a las barricadas de una guerra de clases que la sé absurda y criminal?

Bueno, sólo quise escribir que el bebé que no fue, no debió morir. Tampoco su mamá ni los treinta y tantos venezolanos que son hasta hoy resultado de esta contienda. Para sus familiares, amigos, conocidos, mis condolencias. Yo protesto. Lo hago abiertamente sin armas ni capucha. Tampoco llevo uniforme. Y a Ud., represor o guarimbero, malandro o colectivo criminal -si el suyo lo fuese- cobrará Dios esas muertes. Si no lo hace, entonces mi duda es válida ¡y terrible!

P.D. En este instante me entero del fallecimiento del Sargento-ayudante Miguel Antonio Parra en Mérida.

(24 de Marzo de 2014)


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3049 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter