Diez puntos para entender y aprender sobre el caso y el porqué de la libertad de Julián Conrado

1.- La captura.

Julián Conrado es capturado gracias a una operación de inteligencia de las fuerzas represivas de Colombia, lo que demuestra que los aparatos policiales del país vecino operan libremente en nuestro territorio, violando flagrantemente la soberanía nacional. En este caso y para evitar descomponer el clima de buenas relaciones diplomáticas, la diferencia con el caso precedente de Rodrigo Granda, fue la notificación a las autoridades venezolanas, quienes se sumaron en último momento al procedimiento de captura. La acción no pudo hacerse sin el aval de las máximas autoridades colombianas y unos cuerpos de seguridad, más su cadena de informantes, motivados por la jugosa recompensa en dólares que se ofrecía por la captura del trovador.

2.- El secuestro.

La premura y desinformación de las autoridades venezolanas respecto al acontecimiento quedó en evidencia por los graves errores iniciales cometidos. Por ejemplo: las actas señalan como fecha de captura y detención el 4 y 5 de junio de 2011, respectivamente, pero el anuncio fue hecho por el Presidente Chávez y corroborado por Santos, quien lo felicita, el día 1. Conrado dura 66 días detenido sin ningún tipo de imputación, constituyendo esto un precedente inédito en la V República. Es de suponer la pretensión colombiana de que Conrado fuera inmediatamente trasladado fuera del país, como sucedió con Rodrigo Granda y Joaquín Pérez Becerra, pero el conflicto que causó este caso los contuvo de obrar de igual forma, evitando un incidente que hubiese tenido una magnitud no deseada por los captores. Mas de dos meses detenido en la DIM y sin cargos en contra duró Conrado antes de que fuera presentado a la jueza que ordenó su detención, hecho sin precedentes en la V República. Ese lapso inicial de vacilación bastó para que se activara la denuncia y movilización popular. Vale recordar que, la jueza que sin fundamento legal alguno decide su reclusión es la misma que liberó a los presuntos implicados en la masacre del 11 de abril, detenidos en el hotel Ausonia.

3.- El falso positivo.

Un vez activada extemporáneamente la solicitud de extradición por parte del gobierno de Colombia, queda en evidencia la patraña jurídica con la cual pretendieron consumar, de manera exitosa, la violación de nuestra soberanía nacional. Se inventan unos delitos irrisorios, el más descabellado de ellos acusando al cantante de una agresión armada en una localidad que quedaba muy lejos de donde pública y notoriamente se encontraba Julián Conrado: “ataque armado contra el ejército resultando heridos dos soldados” calificando dicho acto como “lesiones personales con fines terroristas” (¿?) en el año 2001, en la población de Parranda Seca, Municipio Ciénaga del Departamento de Magdalena, cuando, según se puede corroborar en los medios informativos colombianos, participaba como mediador en el Caguán, a mil kilómetros de distancia. Tal era la confianza del gobierno santista en que el cantante sería entregado por nuestro gobierno, que no cuidaron ni las formas más elementales del “falso positivo” montado.

4.- Una papa caliente.

El caso se convierte en una verdadera papa caliente. Por un lado, el gobierno, los medios informativos y el uribismo colombiano presionan la entrega, por el otro un amplio y creciente movimiento de opinión nacional e internacional exigen la liberación y refugio humanitario o asilo del cantante. Hay pronunciamientos del Presidente Chávez reafirmando la decisión soberana de Venezuela en el caso y de la fiscala Luisa Ortega Díaz calificando de improcedente la extradición. Posterior y tardíamente, una vez quedó descubierto el “falso positivo” inicial que intentó justificar la trampa, el gobierno colombiano recurrió a un inventario de acusaciones contra el artista guerrillero, en las que solo le faltó culparlo de ser cómplice material en la muerte del emperador Julio César.

5.- La blandenguería venezolana.

Soy de la opinión que la dinámica de la política venezolana durante el transcurrir de la detención de Conrado, signada por cuatro elecciones y la enfermedad del Presidente Chávez, retardaron la resolución satisfactoria para los revolucionarios del caso, que siempre fue una situación delicada en las altas esferas decisorias, preocupadas por no entorpecer la recomposición de las relaciones con el gobierno colombiano; esto es algo que muchos bolivarianos no compartimos: cierto que la política obliga a una buena dosis de pragmatismo, pero esta realidad nunca debe sobreponerse a los aspectos de principios y éticos. Una vez desatado el movimiento que pedía su liberación y dado el tremendo costo político por la blandenguería venezolana en la entrega de Joaquín Pérez Becerra, era prácticamente imposible que se repitiera la fórmula, so riesgo de perder un significativo apoyo de la opinión progresista internacional y del movimiento popular venezolano con gran ascendencia en las bases. No se trataba este caso de un militante o jefe guerrillero prominente (que por cierto no lo fue nunca en el terreno de las decisiones operativas de la lucha armada, al contrario de lo que reseñan los medios) sino de un personaje de resonancia cultural, cuya trascendencia en la insurgencia colombiana viene dada por su puntería en la creación artística con la guitarra y no con el fusil.

6.- Las Farc-Ep

Hay que señalar la manera inteligente como las Farc-Ep se manejaron, pues comprendieron desde un principio que el movimiento por la libertad de Conrado, para ser exitoso, debía generalizarse de tal modo que implicara incluso a los que no comparten su visión de la lucha armada, como en efecto terminó sucediendo. Salvo alguna discreta reivindicación de su militancia, la organización guerrillera dejó en manos de la solidaridad internacional la lucha por su liberación. Al principio, esta lucha, estuvo direccionada por venezolanas y venezolanos, sino todos, en gran parte del ámbito artístico, a través de la Coordinadora “Que no Calle el Cantor”, comprometido con la revolución y sin ninguna vinculación directa con los revolucionarios colombianos, con Fundalatín como institución acompañándolos, para luego perderse este centro y transformarse en una corriente de opinión mundial.

7.- Se dan las condiciones para resolver el caso

Hasta ahora las informaciones oficiales binacionales sobre el caso dan cuenta del desistimiento de Colombia en la solicitud de extradición para que Julián participe en los diálogos de paz en La Habana. Digamos que esa es la coartada legal. Lo jurídico, siempre es expresión del juego de fuerzas y equilibrios en la política. Muy en el fondo, se presentaron condiciones para ambas partes que posibilitaron un acuerdo al más alto nivel. Por un lado, Santos, a finales del 2013, repuntó de un modo importante en las encuestas presidenciales y hay quienes señalan que su triunfo en el 2014 es irreversible. Esto le permite enfrentar positivamente la jauría que se acaba de desatar en Colombia porqué hoy el cantante está en La Habana. Por su parte, el gobierno venezolano aprovecha el clima de una oposición descompuesta por la pérdida electoral de diciembre y que hoy chilla histérica resentida por la solución, mientras el genocida Simonovis cumple su condena. Fue un acuerdo a cuatro partes; sin duda hubo una “ayudaíta” del gobierno cubano y la aprobación de las Farc-Ep. Pero la condición superior que hizo posible o más bien obligó el acuerdo, fue la intensa movilización y presión constante de las fuerzas progresistas y los movimientos populares, nacionales e internacionales. No nos quede la menor duda de eso.

8.- Julián Conrado, genio y figura revolucionaria del continente.

Antes de su detención en Venezuela, Julián Conrado, era solo conocido en Colombia o por quienes seguimos las noticias de su cruento proceso armado. Dado por muerto un par de veces por el gobierno uribista, su figura y música formaban parte de la cultura anecdotaria insurgente, desconocida en el ámbito internacional, intoxicado por noticias que solo dan cuenta del número de enfrentamientos y muertos de la guerra. Yo, aunque conocía algo de la música de Julián (como de Lucas Iguarán, el otro fabuloso trovador fariano que invito a escuchar) no había reparado en su persona hasta que vi el primer video sobre él que salió público luego de su secuestro, realizado por un viejo luchador documentalista que prefiere mantenerse anónimo; las imágenes son de una entrevista que grabó en el Caguán, guardada con celo durante años. Presentí por la sinceridad de las palabras del guerrillero cantor, la contundencia y el gracejo de su canto y su afinidad con el ideal bolivariano, a pesar de las diferencias de contexto y formas de lucha, que a la larga las fuerzas de la reacción serían derrotadas. Incluso, aunque el secuestro hubiese finalmente prosperado, el tipo se había convertido en un grave problema para el Estado colombiano. Podrían sepultarlo en un calabozo durante décadas, como ha sucedido con los más de 9.500 presos políticos colombianos actuales. Podrían incluso asesinarlo, como llegamos a temer. Pero ¿cómo deshacerse de su ingente producción musical que se regó por el continente?

La lucha por su libertad, la dignidad que mantuvo en cautiverio sin conciliar ni renegar de sus convicciones, potenciaron y difundieron continentalmente el efecto subversivo y liberador de sus numerosas canciones. Más aún, lejos de amilanarse, siguió en su lid, haciendo lo que mejor sabe hacer, componiendo y cantando sin cesar, ratificando palabra por palabra lo que se sostenía en las denuncias. El caso Julián Conrado demuestra que la lucha por la Revolución es, esencialmente, un debate de ideas y valores, de contenidos y razones más que de balas. Los fusiles cuentan sin duda, pero a la larga y en última instancia de nada sirven si no se sustentan en la conciencia y el sentir colectivo.

9.- El inventario de derrotados

Una gran lista de derrotados dejó esta lucha. En primer lugar, la ultraderecha narcouribista y el militarismo colombiano, para los cuales la guerra constituye un lucrativo negocio de armas y de apropiación de tierras de comunidades desplazadas por la guerra, empeñados en quebrar las intenciones conciliadoras del Santos, representante del capitalismo que quiere seguir explotando “decentemente” en Colombia. En segundo lugar, el aberrante sistema policial y jurídico neogradino, que fracasó en una operación que, aunque torpe, fue resueltamente articulada y que, de paso, perseguía enlodar las relaciones con el gobierno venezolano. Están también, los perdedores financieros, los que no pudieron cobrar la recompensa por la captura y entre los que, posiblemente, se encuentran algunos venezolanos que trabajan en nuestros cuerpos de seguridad; imposible saberlo de manera objetiva, pero tal posibilidad es como para que las autoridades venezolanas estén alertas.

Otros perdedores son algunos compatriotas afectos o funcionarios del gobierno, que cual sigüis que avergüenzan, se dieron a propalar la maledicencia de que Conrado era un desertor de las Farc-Ep y que no lo liberaban para protegerlo de un seguro ajusticiamiento. El que haya terminado en la delegación que discute el plan para la paz en La Habana, con la obvia aceptación de la organización guerrillera, es un desmentido contundente de este infame chisme, que por ser repetida por algunos personajes oficiales relevantes, llegó a circular como “información oficial”.

Otros camaradas, ya sea por adulantes o por gobierneros, llegaron a justificar políticamente la detención-secuestro, recurriendo a argumentos sustentados en las conveniencias de la llamada real politik, en detrimento de principios que son sagrados para los verdaderos revolucionarios: UNA REVOLUCIÓN NO ENTREGA REVOLUCIONARIOS, tampoco niega conquistas de la humanidad, como el Derecho de Asilo, en ejercicio soberano de los Estados. ¡Qué cómico me resulta el patinazo de estos compañeros en este momento! Ojalá, la resolución positiva del episodio les haya servido de lección.

Derrotada también está la derecha nacional, pues la liberación de Conrado es jurídicamente inobjetable, al retirar el gobierno de Colombia la solicitud de extradición, cesa toda excusa jurídica para tan aberrante detención.

El caso del cantante es incomparable con el de Simonovis, convicto por delito de lesa humanidad y a quien no es posible indultar según la CRBV; me refiero a los argumentos de la reacción, por supuesto que ni pensar en la comparación entre un jefe policial entregado al sicariato de la burguesía venezolana y un trovador que canta por los pobres de la tierra.
Derrotados en su indecisión y temor, quedaron aquellos revolucionarios, algunos de ellos dirigentes reconocidos, que pese a creer en la justeza de la libertad del cantor, guardaron silencio, haciéndose cómplices de la injusticia.

10.- El impacto de la liberación, nuestra lección y coletilla final al cantor.
Es necesario evaluar en profundidad el tema para comprender la dimensión de la victoria que significa para las fuerzas progresistas el que, el día de hoy, Julián Conrado este en Cuba, recuperando su salud para incorporarse a la mesa de negociaciones para la paz. Para el momento en que redacto estas líneas “Julian Conrado” tiene 18 horas posicionado entre los 10 primeros lugares del trend topic de twitter en Colombia y Venezuela, y en las horas de su liberación estuvo en quinto lugar en nuestro país, buen indicativo del impacto de lo sucedido ayer. Tal como una quinceañera despechada, el paranoico Uribe ya desató su acostumbrada furia twittera contra Santos. A través de las corporaciones mediáticas, la derecha colombiana grazna improperios contra Santos y la venezolana se revuelve en lamentaciones por el genocida Simonovis y chilla contra el Presidente Maduro.

Reafirmemos nosotros también una lección que tenemos aprendida: el camino más claro y directo para hacer la Revolución, es el que dictan los principios, sin vacilaciones ni concesiones ante circunstancias adversas, ni ante el enemigo con sus engañifas de amistad.
Julián, desde Caracas, la patria chica de Bolívar, suya también por derecho propio ganado en los calabozos, lo acompañamos en ese brindis con su trago de cocuy. Hasta los revolucionarios abstemios o alcohólicos renegados, brindarán gustosos, manque sea con agua o café. Yo lo haré con un ron cubano de 7 años, que allí tengo desde hace dos años, guardadita la botella para este momento. Pero eso sí. No nos pasemos de tragos, mire que el enemigo quedó muy picado y arrecho, preparando desde ya la próxima celada. Dios nos agarre confesados y la burguesía sobrios cuando llegue la ocasión.


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Arturo Ramos R.


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