Capriles y el problema de la marca

En nuestro país, el problema de la piratería trasciende lo imaginablemente posible. Todo, absolutamente todo, es posible de copiar, calcar o, con pequeños detalles, modificar para hacerlo propio.

El creciente acceso de nuestra sociedad a la información a través de las redes electrónicas ha puesto en nuestras manos, los originales listos para su duplicación. Un primo, zar de los juegos de pc piratas, envía una correspondencia en correcto ingles a la casa dueña de las patentes de los juegos, ve en la representación de la firma para Latinoamérica, una oportunidad interesante de negocios, ya que para esta zona no mantienen oficinas, ¿La respuesta?, ¡ni lo sueñes!, no nos interesa el mercado latino. Piratee lo que quiera, nosotros no podemos con eso. Libros, discos, gacetas oficiales, todo es susceptible de copia, de calco, de delito.

El ejemplo más reciente lo protagoniza el ex candidato Capriles, quien descaradamente y sin el más mínimo descaro copió todos los elementos simbólicos de la revolución. Comenzó por la gorra de Titina, luego abrazó la bandera, el nacionalismo, las misiones, los colores y, una vez derrotado, insiste y llama a Nicolás Maduro, un presidente “mientras tanto”, suerte de “por ahora” sifrino.

El asunto, aunque tratado con humor, revela varias cosas. La primera que se me viene a la mente es que, partiendo de estos resultados, la oposición entiende que si se parece al chavismo gana votos, por lo que la hegemonía simbólica parece de nuestra parte, lo que a su vez deduce una realidad y un reto.

La realidad nos indica que la estética revolucionaria parece cobrar forma y acomodo subjetivo en los venezolanos. Las nuevas formas de relación inter e intra social validan los valores impuestos por el chavismo. Los asesores de la oposición entendieron que era más fácil confundir que convencer y ganaron terreno en esa apuesta. Las copias, dentro de la lógica contestataria del capital, siempre implican una ventaja sobre el original; además de su precio, no obligan a un compromiso con ellas; si no nos gusta, las botamos y no hemos perdido mucho. No nos involucramos. El chavismo exige sacrificio, compromiso, elevar el espíritu y olvidar el “vivapepismo” que nos caracteriza. La copia nos hace patriotas, latinoamericanos, caribeños, venezolanos y no nos exige nada.

La realidad del hiperpresente (especie de categoría social temporal caracterizada por la inmediatez de las redes sociales), nos sigue confirmando que la oposición/fascista no revela sus verdaderas intenciones y engaña para ganar seguidores. Y, lo más grave, no somos lo suficientemente asertivos como para comunicar nuestra verdad y revalorizar la marca, la denominación de origen chavista de las propuestas. A eso apostó la dirigencia opositora y cobró.

Ahora el problema político va más allá. No es sólo comunicacional o discursivo, tiene que ver con las características de la oposición, que además de hoy estar secuestrada por el pensamiento más radical de derecha, cuenta con acompañantes irresponsables que no son capaces de deslindarse de la irracionalidad en espera de “ver qué pasa”.

A Capriles hay que investigarlo, no por lo que dijo, sino por lo que no dijo. Absolutamente comprobable es que Capriles Radonski esperó más de 24 horas para hacer un llamado público a la calma a sus seguidores. Durante este tiempo de asedios, guarimbas, incendios, asaltos y muertes, no hubo un gesto, comunicado y mucho menos intención de llamar a la paz nacional. Al control de sus seguidores y a evitar el enfrentamiento. Pueden discutir acerca de que si hizo o no hizo el llamado a las revueltas, pero de que nuevamente revela su poca condición de líder y deja que los acontecimientos lo superen es indiscutible e irrefutable. Solo después de 24 horas de sucesos lamentables reacciona.

Aun Capriles no reconoce el resultado electoral e insiste en la revuelta y el desconocimiento. Cuando el CNE, comunica la decisión de “extender la auditoria ciudadana fase 2 al 46% de las máquinas no auditadas en caliente el mismo día de la elección”, Capriles responde aceptando el proceso. No creo que luego de dos elecciones por gobernaciones y dos presidenciales, no sepa de qué se trata la auditoria ciudadana fase 2, e insiste en un conteo de votos ¿Qué quiere? Nosotros lo sabemos y estamos claros. ¿A quién confunde? A sus seguidores. Sabemos que no hay descuido en sus acciones y de sus verdaderas intenciones. El reto consiste en dejarlo al descubierto, en que valoremos su actitud frente a esta situación y que todos, los 19 millones de votantes, realmente nos politicemos y entendamos el valor del voto, de la opinión. Solamente la fuerza de 700 mil puntos de apoyo, le valió para justificar 10 muertos y cerca de 80 heridos sin contar los daños materiales, es necesario posicionar la responsabilidad como un valor característico de nuestra dirigencia, ese es el reto planteado.


juanc.garciav@yahoo.com


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Juan Carlos García V.


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