Solo nos queda Sabino y su gente

Cuando las verdades están dicha, cuando el etnocentrismo se evidencia en genocidio

Zaidy Fernández Soto1

Ayer un amigo, disciplinado, luchador, contestatario y tan aguerrido que a veces me choca su forma de plantear las situaciones, me llamo para reprocharme que no hubiese escrito sobre el escenario crítico en la cual se encuentra Sabino Romero y su gente; lo que escribas ¡Tiene que ser científico!, me decía, porque tú eres antropóloga; aunque nunca me he ufanado de ese título, esta vez, sin protestar como si lo he hecho en otras oportunidades, asumí mi regaño y le di toda la razón. Desde ese momento yo misma he reflexionado ¿Por qué no he escrito ante los últimos acontecimientos? La respuesta ha sido un torbellino de argumentos, sentimientos y búsquedas.

Quizás lo primero que hay que decir, quizás para justificarme, es que muchas han sido las explicaciones científicas sobre la diversidad y el conflicto intercultural, el etnocentrismo y sus consecuencias etnocidas y genocidas, sobre el racismo, la discriminación y pare de contar, es posible que todas “las verdades” que puede aportar la antropología ya hayan sido dichas en relación con este caso, pero igual podemos volver a intentar explicarlo.

Cuando creemos que todas o casi todas las explicaciones científicas han sido dichas solo no queda opinar, pero es que son tantos los enemigos, tantas las injusticias contra el pueblo yukpa, contra Sabino y su gente que las ideas se agolpan, y de verdad lo que provoca es no tener compromisos familiares o laborales para subir a la Sierra y estar al lado de esa supergente, sin embargo, por ahora lo que puedo es escribir y llamar a la solidaridad, a la razón, al respeto por la diversidad cultural y a la justicia social.

El primer compromiso conmigo misma fue: ¡hoy escribo!, no un artículo científico porque ese requiere de más tiempo, uno de opinión o de protesta que es lo más inmediato para aplacar el torbellino interno.

Lo he dicho en otras oportunidades, y aquí lo repito, admiro sobremanera a Sabino Romero, a su esposa e hijos, a toda la comunidad que lo acompaña en esta lucha asimétrica, desproporcionada e injusta.

Sé que para muchos Sabino es un vulgar delincuente, sé que muchos me atribuirán esa característica por ponerme de su lado, esta idea es resultado en algunos casos de una información tergiversada por algunos medios de comunicación, sobre todo por aquellos que prometen “LA VERDAD”, pero que realmente solo cuentan una versión de la historia, una versión comprometida con sectores que defienden intereses particulares y mezquinos, que debido a su condición sociocultural están marcados por un etnocentrismo exacerbado que los lleva a la negación total del otro, del yukpa.

En otros casos, el de la gente de ciudad que lee o escucha las noticias y los comentarios, cuando se suman a la idea de que Sabino y su gente son delincuentes, lo hacen porque en el fondo, aun cuando nos cueste reconocerlo, todos somos etnocéntricos y aspiramos a que el otro sea sumiso ante la cultura dominante, creemos firmemente que un indígena de la etnia que sea debe esperar a que las leyes y los procedimientos administrativos se den y les den; el caso es que esas leyes y procedimiento son hechas por los criollos a su imagen y semejanza, desde una cosmovisión que poco tiene que ver con las necesidades, tiempos y aspiraciones de los indígenas, y es allí donde se inicia el atropello y la violencia.

Aquí radica el éxito de esa matriz de opinión impuesta por un pequeño sector y compartida por muchos venezolanos nobles y solidarios; Sabino y su gente son unos delincuentes porque se niegan a ser sumisos, porque se niegan a esperar una justicia que nunca llegará, porque cuando los van a atropellar en sus propias comunidades no ponen el pecho para que la bala sea certera sino que responden. En el fondo lo que molesta al agresor es tener que invertir mucho en proyectiles, pues al final de cada conflicto los muertos siempre son del lado yukpa, ¡entonces quién es el violento, el que muere o el que dispara!

En este intento de acallar los demonios antropológicos de confrontación entre el cientificismo y lo meramente “vecino”, quiero entender a los habitantes de las poblaciones cercanas al territorio yukpa, a aquellos que tienen a Sabino y su gente como el otro cercano, a aquellos que cada día los ven por la calles, en las escuela, en los mercados y que aun así comparten esa matriz de que los yukpa son delincuentes. Sé por experiencia propia que ver a alguien que lleva la ropa distinto, que mira distinto, que dicen palabras que no entiendo, que ríen en tonos no imaginados por mí, que hasta respira distinto, es muy agotador. Definitivamente el otro cercano, el que estando a mi lado hace todo diferente a la forma que yo lo hago: genera stress, da cosita, produce desconfianza; sé todo eso; pero los invito a que por un momento piensen que ese otro que nos da cosita también es gente y que le pasa lo mismo que nos pasa a nosotros. Que si ellos nos dan cosita, lo más justo y normal es que nosotros también les demos cosita o es que no somos capaces de creer que el otro también es gente.

A todos aquellos que han asumido la idea de que Sabino y su gente son unos delincuentes sin tener información de primera fuente, sin haberlo visto llevándose las famosas vacas, haberlo visto hacer todo aquello de lo que es acusado, solo porque lo escucharon o lo vieron en la primera página de un periódico cualquiera los invito a leer la historia de Sabino y su gente, a contar objetivamente los muertos y las perdidas, los invito a ponerse en el lugar del otro, a preguntarse:

¿Por qué no han aparecido los asesinos del padre y los sobrinos de Sabino, pero si hay un yukpa detenido porque supuestamente hirió a un criollo?

¿Por qué docenas de hombre armados suben a la Sierra de Perijá a buscar el famoso ganado perdido de una hacienda que está casi abandonada, pero nadie sube o subió cuando los indígenas van perdiendo sus tierras, sus espacios vitales para producir y existir?

¿Por qué docenas de hombre armados suben a la Sierra de Perijá a buscar los supuestos responsables de los heridos criollos, heridos que están en centros asistenciales de las ciudades y que según la prensa no están graves, pero nadie pregunta quién hirió a Zenaida la hija de Sabino o dónde la están atendiendo?

Por eso cuando las verdades están dichas, cuando el etnocentrismo se evidencia en genocidio, SOLO NOS QUEDA creer y apoyar la lucha de SABINO Y SU GENTE.

1 Educadora, Antropóloga. Profesora de la Universidad del Zulia. Facultad de Ciencias. Licenciatura en Antropología.

homoetnatura@gmail.com


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