O el delito de ser soñador

¡Imperdonable olvidar!

Transcurrían los días de aula en mi liceo Libertador de Mérida, eran los años 60.  Trajinaba mi segundo año de bachillerato cuando fue secuestrado y desaparecido un querido compañero de aula, Miguelito. Con él, brillante, buen amigo, amante de la poesía, justiciero y de grandes sueños, nos reuníamos a escondidas en un convento de Mérida para hablar de política. Un día no retornó más a clases; sus amigos no imaginábamos que había sido seguido por la tenebrosa DIGEPOL; en una rápida acción  lo habían desaparecido para sumarlo a la fatídica lista de la intolerancia fascista de aquél momento. Pronto y en la oscuridad de la noche elaboramos en stencil las mariposas que pedían precisamente su libertad. Repartirlas era el paso siguiente; en eso me encontraba cuando fui abordado por un compañerito alemán quien, sin mediar palabra, escupió a mi rostro, descargando con un odio inimaginable: “cerdo comunista”. Hoy le agradezco a ese ser, que me permitiese conocer tan pronto y en un solo arrebato el rostro repulsivo del fascismo. Lloré lavándome el rostro, al tiempo que juraba mi compromiso con las causas sociales. Mas tarde lo supe, su padre, inmigrante alemán, había sido piloto de combate de la fuerza aérea de Hitler.

Eran años de la IV República signada por persecuciones, delaciones, torturas, masacres y crímenes políticos. Viví en carne viva aquella época cuya consigna, dicha por el propio Betancourt, era: “Disparen primero y averigüen después.” Al dolor de impotencia ante la impunidad de tantos crímenes cometidos, se me suma ahora el saber que muchos jóvenes de las nuevas generaciones de venezolanos ignoran este pasado triste de mi país. A los incrédulos baste con mencionarles las masacre de YUMARE (1986) en la que fueron vilmente asesinados Dilia Antonia Rojas, Pedro Pablo Jiménez García, Nelson Castellanos Díaz, Ronald José Morao Salgao, José Rosendo Silva Medina, Simón José Romero Madrid, Luis Rafael Guzmán Green, Rafael Ramón Quevedo Infante y Alfredo Caicedo, o la masacre de CANTAURA (1982) en la que son acribillados Sor Fany Alfonzo, Diego Alfredo Carrasquel, Eusebio Martel Daza, Carmen Rosa García, Beatriz del Carmen Jiménez, María Estévez, Emperatriz Guzmán, Jorge Luis Becerra, Mauricio Tejada, Luis José Gómez, Julio César Farías, Roberto Rincón, Nelson Pacín, Enrique José Márquez y José Miguel Núñez. También murieron Rubén Alfredo Castro, Baudilio Valdemar, Antonio María Echegarreta, José Isidro Zerpa, Carlos Hernández Anzola, Ildemar Lorenzo, Carlos Alberto Zambrano y Eumenidis Gutiérrez.

Cada uno de estos seres tenía derecho a la vida pero les fue truncada de la manera más brutal por una política ciega dirigida a aniquilar a toda persona que se declarase socialista o comunista. Así murieron salvajemente torturados seres humanos maravillosos como el Profesor Lovera lanzado al mar en cadenas. El heroico periodista trujillano Fabricio Ojeda, y el luchador socialista Jorge Rodríguez, ambos asfixiados en sus celdas.   Los estudiantes Carlos Bello, José Uribe, Rosa Piña, Manuel Quiroz, Domingo Salazar, Livia Gouvernet, Luís Carballo, Jhonny Villareal, Humberto López, José Guacaran, José Guillen, Motilón Márquez, Noel Rodríguez, Américo Silva. Cuántos estudiantes de las facultades de Medicina e Ingeniería de la ULA se lanzaron al precipicio que cae al rio Chama huyéndole a las balas de los cuerpos de Cazadores (Léase: Vietnam- Escuela de las Américas). También es obligante recordar la fatídica fecha del 27 de febrero de 1989 cuando mueren centenares de venezolanos acribillados en los barrios y calles de Caracas. Tampoco olvidar el Amparo donde son asesinados en una operación Falso-Positivos, 14 humildes pescadores a objeto de garantizar el ascenso de sus verdugos.  Por falta de espacio, no me es posible dar los nombres de centenares de desaparecidos durante la IV República pero doy esta dirección de la Asamblea Nacional donde podrán obtener la funesta lista de torturados, asesinados y desaparecidos. Acá reivindico la valiente figura de José Vicente Rangel, quién, defendió desde el Congreso Nacional la causa de los perseguidos de aquél entonces y a quien se le debe, entre otros méritos, el haber contribuido a reconstruir algo de estos tristes episodios de la historia de nuestro país. http://www.asambleanacional.gov.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=29269%3Aasesinados-y-desaparecidos-en-la-cuarta-republica&catid=352%3Aasesinados-y-torturados-de-iv-republica&Itemid=50&lang=es

Seguramente todos estos seres infinitos tenían madre, padre y  hermanos y los mayores seguramente hijos. No existe justificación alguna para esta monstruosidad. Sus delitos, ser soñadores. Fue una época en la que la piedad era un vocablo vacío. Hoy ruego e imploro a la juventud de nuestros días que lean esta historia, que conozcan sus pormenores para que se sumen a la lucha de quienes abogamos por la patria libre, la que nuestro heroico pueblo ha sabido conquistar en medio de tanto dolor. Me aterra volver a vivir aquellos pavorosos años de tiranía e injusticias. Ni un venezolano más debe morir a causa del fanatismo político. Démosle una lección al universo de que sí! es posible cambiar el rumbo de la historia de nuestra América, cargada de ignominias. Las próximas generaciones y la patria grande de Bolívar nos lo agradecerán y por siempre. ¡VIVA LA VIDA, VIVAN SUS MÁRTIRES, VIVA MI PATRIA VENEZOLANA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA, VIVA MI REVOLUCIÓN BOLIVARIANA!

alcidesrivas@gmail.com



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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

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