Era notable el peligroso contraste entre la solución y el problema, planteados; todavía da escalofrío saber que el alcalde metropolitano de Caracas y prófugo de la justicia, Alfredo Peña, estuvo tan cerca del Presidente Chávez.
Proclamar la violencia connota incentivar las consecuencias funestas de la misma; este era en el fondo, el objetivo del plan Bratton, diseñado en USA y USAdo por Alfredo Peña, con la intención de crear un caos civil, a partir de una situación que para entonces se hacía insostenible: la pobreza extrema.
La delincuencia no sólo es consecuencia de la pobreza sino que también es causa de la riqueza malhadada y Alfredo Peña es un delincuente que se enriqueció en la Alcaldía Metropolitana de Caracas.
El referido rufián pretendió trastocar el orden democrático mediante su policía; mientras la revolución propugnaba y propugna el que los niños y los jóvenes puedan autorrealizarse, el enemigo apostaba y apuesta a soluciones violentas y así abrir mucho más la brecha para la dominación.
Ahondar en el significado profundo del problema de la delincuencia nos lleva directamente al abandono, a la ausencia de valores básicos por parte de grandes sectores populares dejados a su suerte y la inmoralidad de la burguesía, tiene gran culpabilidad en la ocurrencia de esa penosa circunstancia.
La crisis social venezolana de entonces-1998-no era espontánea sino planificada y, para peor, íbamos hacia la extrema degradación social y política. La llegada de Chávez detuvo el despeñadero; había que frenar antes de reorientarnos hacia la justicia bolivariana y socialista.
Ya para el año 2000, Peña pone en marcha su macabra estrategia de entrenar a la policía en la tortura y en la matanza contra el pueblo trabajador. Hoy, a una década de años, estamos sufriendo todavía las consecuencias de esa funesta etapa.
No es con medidas extremas de violencia como se resuelve el problema de la delincuencia sino, en buena parte, entre otras medidas, con la incorporación de valores espirituales y físicos como la solidaridad y el trabajo.
Lamentablemente, la educación, que debería ser la herramienta fundamental para fecundar códigos sociales válidos, ha estado confiscada por una burguesía depredadora que no piensa más que en su mezquina comodidad propia, a costillas del pueblo trabajador.
Una educación apropiada sería la más estupenda alternativa de solución pero, repito, la escuela está plagada de antivalores, de incompetencias y de ruinas, por lo que hay que entrarle a martillazos.
No es posible conformar un “Hombre Nuevo” en una escuela vieja, caduca, pervertida, inútil. Tanto es así que de ella ha nacido la “meritocracia” que aruinó a PDVSA y casi la funde.
El gobernador del Estado Miranda, el alcalde de Chacao, la camarilla de Petilechus-Primero Justicia (citi)-y la policía de Chacao, son expresiones “Vivas” (y Foreras y Simonóvicas) de tantos Raroskis y etc.
Y, ni que decir del electorado engañado y enfermo que les ha dado poder para que esquilmen la patria.
Hay que cantarles la verdad al electorado escuálido para ver si reacciona sanamente.
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