Carlos Fernández- María Afiuni

Para quien alguna vez  ha pasado por la terrible experiencia de la cárcel,
siempre le resultará difícil no dejar de considerar los aspectos humanos de la
vida de los que hoy, por diversas circunstancias, se ven afectados en su Derecho
a la Libertad Personal, especialmente si son mujeres,  porque en esas
situaciones es cuando se viven una de las  peores situaciones que pueden afectar
la vida de los seres humanos, por la misma humillación que supone todo encierro
involuntario, pero especialmente, por tener que convivir en condiciones en las
que el espíritu humano se ve atormentado por la desesperanza, el resentimiento y
la manifestación de muchas perversidades presentes en la naturaleza humana.
 
En “los tiempos de la ira”, cuando la juventud rebelde y revolucionaria
venezolana, pretendió emular  la épica de la revolución cubana,  derrocando por
medio de las armas, a la dictadura del Capital imperialista y sus sátrapas de la
burguesía interna,  fueron miles los venezolanos y las venezolanas que por
razones o sin ellas,  fueron a dar a los tétricos calabozos de la Digepol
betancurista y la DISIP calderista, resistiendo dignamente el martirio impuesto
por sus cobardes carceleros, mientras que por  cientos de miles se cuentan
quienes, durante los 40 años de la Cuarta República, llenaron los calabozos
policiales por la acción represiva de los gobiernos del Capital en contra de las
huelgas obreras, manifestaciones estudiantiles, protestas campesinas y luchas de
calles de los habitantes de los barrios, imponiéndoles  condiciones de reclusión
que violaban sus derechos constitucionales a la Libertad, a la Defensa y a no
ser sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes.
 
La contrarevolución venezolana, responsable de un Golpes de Estado (el de Abril
2002) y un frustrado intento de otro (el Petrolero-Patronal de Dic.2002), una
conspiración criminal (la de Puente LLaguno), la ejecución -con torturas- de dos
soldados presuntamente infiltrados en el grupo insurrecto de la Plaza Altamira,
la colocación de explosivos en diversos lugares de la ciudad de Caracas y el
asesinato terrorista contra el Fiscal Danilo Anderson, han sido objeto de
diversos actos del Estado que van desde el inmerecida Amnistía General por el
Golpe de Abril y la operación mercenaria de los paramilitares colombianos, hasta
aplicación de procesos penales y condiciones de reclusión,  en los cuales se les
ha garantizado, a todos los involucrados, las mejores condiciones posibles con
base a los instrumentos internacionales sobre derechos humanos suscritos
validamente por la República.
 
Sin embargo, carentes de dignidad y gallardía, los presos contrarevolucionarios
y algunos mercenarios con disfraces de políticos,  no han tenido la honestidad
de reconocer esta política penitenciaria, sino que viven calumniando y difamando
al gobierno bolivariano, a través en sus medios de desinformación y en
organismos internacionales de Derechos Humanos, utilizando para ello sus
supuestas malas condiciones de salud que no tienen otro propósito de conseguir
circunstancias que les permitan evadir la acción de la Justicia, huyendo  a la
tierra del “sueño americano”.

 
Los dos casos más patéticos de tan miserable comportamiento de los
contrarrevolucionarios y sus mercenarios están representado por el expresidente
de FEDECAMARAS y líder del Golpe Petrolero-Patronal de Diciembre 2002-marzo
2003, Carlos Fernández y la  exjueza María Lourdes  Afiuni.

 
En el caso Carlos Fernández, luego de derrotado el Golpe Petrolero-Patronal
contra el gobierno democrático del comandante Chávez, se forjaron informes
médicos que dictaminaban una lesión cardíaca con inminente fallecimiento, lo que
condujo, en medio del ambiente de confusión y vacilación política existentes en
la Fiscalía General, mantenerlo en arresto domiciliario, lo que facilitó su fuga
a los Estados Unidos. Y ahora, la exjueza María de Lourdes Afiuni, después de
despreciar la Justicia facilitando la fuga de un hampón financiero y declararse
en rebeldía por el artículo 350 constitucional, se atribuye enfermedades de todo
tipo y peligros inexistentes en su sitio de reclusión; todo con el objeto  de
crear condiciones que permitan su evasión al paraíso del “sueño americano”
 
En beneficio del fugado Carlos Fernández - sin desconocer sus crimenes contra el
pueblo - se podría decir hoy,  que fue un contrarevolucionario burgués que, en
defensa de su clase, luchó para derrocar un gobierno popular que ponía en riesgo
los intereses de los monopolios capitalistas que el representaba, pero en el
caso de la exjueza Claudia Afiuni, hay suficiente información pública que hace
presumir fundadamente que la libertad que dictó a favor del hampón financiero,
fue una operación mercenaria y corrupta,   con la seguridad de recibir una
contraprestación cuyo tipo, monto y ubicación, deberán determinar las
autoridades y, por cuya delictiva conducta, no es merecedora de otros beneficios
distintos,  que no sean los que, con base a la ley que ella despreció, se le
pueden conceder y de esa manera aprenderán los contrarrevolucionarios, sus
aliados y sus agentes mercenarios, que sus crímenes contra la República
Bolivariana y los intereses del pueblo, no quedaran impunes, hagan lo que hagan
y digan lo que digan. “Jus Semper”
 
yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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