El matacuras, alias Leopoldo Castillo, quiso meter un gol

¡Qué horror! Recogieron toda la flema suelta del odio que despotrica del Gobierno –sin libertad de expresión- y se la llevaron a Globovisión a oír a Kiko el bautista y al engolosinado matador de curas (que ahora se la pasa pescando en río turbio) y, que conste que no era, ni fue un acto político –no señor-, sino una reunión de amigos, disfrazados de benevolencia sin sarcasmos fueron llevados de la mano por los buenos espíritus de Mezerhane el del Federal y de Zuloaga el de los Toyotas y, sin contemplación se alzaron con la devoción de los presentes de no más intromisión, ni amenazas a su canal como canal del pueblo, pero administrados política y económicamente por ellos y, con toda la fanfarria de la inocencia callejera entre periodistas, se reunió la crema sin nata de la oposición para apoyar al par de pajaritos que andan sueltos por otras tierras disfrutando de su mala suerte y de la buena justicia mundial que acá uh, ah.

El tierno matacuras que como el mismísimo Leopoldo Castillo hizo gimotear a más de un presente con su arenga introito, amasada y fermentada de epítetos bien colmados de la levadura mentirosa que lo caracteriza, abiertamente amenazó al Comandante Chávez con su arco y flecha envenenada para darle muerte en la bajadita con su flor truculenta de disparates como si del juego de truco se tratara en plena reunión de amigos que él repitió hasta el cansancio, dando sentado con ello que en ese canal no se hace política, se hacen noticias que inflaman la realidad de un país salido de sus laboratorios demenciales y auspiciados –lo más seguro- por el Departamento de Estado entre otros.

Lo cierto es que, Leopoldo Castillo la sacó del parque de su imaginación, tal cual un matacuras, salpicando el ambiente de relances opacos con tinte de eufemismos maquiavélicos para enorgullecer a ese par de bichos como sus jefes, por los que se babea cada vez que quiere y sin vergüenza alguna se explaya en ditirambos que lo envejecen de caprichos.

¡Carla, pobre Carla! Sus suspiros traspasaron fronteras y se fueron al mismo infierno a llorar de pena ajena. ¡Qué descalabro, para esa hija de las tinieblas nocturnas! Nadie la quiere y, ella aferrada a Kiko y a Roland en un compás de espera que los inquieta.

Mientras, el día del periodista venezolano pasó como un nubarrón de noticias que gotearon de maldiciones en la censura que ellos mismos se han impuesto al irse al norte de su lastimosa perversión.

Lo efímero privó frente al canal de las mentiras y, el rocío de la tarde se tragó la manifestación como una ostia de miseria que no encuentra la inocencia y se convierte en pecado, recargada de un odio escuálido que da náuseas.

Lo más simpático del momento de ese momento opaco sucedió, y fue cuando ¡Aló Ciudadano! –que no es otro que el matacuras, regalo el sombrero panameño que lució esa tarde a Vladimir Villegas, para que esconda todo lo malo que tiene entre la calvicie y las tripas.

¡Señores! ¡Buenas noches! ¿Y ahora qué …? El aquelarre comenzó.


estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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