Limpio, mamando y loco

No es que tenga una fortuna en ningún banco o cualquiera de los rincones del rancho; una botija llena de morocotas, un baúl atapusao de billete o una perola llena de plata de aquella que se oía lejos cuando a uno se le caía un bolívar. Pero no recuerdo cuándo fue el último fin de semana que pasé sin un centavo en el bolsillo. Sin cuatro reales para comprarme un golfiao. Lo que estoy es mamando y loco y sin un centavo partio por la mitad.

No es que esta medida del gobierno, sea contra las mafias o no, me haya agarrado de sorpresa, siempre me apeltrecho entre jueves y viernes en la mañana para que la capotera tenga algo el fin de semana para irme ajilaíto el sábado en la mañana al mercado o cualquier parte donde se requiera de algo de platica para resolver y echarle algo a la maleta. Sino que, por lo que vi hoy viernes en la mañana de banco en banco, ni me lo merezco yo ni ninguna persona por más mal intencionada que sea.

Casi todo el mundo mamando. El comentario general en la ciudad es de una limpieza total. Chocando unos con otros, corriendo de arriba a abajo en busca de unos centavitos. En ningún banco hay dinero ni de 5, ni de 10, ni de 50 y mucho menos de 100; y lo peor, muchos nos quedamos a la espera de una prórroga para defendernos con unos billetes marrones que a esta hora están perdidos. No son muchos pero algo se compraba.

Nadie acepta un billete de 100; ningún banco tiene un bolívar. Los cajeros dando saldo y más nada. Los taquilleros dormidos brazos cruzados. Muchos pasaremos el fin de semana con el estómago pegado del espinazo. Lo peor es que nadie fía por temor a que no se le pague porque no se sabe en qué va a parar esta vaina. Esta tronco e' vaina sin ningún tipo de previsiones.

No se planificó bien el supuesto golpe a las mafias. Las mafias sí es verdad que tienen centavo para tirar pa'rriba. Por más duro que sea el golpe lo asimilan. Nosotros no; el estómago de un limpio no puede asimilar mucho porque no es la costumbre llenarlo; y más ahora que casi todo el mundo anda jalaíto por ahí como buscando un consuelo.

En mi brutalidad pienso que esa medida jamás debió dictarse sin haber lanzado a la calle los blindados con los nuevos billetes de dos, cinco, diez, y veinte mil. Todo el que tenía de 100 quedó pelando bola. Los entregó y quedó viendo pa' los laos, mamando y loco. Sin una locha partía por la mitad. Sin un centavo.¿Con qué compramos el bastimento del fin de semana? Nadie tiene la respuesta. No todo el mundo trabaja con transferencias, no todo se compra con débito.

Por ejemplo, soy tan bruto que mi cocora no me da para aprender a trabajar con esa bendita transferencia por dos razones elementales: una porque no tengo dinero que manejar con transferencias, y la otra que no tengo computadora y si la tuviera no la sé manejar por eso mismo: por bruto. Nadie me mandó a nacer en una familia de brutos o pobres como me dijeron en estos días.

Creo, y de eso estoy casi seguro, que el gobierno no se imaginó el impacto negativo de la medida. El pueblo de a pie no tiene la culpa de lo que hagan las mafias. Que se combatan sin tocar el estómago ni el bolsillo del pobre que trabaja hoy para comer mañana.¡Qué transferencia al carajo va a hacer¡ Se compra en la bodeguita, al carretillero, al pescaero,etc. Con qué centavo se les paga? ¿Dónde tienen punto de venta esa gente de a pie? Me disculpan, pero este coñazo fue un golpe certero al estómago de los que no tenemos centavo ni en el bolsillo ni nada que transferir.



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Pedro Alfonzo Rojas

Antiaco, columnista, premio regional de periodismo de opinión 2016, telegrafista, tipista, montador, diagramador, coordinador, gerente de producción, editor de noticias TV; y sobreviviente de las violaciones de derechos humanos y laborales en gobierno de AD.

 pedrorojas56@hotmail.eso

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