Maduro, con todo respeto, lo del ataque cibernético te lo creerás tú

Desde hace tiempo hay problemas con los puntos de venta porque se ha ido agudizando la escasez de efectivo, en especial en las fronteras donde los bolívares se venden a Colombia y tal vez a Brasil. Se venden a Colombia porque ahí los utilizan para comprar de manera ilegal, pero abiertamente, a Venezuela a precio de regalo, la gasolina, comida, medicinas, alimentos para animales, materiales de construcción, oro, coltán, repuestos y otros rubros. Pasan cargas enteras de gandolas y cisternas, o en bachaqueo, obteniendo enormes ganancias al revenderlos por pesos o dolares en Colombia, es por ello que los colombianos allá acumulan grandes cantidades de billetes para asegurar la compra con grandes beneficios, un negocio más lucrativo que la droga según dicen.

Por otra parte, los altos costos de los productos en el país y la grave escasez ocasionada principalmente por la “fuga” de divisas y la muy grande industria del contrabando que re-empaca productos “venezolanos” con etiquetas colombianas, hizo que la gente pasara a Colombia a comprar esos productos que no encontraba en el país y que muchas veces eran los mismos productos que salieron por contrabando. Con el valor del bolívar, como dice la gente, en menos que nada, hace que el efectivo no alcance, o que a la gente se le haga inmanejable tantos billetes en el bolsillo o en las carteras (cuando los consigue) y entonces recurre a los puntos de venta. Estos puntos de venta ya con problemas (en Amazonas solo se hicieron promesas de mejora de ancho de banda y fibra óptica) y con gran alegría para los gerentes de los bancos que hacen negocios con los avances de efectivo, colapsaron. Pero no colapsaron como para confundirlo con un ataque cibernético, colapsaron funcionando un rato sí y otro no, haciéndose infuncionales cuando el tráfico era muy intenso y funcionando por cortos períodos.

No dudo que sean capaces de un ataque cibernético los enemigos del país, pero, como dicen, para encender una vela se requiere que esté apagada y ya el sistema está colapsado gracias a los aportes de “los nuestros”.

Para transformar la realidad adversa hay que reconocerla, no taparla.


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Íñigo Narvaiza


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