Angustias de la inmediatez

Desabastecimiento en los Abastos:

Cuando fue creada la red de expendios de Abastos Bicentenario durante el gobierno del presidente Chávez esta tenía como objetivo la fundación de una alternativa de suministros al detal que fuera, por una parte, capaz de luchar contra algunos incontrovertibles síntomas de desabastecimiento programado que luego del paro patronal del 2002 se asomaron con fuerza y tendieron a permanecer en el tiempo desequilibrando la oferta de importantes rubros del consumo diario nacional, y por otra la de enfrentar una muy probable inflación conspirativa devenida esta de la concertada y disimulada disminución de la producción privada nacional. Dada la generosa cantidad de recursos que recibió el país por aquellos años de incrementos fantásticos del precio del petróleo los objetivos que impusieron desde el gobierno al Abastos Bicentenario se pudieron cumplir sin mayores contratiempos superando todas las expectativas, tanto de niveles de oferta, de precios, como de números de sucursales. Hoy en día, orquestada crisis mediante, el panorama de los Abastos Bicentenarios es poco menos que desolador, no solo por las severas carencias de productos en sus anaqueles, que era de esperarse, sino porque además de ello sus actuales esquemas funcionales exhiben una lógica de comportamiento absolutamente desquiciada y generadora de afrentas tanto contra el sentido común como a los principios que deben regir cualquier empresa de interés social.

Para comenzar debemos decir que allí el desabastecimiento de los llamados productos básicos o regulados es poco menos que absoluto, no encontrándose casi nunca un producto de estos a la venta. De modo que uno de los objetivos para las cuales fue creada la red de expendios que no era otro que el de luchar contra el desabastecimiento (de allí su nombre) no lo cumple ni remotamente lo cual es comprensible dado a que nos alcanzó en todo su rigor el aguardado climaterio de la guerra económica. El otro que es consustancial a este y que refería a la necesidad de enfrentar la rápida alteración de precios al alza, menos aun se esta cumpliendo y muy al contrario observamos asombrados como se han convertido algunos de sus productos en una suerte de marcadores pico que en mucho casos solo son superados por los rubros que aun se expenden en el mercado negro del bachaqueo(Si usted cree lector que es una exageración vaya al Abastos Bicentenario de Plaza Venezuela y pregunte por el precio, por ejemplo, de la chuleta ahumada). Esta absurda situación es fácil comprobarla y los casos para ello abundan, por ejemplo, de un día para otro, en el mes precedente, la mortadela marca Plumrose que al momento tenía apreciable demanda subió de 2900 bolívares por kilo a 6800 sin reparar para nada en lo compulsivo y grosero del incremento y menos aun en la valoración que el propio consumidor se puede hacer sobre ello (seguro que hubiese sido mas sensato no expenderlo si resultaba inevitable el nuevo precio). Del mismo modo en el área correspondiente del ramo de charcutería -que es uno de los pocos que aun le funcionan ya que han dado de baja la carnicería y pescadería y que de paso es seguramente de los mas caros de Caracas- se puede observar increíblemente que los cortes sobrantes que deja la maquina de rebanar son vendidos en una especial presentación al mismo precio que la media de todos los productos que allí tan caro se expenden, en reprobable ejercicio de especulación y en notorio desprecio tanto a la dignidad como a la inteligencia del consumidor. Los vegetales, que ostentan en la mayoría de sus rubros precios muy superiores a los del mercado callejero, en evidente asunción de una lógica del más extremo culto al capital, se descomponen públicamente y ante la mirada negligente de la gerencia, antes que tomar la decisión que tomaría cualquier comprometido funcionario socialista de bajar los precios a un nivel accesible de compra para así no permitir la ignominia de que se pierdan estos alimentos en medio de la tan agravada crisis económica que azota al país. Y así infinidad de irregularidades que llevarían mucho tiempo y espacio aquí enumerar y describir, y que hacen que los actuales Abastos Bicentenario se hayan convertido en una prosaica caricatura de lo fue al inicio y que muy al contrario de lo expuesto en sus iniciales objetivos hoy solo sirvan para sustentar y exponenciar el encono comprensible que una parte de la población siente hacia la función gubernamental y que a partir de ello, como indeseable colofón, se consolide una idea falazmente inferida de lo que debe de ser el socialismo. Así planteada las cosas en los Abastos Bicentenario, estamos tentados a pensar que desde el propio gobierno se esta adelantando una suerte de particular guerra económica contra el mismo, con fines, desde luego que inconfesables, que contradice la especie legítimamente propalada que lo de la crisis económica es una conspiración. (Nos preguntamos: ¿Acaso la forma como esta funcionando dicha cadena, no reparando en interés social alguno, no legitima indirectamente el discurso empresarial opositor según la cual ellos no son para nada causantes de la crisis y que la misma responde a condiciones objetivas externas?)

Problema no tan subterráneo.

Nos cuesta muchísimo trabajo darle sentido y justificación a la actual situación reinante en el Metro de Caracas, máxime cuando el Presidente Maduro fue alguna vez un destacado dirigente sindical de esta empresa y a sabiendas de que lo que allí ocurre, diríamos que casi con tanta fuerza como la situación económica, repercute directamente en la percepción que puede tener la gente de Caracas sobre su capacidad para gobernar.

Lo mas notorio que se puede percibir al hacer uso de este servicio es que se ha perdido todo sentido de pertinencia y respeto a las normas que rigen su cabal funcionamiento. Las instalaciones de la gran mayoría de la estaciones languidecen averiándose y el decorado sucumbe al negligente mantenimiento (pisos de goma desprendidos, escaleras mecánicas que no funcionan, aires acondicionados eternamente descompuestos, torniquetes trabados, maquinas expendedoras de boletos superadas por su obsolescencia y propios desperfectos, avisos que solo avisan de su propia ruina, aparejos de señalización en deplorable estado, etc.), amén de la apatía descollante de mucho de sus funcionarios quienes cada vez son más burócratas en el peor de los sentidos y menos comprometidos con los objetivos de la empresa y, ni que decir, del proceso. Muchos de ellos, inhábiles para entender que son funcionarios públicos y lo que ello significa, solo se dedican a cultivar la hosquedad a toda hora y a encontrar en el usuario a un rival a quien hay que desdeñar y enfrentar ante sus probables demandas. La inseguridad se palpa a flor de piel y no son pocas las veces que algún desprevenido acontece victima del hábil hamponato que se enseñorea a sus anchas en el subterráneo sin la presencia efectiva de quienes tienen a su cargo el enfrentarlo. Los trashumantes mercachifles imponen su ley a una frecuencia que crispa al mas impasible de los pasajeros y que quiérase o no ha convertido al Metro de Caracas, tanto las entradas de sus estaciones como el interior de los vagones, en uno de los centros de buhonería mas importante de la capital donde usted puede encontrar en algunos casos hasta los productos impensables de la cesta básica. Los profesionales de la mendicación abruman en número con su elaborado dramatismo de trapisondas incrementando la sensación de tribulación en la que abundan los mensajes con expresos contenidos políticos antigubernamentales. Y por si todo ello fuera poco el Metro de Caracas ha dado en consentir de hecho una nueva modalidad de servicio que siempre fue prohibida como lo es la del transporte de carga, puesto que en su rutina de servicio no son pocos los pasajeros que pasan, ante la campante omisión de los funcionarios, con enormes maletas, bultos de compras, herramientas de trabajo y hasta material de construcción, poniendo impunemente en peligro la seguridad e integridad física de los pasajeros ante una eventual circunstancia de accidente por convertirse estas cargas tanto en obstáculos para un rápido desalojo como causa de alguna contusión.

Más que ningún otro funcionario del país debería ser el Presidente el mejor informado, y por ello alarmado, ante esta situación, porque a pesar de funcionar bajo tierra, debería saber que el Metro de Caracas constituye el dispositivo funcional urbano que mas contacto tiene con lo gran mayoría de los caraqueños, constituyéndose por ello en el atractor por excelencia en el proceso de conformación del tipo de opinión que impera en los habitantes de nuestra ciudad. (En ejercicio de postdateo debo decir que mis últimas incursiones al Metro de Caracas señalan una luz al final del túnel; por dos días consecutivos no observe la presencia de los ritualistas vendedores y tampoco los de la farsa pedigüeña)

Actividad Parapolicial.

No tenemos la menor duda al admitir que la responsabilidad primera de la crisis actual se encuentra en el velado sabotaje económico que tanto sectores de poder global como nacional han activado desde hace ya bastante tiempo con el propósito previsible de achacarle al gobierno la responsabilidad y así, ante la opinión pública, desmerecerlo y debilitarlo de una manera mas que gradual como esta ocurriendo. Ahora bien, para que la inducida crisis económica tenga continuidad y prevalezca como acontecimiento insurreccional no solo basta con deprimir la economía nacional a propósito de una ralentización de la producción, sino que simultáneamente hay que defender aquellos enclaves en donde la mermada distribución tiene lugar a objeto de resguárdalos de cualquier incidente que de orden publico pudiera presentarse. Bajo esta justificación, de manera encubierta y de hecho, las grandes cadenas de supermercados, que están obviamente en el plan de la conspiración, han ido conformando a su interior una suerte de guardia pretoriana que continuamente distribuye orden a discreción a través de actuaciones fundadas en la intimidación y en la utilización de la fuerza. A este propósito no han sido pocas las veces que nos ha tocado observar y enfrentar un comportamiento desproporcionado de estos policías de facto, quienes son adiestrados para hacerse notar y para generar una percepción atemorizante de parte de los consumidores a los fines nada ocultos de causar miedo y a través de ello imponer su autoridad.

Muchos de los altercados que tienen lugar en estas cadenas de supermercados, y que indignados hemos presenciado-reclamado, son causados a partir de situaciones absolutamente fútiles que en condiciones de normalidad ni deberían ser tenidas en cuenta por cualquier guardia de seguridad, y que se expresan entre muchas al estos parapolicias abordar en gavilla y de manera amenazante a un consumidor que, por ejemplo, ha ingresado con productos comprados en otro establecimiento o intenta un reclamo por alguna irregularidad detectada ya sea venta indiscriminada, condicionamiento de venta o especulación en el precio de algún producto de los que escasean, etc. Sobre este punto llama la atención tanto el numero de personas que componen esta irrita guardia parapolicial (en Plan Suarez de Caurimare en algún momento pudimos contar no menos de veinte) como el hecho de no ostentar estos ni formal vestimenta ni visible identificación. Cadenas importantes de la capital como la citada de Plan Suarez y Automercado Luz (muy especialmente en este último el local ubicado en la Avenida Andrés Bello) llevan la batuta en este tipo de práctica que a todas luces resulta sospechosa e ilegítima puesto que eventualmente estarían usurpando funciones que no les corresponde (Imponer el orden público supuestamente violentado), además de atentar consecutivamente contra los derechos del ciudadano que es victima de sus desmesuras intimidantes (Como, repetimos, arremeter feroces contra aquellos que reclaman el alto nivel de especulación o algún tipo de privilegio en la compra de productos de la llamada cesta básica por algún particular, para así coadyuvar a la eficacia del plan de desabastecimiento).

El gobierno en los últimos años ha logrado con cierto nivel de eficacia detener los planes de conformación de bandas armadas de raigambre fascista que de manera permanente los poderes globales y nacionales han querido instaurar en el país, pues muy bien haría el gobierno nacional o la Fiscalía Publica, si es el caso, instruir a los órganos correspondientes para investigar el funcionamiento de estas singulares e inadmisibles guardias parapoliciales y las razones profundas que dieron lugar a su establecimiento, guardias que a la sombra de las grandes cadenas de supermercado se encuentran en pleno proceso de crecimiento, adiestramiento y consolidación. Ello porque no vaya a ser que las mismas resulten que sean parte de un ensayo camuflado, tal vez más vasto, de conscripción, constitución y entrenamiento de un aparato insurreccional en disposición de abrazar las armas y la violencia si la situación lo precisara como vg. El Estado Islámico. (Recordemos en ese mismo sentido que los paramilitares colombianos, los infames sicarios prohijados por la no menos infame oligarquía de al lado, en sus inicios no solo se nutrieron de miembros provenientes de la milicia, policía o delincuencia común, encontraron en las policías de seguridad privada y en la permanente conformación de estas un fértil campo de cultivo para engrosar sus filas sin llamar demasiado la atención)

Los hombres-hambre.

Uno de los efectos más perniciosos de la crisis desatada por el poder de las fuerzas de la regresión tanto imperial como domestica es la generación acelerada de estados cercanos a la inanición en los estamentos sociales de mayor vulnerabilidad económica. El hambre, que había prácticamente desaparecido en Venezuela a partir de la consolidación de los planes sociales gubernamentales del chavismo, está en los actuales momentos insinuando su atroz rostro a través de una insólita expresión humana que remite a ojos vistas a nuestras más terribles pesadillas de militantes de izquierda. Una figura torva, harapienta e insalubre, carente de cualquier atisbo de convencionalismo, desasistido de todo control social y de los más básicos llamados de la cordura urbana, ha dado en aparecer al acecho en torno a los desechos semiputridos que algunos restaurantes de la ciudad dejan en la vía pública para su posterior recolección y que ellos al instante de su deposición engullen sin moderaciones de ninguna especie. Son seres umbríos que en su crudeza visual nos retrotraen sin mas a una presencia primordial y primitiva de vida dispuesta a enrostrarnos nuestra inherente animalidad, nuestra innegable condición de naturaleza salvaje, porque en ellos precisamos retratada la suspensión de la historia humana y la desnuda condición de nuestros mas remotos recelos. Los hemos visto solos y en grupo, incapaces de una mirada de auto recriminación pero prestos a atragantarse la bazofia compasiva de nuestra sociedad y a luchar entre ellos por la conquista de su porción diaria de vida. No sabemos quienes son pero no cesan de aparecer postrando nuestros hueros escrúpulos de civilizados; no sabemos si han sentido alguna vez amor familiar, si han estudiado y así han palpado la magia de la letra, si han disfrutado el sabor febril de un o una compañera, si tienen ilusiones de redención o si han desistido de la vida social a partir de una culpa auto abrogada por sus pecados o si por el contario solo la expían pasivamente. No sabemos pero los vemos a diario; allí están, cada vez en mayor número, ante la mirada ausente de quienes les rodean, pululando en los límites fisiológicos de lo soportable, evadiendo al azar el peligro que encierra su pestilente manjar. Los vemos, por ejemplo, frente al ostentoso Hotel Meliá Caribe de los personajes importantes a quienes desde luego no les incumbe; detrás de la PDVSA de la Avenida Solano, la del nuevo edificio imponente, con sus burócratas de postín vedados a priori de saber que sus desperdicios diarios de fáciles satisfechos alimentan la presencia de este extremo desdichado; también alrededor de las heredadas tascas de La Candelaria para que los opulentos escuálidos que allí liban, ligan y degustan desbrocen sus ínfulas de clase exitosa permitiéndose el misericordioso residuo, ese que a la hora de sus escrutinios diarios se justifica porque a sus propios ojos los autentica como importantes.

Mientas tanto los hombres-hambre, que la canalla de la ambición adrede engendró, deambulan insomnes por entre la aspereza urbana que a diario nos erosiona, capaces de tragarse su vida en un instante a cambio de un breve momento que les haga postergar y olvidar sus reincidentes tragedias de ayuno.

El indicador "boulevard"

Toda crisis tiene en la estadística como ciencia una herramienta excepcional para reconocer su índole a propósito de los llamados de la manida objetividad. Por lo general la ciencia de las estadísticas se nutre de fríos datos cuantitativos, algunos llamados indicadores, que son datos para consumo de los especialistas quienes a posteriori le señalan su utilidad para la comprensión del fenómeno en cuestión. Pero existe en la superficie social, y de manera un tanto caprichosa, la presencia de otro tipo de indicadores no fundados en la exactitud de los números que también, aunque de manera personalizada, pueden dar fe con un relativo grado de verosimilitud de la magnitud con la que una crisis se desarrolla. Por ejemplo el estado actual del Boulevard de Sabana Grande es una oportunidad de lujo para mostrar de manera indirecta y a través de la mera percepción de quien suele transitarlo a diario el índice de la crisis que el país padece. De esta manera solo basta con una descripción somera y perceptiva de su actual estado para tener a mano un excepcional y fehaciente indicador cualitativo capaz de ilustrarnos, con mayor completitud incluso que los fríos números, el índice de la crisis padecida. (Sin duda que un relato o incluso una serie de versos serían mejor aun para estos fines)

Cualquier recorrido parcial por el Boulevard nos puede poner al tanto del elevado deterioro que ha alcanzado la gran cantidad de aparatos de recreo infantil que a un alto costo en dólares se habían instalado en su última reinauguración por parte de la llamada PDVSA La Estancia, ya sea que esto ocurrió por el uso normal que le dan los niños o por las arremetidas vandálicas que lugares tan concurridos suelen tener que enfrentar: al menos dos de tres de estos aparatos de recreación se encuentran en un estado de total disfuncionalidad y los restantes van directo a la misma suerte puesto que no existe ninguna señal de quererlos reparar. Por otro lado el avance de la llamada economía informal se hace, a pesar de presentarse aparentemente itinerante, cada vez más visible e invasivo, amenazando nuevamente como en el pasado reciente con apoderarse de los espacios públicos, mientras la escasa presencia policial se hace poco menos que deliberadamente la omisa (históricamente el incremento de este tipo de actividad económica altamente apropiadora de espacios públicos esta vinculada a la creciente presión que cualquier crisis económica impone). Una gran cantidad de los amplísimos bancos de granito importado de los que dispone el Boulevard son cada día con más frecuencia tomados y semiprivatizados por ofertantes de distintos productos y servicios para exhibirlos impidiendo su adecuado uso. Los motorizados, con sus ruidos de martirio chino, con sus humos cegadores de sofocación, han incrementado su tiránica presencia en los espacios peatonales impidiendo en muchos lugares el libre caminar e incrementando la sensación de desorden existente. En una enigmática sede de la Policía Nacional, ubicada donde otrora funcionaba el cine Radio City, un improvisado estacionamiento, cuyos vehículos pertenecen a funcionarios que allí laboran, ha dado impunemente en establecerse no solo obstaculizando el flujo peatonal que a esa altura es bastante elevado sino también desmejorando la estética espacial, percudiendo con sus excrecencias vehiculares el muy distintivo piso de adoquines y, como se dice ahora, enviando mensajes equívocos a los transeúntes que allí se desplazan. De la misma manera y en consonancia con lo ya expuesto, observamos que se intenta el establecimiento de ilegales kioscos que atentan contra el uso espacial y que introducen distorsiones ramplonas al sobrio estilo original. Los muy laboriosos trabajadores del mantenimiento del Boulevard interpuestos con mucho tino desde PDVSA La Estancia han perdido de a poco pero sostenidamente su disciplina laboral y se nota, sobre todo en las transversales, una creciente desidia en sus obligaciones. Los cotos que estatuían físicamente los limites y permitan o no el acceso se han ido perdiendo permitiendo así el ingreso a discreción de vehículos de carga o de otro tipo. Las distintas instancias de gobierno contribuyen con regularidad a incrementar la percepción de anarquía imperante al alegremente disponer de sus espacios para disimiles actividades que no congenian con los planes que dieron razón de ser a este nuevo Boulevard, tales como actividades de dudosa cualidad cultural, actos proselitistas, escandalosas presentaciones o sencillamente ventas improvisadas de distintos rubros alimenticios que la mayoría de las veces generan suciedades y debilitan la solidez del piso de adoquines con sus camiones de carga. En el mismo sentido debemos hacer notar que muchas de las obras escultóricas que allí de manera permanente son expuestas y que son como las flores del Boulevard, acusan los rigores del bandolerismo urbano y el deterioro implicado por su exposición a los elementos. Etc.

Como se ve no hace falta de grandes indicadores numéricos para reconocer el índice de la crisis del país y la velocidad con la que esta arremete; el Boulevard, como indicador perceptivo, con total fidelidad lo expresa y de paso nos lo ha hace sentir indisponiéndonos.

Ejecutorias de baja denominación.

Nos negamos a creer que la sapiencia de quienes tienen a su cargo el diseño de las políticas económicas del gobierno imponga el veto a tener en los actuales momentos monedas de más alta denominación que las que hoy circulan. Aquella conseja apócrifa según la cual hacerlo agudizaría la ya aguda inflación por razones de tipo psico-sociales, puesto que aumentaría la tendencia a elevar el consumo, se enseñorea verídica cuan dogma de fe y no pocas barreras al libre fluir del intercambio diario esta causando sin que las autoridades se den por aludidas, y sin terminar de aceptar que el origen del desajuste de precios al alza se origina en el hecho material de la producción nacional en su relación con el dinero circulante-demandante y no con la denominación de este. Pudiera ser que la circunstancia pública de generar nuevas monedas de altas denominaciones impulsara en algo la llamada demanda por asunto de meras expectativas, pero no seria en absoluto un factor causal de ella y su incidencia dentro del clima hiperinflacionario que se vive resultaría poco menos que despreciable o irrelevante.

Así las cosas por mucho que nos lo expliquen no terminamos de comprender la apreciable cicatería gubernamental para elevar la denominación de los billetes. No puede ser que nuestra más alta denominación en papel moneda no llegue, según el cambio actual, a más de veinte centavos de dólar, lo que debe ser considerado como record mundial. Aunque el gobierno este apostando al uso del dinero plástico o electrónico, desestima arbitrariamente que un sinfín de actividades de intercambio menudo amerita exclusivamente del papel moneda, tales como el pago de taxis o camionetas, compras de vegetales, juegos y apuestas, cigarrillos, auxilios a personas en estado de calle y sobre todo la adquisición de compras legales de oportunidad que en momentos difíciles como los actuales no son para nada desdeñables, etc. Mientras esto ocurre el gobierno contumazmente se niega a poner en circulación una denominación mas cómoda, multiplicando de manera culposa la generación de innecesarias colas ante los cajeros automáticos, contribuyendo, en algunos momentos con mas fuerza aun que la propia inflación, con el incremento del ya atosigante clima de malestar que nos invade. A veces pensamos que el gobierno intencionalmente se autoflagela, que tiene accesos incontenibles de masoquismo y que cultiva con fruición el instinto de muerte contra si mismo; por ejemplo la gran mayoría de los cajeros electrónicos, públicos o privados, se han mimetizado burócratas ya que están cerrados fuera del horario de oficina y durante los fines de semana, además de laborar poco al agotársele con rapidez sus reservas por razones de espacio interior, pero además y para colmo aquel que necesite adquirir dinero de un banco distinto al suyo solo podrá obtener una cuota muy inferior a la pautada, cuota que, aunque usted no lo crea, se tiene que hacer exhaustivamente en hasta seis partes, incrementando con ello considerablemente la espera en la humillante cola.

Acrobacias sin red

Se dice insistentemente que la calidad de servicio que presta CANTV a través de internet es de las peores del continente. Se dice que su velocidad de transmisión de datos no se corresponde con el avance que en materia tecnológica ha logrado el país en otras áreas. Así mientras ponemos en orbita dos satélites y anunciamos la puesta de otro poseemos una red sumida en la precariedad tecnológica y aferrada por ende a su no evolución. Si algo constituye en la actualidad global la causa mas evidente de estar viviendo una ruptura radical con los paradigmas del pasado lo es la introducción de una nueva y vertiginosa temporalidad en la producción social. Internet, como resultado de la tecnología cibernética, constituye el punto de partida de ello y la causa más resaltante de estar viviendo momentos en la que la tendencia a la instantaneidad se impone como limite de la mayoría de las actividades sociales. De esta manera la economía global comporta en su seno una lucha permanente contra las averías del tiempo y la morosidad que impone su rutinario funcionar, siendo el nuevo tiempo de internet un recurso altamente privilegiado para logar optimizar todos los procesos a esta inherentes. En política no cosa distinta ocurre y el llamado principio de "ganar tiempo" se ha visto exponenciado a limites fantásticos por la inclusión del tiempo infinitesimal del internet, y que se refleja de manera fehaciente en la paralela construcción de la nueva mediática imperante y la consolidación como nunca antes del poder de la llamada opinión publica. En el mundo avieso de la guerra la imposición de este tiempo híper veloz de la comunicación remite al esfuerzo adelantado de una total reingeniería de los viejos procesos militares harto establecidos en los limites físicos de la vieja tecnología en la que el tiempo constituía un elemento de segundo orden en relación con la capacidad material de los ejecitos; y en el mundo cultural-científico la nueva velocidad que la red ha imprimido en la comunicación e información ha redundado en una inédita capacidad resolutiva que tiende a que los avances allí conquistados alcancen un índice geométrico cada vez mas prodigioso y extensivo. Etc.

Así en el mundo actual todo parece caminar al ritmo del tiempo acelerado-cuántico que internet impone, generando continuamente y en distintos niveles nuevos espacios de realidad que perpetuamente desplazan y mutan a los anteriores, amenazando por otra parte con forjar nuevos tipos de rezagos y desproporciones sociales a lo largo de la realidad intraglobal, puesto que el tiempo de internet, este tiempo de aceleración sin limite, es el tiempo arrollador del nuevo poder en construcción, el mismo que hace cada día mas poderoso al capitalismo pero que a su vez le imprime de mayores riesgos a su propia estabilidad, porque la libertad que por al red fluye también se derrama a una extrema rapidez.

Ante esta dominante y condicionante situación nos preguntamos ¿porqué entonces el gobierno revolucionario, que tan comprometido esta con la inherente competencia geopolítica y con su firme deseo de salir ganancioso a como de lugar en todos los aspectos diarios de su batallar, inficiona a la red local del mas lerdo de los funcionamientos de la región? Probablemente la respuesta la encontraremos en la inducida paranoia a que ha sido sometida la dirección política del proceso revolucionario durante el largo tiempo transcurrido desde su llegada. A este propósito se dice con insistencia en aquellos mentideros donde fluyen las mas singulares especies políticas, que el gobierno desiste a priori de cualquier intento por mejora de la red porque de hacerlo estaría abonando en contra de su propia estabilidad al permitir optimizar la eficacia política de la injerencia imperial electrónica, y esto le daría luz verde a las implementación de sofisticadas escuchas que vaticinarían muchas de sus actuaciones, mejoraría las potencialidades de sabotajes a través de la red, a la vez que fomentaría el uso intensivo de las redes sociales, y esto último supondría una intensificación de la animadversión contra el gobierno que domina la hoy llamada opinión publica. Esto no resulta para nada descabellado pensarlo, y pudiera, desde luego, el gobierno estar impidiendo una actualización masiva de la red para con ello "ganar tiempo".

Ahora bien mas allá de estas especulaciones no debemos olvidar que la lógica de actuación social que priva actualmente en el mundo esta condicionada por una atropellada competencia en todas las áreas. En este sentido debemos decir que nuestra economía, ya extenuada de tanta manipulación conspirativa, por causa de tan enojoso escollo como lo es nuestra morosa velocidad de internet, se pudiera estar haciendo cada vez menos actual y menos dispuesta a lograr una rápida adecuación con las otras de la región para así medianamente competirles, condenándonos de manera injuriosa y contribuyendo indirectamente con mayor estancamiento productivo y social. Del mismo modo nuestra capacidad de generación de resultados en el área del saber consecuentemente debe disminuir en comparación con otros países de la región, puesto que los nuevos tiempos que internet ha introducido a la dinámica global de la producción del conocimiento son los de la altísima velocidad y mayor capacidad de almacenaje de datos (Ambos estrechamente relacionados), dando por sentado que los avances que hoy en día ocurren en el área del saber se encuentran vinculados muy especialmente a este aspecto de la velocidad y capacidad de acceso.

Por otra parte, y ya esto corresponde al elemento político, se estaría atentando contra un rasgo que debería ser distintivo de este proceso revolucionario el cual no es otro que la defensa de la libre expresión en su sentido mas concreto, ético y material. Retardarnos a este respecto, aunque fuera tenido como inevitable daño colateral devenido de la permanente tensión geopolítica, es un acto que con el tiempo ocasionará un gravamen imponderable a lo mas esencial de esta poderosa capacidad de producción social que tiene la revolución y que, quiérase o no, revertirá en contra de sus propios fines, como ha ocurrido con muchas otras, al autoimponerse de una tan pesada piedra de molino, una que indefectiblemente en un futuro la hará sucumbir retrograda solo apoyada en indeseables fidelidades y lamentablemente aventajada por el oprobio de quienes siempre terminan falazmente apropiándose de la verdad.

munditown@yahoo.com



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