¿Cuánto cuesta?

Que alguien me diga, ¿cuánto cuesta una bala, una bomba lacrimógena o un cartucho de perdigón? Que me indiquen por favor, sea en dólares o en bolívares, en pesos colombianos, bolivianos o reales brasileños, yo me encargaré de hacer la conversión…

Cuánto cuestan en Bolivia o Ecuador, en Cuba o Venezuela, solo quiero saberlo. Para mí es indiferente… Calcúlese su precio en la moneda que sea.

Eso sí, preferiblemente, denme su precio dentro un país con ideales revolucionarios, aquellos del socialismo del siglo XXI, los que comulgaron con Hugo Chávez, quienes pretendieron seguir sus pasos, los que lo apoyaron y que hoy en día continúan izando su estandarte en su "batalla antiimperialista".

Por favor, les ruego me informen sobre su valor monetario, ya que el verdadero valor creo conocerlo.

Creo que lo conozco muy bien y les aseguro que no se paga con dinero. No se puede ni se podría nunca retribuir con billetes, ni plata, ni oro, diamantes, riquezas o fortunas. ¡Jamás se podría y jamás se podrá! Porque cada una de esas municiones, cada bala, cada bomba y cada cartucho que haya sido disparado contra el pueblo en las calles de la Venezuela de hoy, representa el absurdo y disparatado quebrantamiento sistemático de los derechos humanos fundamentales de cualquier persona que habite éste país.

No tiene precio, no tiene valor monetario, no se puede si quiera calcular su valor, solo se puede decir ¡que cuesta! Que pesa, que arde, duele, golpea, lastima y quebranta. Humilla, decepciona, aterroriza y mata.

Así como puede acabar con la vida, acaba con las ganas de seguir luchando. Y no de seguir luchando por la vida, porque por la vida siempre se lucha, hasta el final de la vida.

A lo largo de la historia a muchas naciones se les ha ido la vida en la lucha por sus derechos, y con la vida han pagado para que otros vivan de verdad, por la vida siempre se ha luchado, y se luchará hasta el final.

La verdad es que cada munición que se dispara contra el pueblo acaba con las ganas de seguir luchando por una revolución, por un ideal que se ha tergiversado, por la utopía que hasta hace algunos años se creyó realizable. Mata las ganas, mata el respeto, mata la determinación, mata por completo el apoyo.

El verdadero costo es político y se mide en apoyo popular, en la disposición y determinación del pueblo a seguir apoyando al gobierno, a la "revolución" a un "legado". Cuesta demasiado pasar a la historia como un tirano que ordenó dispararle a su pueblo cuando éste le pedía comida, cuesta enfrentar un proceso judicial ante una corte internacional, cuesta el exilio, el desprecio del pueblo, el pasar a formar parte de las páginas más oscuras de la historia de un país. Eso cuesta.

¿No le saldría más barato, que en vez de reprimir a su pueblo que hoy protesta por hambre, en vez de enviar grandes contingentes de fuerzas armadas dispuestos a dispararles enviara camiones cargados de alimentos y medicinas para la venta?

Porque nadie le está pidiendo regalado…

Calcule usted señor presidente, Nicolás Alejandro Maduro Moros, calculen ustedes señores del Alto Mando Militar. Hagan la conversión y por favor, luego de tenerla díganme cuánto cuesta, para saber si estoy o no en lo cierto.

Artículo enviado por:

V-

silvioguerrero@ula.ve

.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3114 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Anticorrupción y Contraloría Social