Pildoritas 48 (año IX)

¿Por qué son atacados de manera tan inmisericorde los CLAP?

El solo hecho de que se haya desatado una feroz campaña de la derecha contra los CLAP, da pie para creer que este programa, que apenas se inicia para garantizar el abastecimiento con los productos necesarios  de la dieta diaria, a las familias venezolanas, va a cumplir el cometido para el cual fue creado.

Se ha convertido el programa en cuestión en un arma poderosa, contra las muchas con las que es atacado el sistema de distribución y comercialización de todos los rubros necesarios en cada hogar, llámense alimentos, medicamentos, útiles de aseso personal, sin contar el resto tales como medicamentos, útiles escolares, repuestos, ropa y calzado etc., que ya se han convertido en inalcanzables para cualquier familia de clase media, no se diga de la clase que escasamente cuenta como ingreso con un sueldo mínimo, el cual no cubre para nada sus necesidades básicas.

Como los CLAP, vienen a aliviar las dificultades que hoy padecemos los venezolanos de clase baja y media porque los mismos, si es que se implementan como fueron concebidos, cumplirían con solucionar lo que para cualquier venezolano significa hacer kilométricas colas, para que en muchos casos pierda su tiempo, deteriore su salud por el estrés y su vida se le haga cuadritos , porque con frecuencia no logra su objetivo, ya que los pocos productos que se expenden por lo general se agotan, por lo que encima del plantón a sol y/o agua, según el caso, se suma la frustración con consecuencias para la salud.

Pero al ver la furia inusitada con la que la oposición venezolana ataca el programa, al oír a un personaje siniestro, como el diputado de la derecha Tomás Guanipa, despotricar contra lo que representan los CLAP, como arma que se viene a sumar con posibilidades ciertas de éxito contra la guerra económica que padecemos desde hace más de dos años, hay que decir y creer firmemente que vamos por buen camino, para infligirle una nueva derrota a las pretensiones del imperio que es quien  en realidad maneja los hilos de una especie de guerra a muerte  que, en la práctica, es lo que nos han declarado por ser un país que se resiste a regresar a lo que fue antes de Chávez, esclavizado y con gobiernos títeres, con lacayos impuestos para servir fielmente a los intereses hegemónicos.-

Ahora bien, si no queda duda de que este programa que complementa la Misión Alimentación en su fase más importante, que es la garantía de que el pueblo se alimente, va por el camino del éxito a pesar de las dificultades, zancadillas y sabotajes a los que ha sido sometido y va a seguir siéndolo, le toca al gobierno, velar a tiempo completo porque el mismo se cumpla de manera efectiva y con la mayor cobertura posible, yo diría con total cobertura, sin discriminación de ningún tipo, sobre todo político porque el hambre no tiene color ni tendencia, pero además que no se llegue al colmo de lo que aquí en el Táchira, por ahora se rumorea y que es que a las urbanizaciones de “clase media”, el programa no va a llegar, como si a estas alturas en verdad existiera una clase media, pues  bien sabemos y nuestro gobierno no lo ignora, lo deteriorada que está la economía familiar, producto de las acciones de la derecha que, al manejar casi la totalidad de la producción, importaciones y encima los canales de distribución de casi todo,  mantienen ahorcado a todo un pueblo, en el entendido que por esa vía, este va a salir a la calle en una edición ampliada y mejorada del caracazo y así lograr el objetivo supremo y más ansiado, que no es otra cosa que una intervención al estilo Libia, Irak, Afganistán y del que están intentando en Siria.-

Lamentablemente aquí en la frontera y a pesar del supuesto cierre, que en la práctica no existe, pues el contrabando sigue boyante, las colas en las gasolineras son de espanto, el bachaqueo interno cada día como que se multiplica, pareciera que con generación espontanea, las penurias son peores que en el resto del país; da dolor oírle a personas que pueden hablar con absoluta propiedad por razones del conocimiento del monstruo, que lamentablemente la corrupción campea a nivel del funcionariado, uniformado o no, lo que explica que al otro lado de la frontera los productos venezolanos, en enorme cantidades, sigan expuestos en las calles y establecimientos comerciales, sin que nada se haga al respecto.

Es inexplicable, que no se proceda a rotar al personal por lo menos cada 15 días en un intento por impedirle a las mafias, el uso del soborno y/o la intimidación a la vida de los funcionarios o familiares, para obligarlos a doblegarse ante las pretensiones de quienes se hiperlucran con los ilícitos propios de la frontera, que afectan a quienes tenemos, en estos tiempos, por las dificultades que nos agobian, la desgracia de vivir en esta porción de tierra que da la impresión se ha convertido en un desecho de la Patria y entonces nos toca, desde aquí, ver con envidia cómo en otros estados del país, los CLAP, avanzan con  la velocidad que deben, se cubre la mayor parte del territorio, mientras que aquí cunde la desinformación, los consejos comunales, muchos de los cuales son dominados por la oposición, son centros de sabotaje, las organizaciones del PP, no se abocan a cumplir con la incorporación a través de un  registro de todas las familias, no se sabe a dónde ir y por ello al no funcionar los CLAP, como en otras entidades, las colas siguen igual o peor, el descontento crece y lamentablemente hay que aceptar que todo ello por fuerza tiene que mermar el apoyo de la gente a la Revolución, como ha quedado demostrado en las dos últimos eventos electorales para la Alcaldía capitalina y para la Asamblea Nacional. Entonces los débiles de fuerza revolucionaria, sin el ingrediente doctrinario que Chávez nos legó, sin argumentos para la lucha, muy fácilmente son materia prima para ser demolida por la fauces del fascismo que aquí en el Táchira tiene su mejor plataforma de acción, como ha quedado demostrado en el tiempo.

Cabe entonces aceptar aquí, que alguien diga con  el camarada Perucho Conde “Ni que el pecho fuera de hierro y la espalda de algarrobo” ¡No jile¡



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Saúl Molina


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