La codiciosa naturaleza del bachaquero

La teoría neoliberal del modelo económico capitalista promueve la maximización de los beneficios individuales a partir de la diferencia entre los ingresos obtenidos menos los gastos efectuados. En términos de la producción, la empresa maximiza la ganancia cuando el costo marginal se iguala al ingreso marginal; es decir, cuando no es posible obtener ningún beneficio adicional incrementando la producción, y esto ocurre cuando la última unidad producida añade lo mismo al ingreso total que al costo total.

Ahora bien, todo ser humano socialmente aislado es propenso a convertirse en un "lobo" para los demás, como señalaba el filósofo inglés Tomás Hobbes: "El impulso mecánico en la vida social del individuo son la utilidad y el apetito de placer y poder, para lograr su seguridad y superar ese estado de naturaleza donde el hombre vive una guerra de todos contra todos". Por ello, la concepción neoliberal de la "codiciosa naturaleza humana", opuesta al del ser político, social, histórico y cultural; para lo cual el capitalismo propicia el desorden, la irresponsabilidad, la inatención a las leyes sociales y el rechazo a cualquier doctrina o convención que recoja la libertad, la razón, la lucidez, la autoconciencia, los valores y los derechos humanos, promoviendo además el culto a la mercancía y el consumo desmedido. Su prédica: cosificar a la persona en la inmediatez de su impulso genético, sin implicaciones axiológicas.

Actualmente en Venezuela convivimos en una sociedad donde el capitalismo pretende imponer la ley de la selva. Por un lado, empresarios embriagados de neoliberalismo que no producen más para preservar la máxima riqueza y el beneficio individual; y por el otro, los comerciantes capitalistas vendiendo productos a precios desorbitantes, a quienes se suman ahora los bachaqueros de extracción humilde con un nuevo y lucrativo trabajo. Estos últimos con desarraigo social, empujados por la contrarrevolución desde enero de 2014 cuando impusieron el acaparamiento y la especulación; apareciendo desde entonces, las terribles colas de donde surge el bachaqueo.

Dialogar con los empresarios y comerciantes ya es un hecho; no así con los bachaqueros, a quienes hay que incorporarlos de nuevo a la convivencia social por medio de la persuasión y no de la represión. Que tomen conciencia del equivocado papel que juegan; en todo caso, plantearles el negocio del abasto, bajo permisología y control.

sagarciap@yahoo.es



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Sergio García-Ponce

Ex-vicerrector de Desarrollo Territorial de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).

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