Caminando por el antiguo mercado de la ciudad que después de cuatrocientos centurias persisten en llamarla la primada de Venezuela, surgen historias para escribir la biografía de una miseria que no es exclusiva, se repite a diario en cualquier parte de la patria.
Los rostros impasibles de la gente soportando toda clase de agravios emulando a San Francisco por su pasividad monacal. Su vidas comienza antes del alba, pocas horas de sueño y desafiando la oscura madrugada salen a reponer las expensas que los glotones devoran ante la insaciable hambre, los esperan larga colas, con personajes que atesoran horas de insomnio, pobres en lo material pero ricos en valores.
Tras largas horas esperan un producto que la mercadotecnia llama de primera necesidad, admirable aplomo, de toda esta gente que pierde por momentos su rígida mudez, ante el maltrato de quienes detenta ser los dueños de la mercancía, quienes solapando las normas de respeto y solidaridad muestras rastros de una opresión que había caducado en la Venezuela del siglo 21.
Su procesión va decantando en la medida que maquilla con humor toda aquella espera de horas, donde el sol, la lluvia, agrieta su piel que en meses pasado lucia radiante. Así trascurre la vida plena de toxinas, depuradas solo por el anhelo de tener entre las manos el producto. Esta travesía, es la única manera de evadir a una plaga que ha nacido de la necesidad, los bachaqueros, pueblo atacando a pueblo.
Morillojulio60@hotmail.com y www.falconespatrimonio.com.ve