¿Todo acabó con Chávez?

Es preocupante la actual crisis económica del país, ante las dimensiones que ha ido adquiriendo, y que pudiese desencadenar en un conflicto con consecuencias impredecibles, si no se toman las medidas urgentes para enfrentar este difícil trance que nos ha tocado vivir a los venezolanos en los dos últimos años.

Es lamentable observar el dantesco escenario que a diario desbordan las calles y avenidas del territorio nacional. Por un lado, la escalada de ‘precios justos’ de insumos, bienes y servicios causa estragos en la población, mientras otro tanto hace el ‘bachaqueo’, en detrimento de buena parte de los trabajadores que no tienen tiempo para someterse a las rutinarias colas en los comercios para poder adquirir productos básicos esenciales, además del contrabando de extracción de alimentos, medicinas, combustible, material estratégico, entre otros, principalmente hacia Colombia, con la complicidad de funcionarios civiles y militares, que han permitido este repudiable libertinaje en nuestras fronteras.

Por otra parte, el presidente Maduro viene denunciando una ‘guerra económica’ casi desde el instante mismo en que asumió su gestión, responsabilizando a la burguesía criolla y factores externos. Es evidente y conocido por todos que hay sectores que persisten en continuar la conjura desestabilizadora para propiciar la salida del mandatario por cualquier vía. No obstante, el Jefe de Estado no ha sabido capitalizar la mala praxis de la ultraderecha radical, y le da largas a una crisis que sigue su escabrosa carrera, haciendo trizas el depauperado salario del trabajador.

Ante esta particular circunstancia, insisto en que es impostergable que el Presidente adopte medidas que conduzcan a ponerle freno al vaivén especulativo del dólar frente a nuestra golpeada moneda, reactivar el aparato productivo, y no seguir anunciando ‘revolcones’ económicos que no terminan de concretarse, mientras se incrementa el descontento en la población y en las masas afectas al proceso, que son presa de la avalancha mediática de los medios y de la guerra psicológica impuesta desde las redes sociales, y que las hace susceptibles a la manipulación.

Conveniente es recordar a Toby Valderrama, alertando en abril de 2014 el ‘Doblar de campanas del socialismo’. Y no es casualidad, porque muchos de quienes comparten altas responsabilidades tras la muerte de Hugo Chávez, han hecho lo opuesto a lo que el Comandante en vida enfrentó con ímpetu: Cero tregua al enemigo, sin pactos, conferencias y concesiones, que a la postre resultasen en traición y ambigüedades para debilitar el proceso en marcha y abrir camino a la socialdemocracia y al capitalismo.

No obstante, Maduro sigue creyendo en lo que le susurran algunos aduladores de su entorno, que todo está bien, que es cuestión de días para derrotar la ‘guerra económica’ y sepultar para siempre a los factores que la auspician, mientras las colas, la especulación, el bachaqueo y la voraz inflación acentúan el caos en el territorio patrio.

Ante tal escenario, el fascismo se frota las manos, sólo espera que el Gobierno siga arando en el mar y haciéndole el trabajo para servirle en bandeja de plata los cruciales comicios legislativos, lo cual le allanaría el camino -con el apoyo irrestricto de los gringos y otros factores de poder-, para iniciar la eventual cacería que les permita exterminar todo vestigio de socialismo, y retornar al pasado del que buena parte de la población creímos superado cuando el comandante Chávez enarboló las banderas de la igualdad, la justicia social, reivindicó al desposeído y comenzó a echar las bases para construir una nueva patria.

Basta de enroques de funcionarios ineptos en el tren ejecutivo y en cargos estratégicos, que acentúan la burocracia, se mofan del pueblo y le hacen un flaco servicio al país. La dirección política del alto gobierno debe mirar a lo interno, dejar la soberbia a un lado y abrir espacio a la autocrítica. Es indispensable convocar al Gran Polo Patriótico y a dirigentes valiosos que han sido estigmatizados, para dar el viraje que reclama la magnitud de la actual crisis. Maduro los conoce y son personas de aquilatados méritos y comprobada lealtad en las etapas cruciales que ha vivido la revolución (Rodríguez Torres, Samán, Navarro, por sólo mencionar algunos).

De no ser así, entraríamos en una encrucijada muy compleja para la continuidad del proceso, la cual le daría paso a la extrema derecha que espera impaciente cobrar venganza tras más de 15 años de estruendosos fracasos con dirigentes de precario intelecto, pero muy peligrosos para la estabilidad política del país, como el infausto Capriles, López, Ceballos, Ledezma, Machado, entre muchos otros.

Apostamos a la sindéresis y sensatez de que el Presidente escuche el clamor de las bases y de la dirigencia hasta hoy ignorada por el solo hecho de alertar que la revolución extravió el camino legado por Chávez. El tiempo corre y es imperativo atender la crisis. Los próximos meses serán decisivos para responder a la interrogante que esta coyuntura nos plantea, de si ¿Todo acabó con Chávez?

franklin.valduz@gmail.com


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