No mas aumentos de salario por favor

La bien estructurada estrategia del golpe continuado, que en esta fase tiene como punta de lanza la guerra económica y mediática no da tregua. El gobierno bolivariano está obligado a montar nuevas estrategias que le permitan revertir los bien planificados golpes contra el pueblo por parte de la oligarquía que apuesta a la revuelta popular para lograr sus propósitos de la intervención militar extranjera, por parte del amo del norte para dar al traste con la voluntad popular y hacerse del poder por la vía violenta y de la traición a la patria, única alternativa que le queda a los bueyes cansados de la MUD, para satisfacer sus aspiraciones, ante el rechazo generalizado del pueblo soberano.

No basta con el discurso para proteger el salario obrero. Hace falta establecer normativas y estrategias que ataquen desde el bachaquéo hasta la conspiración de los delincuentes que disfrazados de empresarios trabajan noche y día para socavar las bases de la revolución y provocar la ira del pueblo que pudiera generar una implosión social y en consecuencia la ingobernabilidad.

La realidad crítica y dolorosa que ha venido incrementándose en contra de la tranquilidad y seguridad emocional del colectivo, desde octubre de 2012, es la bomba de tiempo más peligrosa que amenaza al proyecto de nuestro amado comandante eterno Hugo Rafael Chávez Frías. Desde aquella "sinceración de las tasas cambiarias", el calvario del trabajador venezolano ha puesto a prueba su lealtad al proceso bolivariano, pero todo tiene un límite y es a lo que juegan la oligarquía parasitaria y la burguesía sanguijuela, apátrida y terrorista, que cada día presiona más en busca de convertir la rabia acumulada en odio desbocado y coronar sus propósitos.

No podemos seguir creyendo que las mayorías están felices. Tenemos que pisar tierra y dar el golpe de timón de que habló Chávez en sus últimos días de actividad terrenal, si queremos preservar y consolidar su legado.

La bien elaborada táctica del golpismo venezolano, importada desde laboratorios del terrorismo miamero, hace que cada aumento salarial que decreta el gobierno bolivariano, se convierta en un látigo inclemente que flagela a la familia proletaria venezolana, puesto que apenas se insinúa la acción empieza el movimiento para potenciar la escasez inducida y con la movida de precios espoliar al máximo al asalariado que no ve luz con el aumento decretado.

Veamos algunas realidades para comprender el planteamiento: Comencemos por lo más simple y cotidiano al menos acá en Ciudad Bolívar, donde la ausencia de un servicio de acueducto seguro y eficiente nos obliga a depender del agua embotellada. Para 2012, el garrafón de 19 litros costa 5 bolívares, para diciembre de ese mismo año estaba en 8, en el primer trimestre de 2013, subió a 15, para finales de año estaba en 20, precio que se mantuvo hasta mediados del 2014, cuando comenzó la escala móvil de aumento en el precio del agua, que lo llevó a 30 bolívares hasta diciembre. En el primer trimestre de 2015, las empresas embotelladoras de agua, elevaron su precio a 35, luego a 40, de 40 saltaron a 45 en marzo. En la primera quincena de abril lo llevaron a 50, luego a 60 y el lunes 4 de mayo después de la alocución del presidente obrero Nicolás Maduro, con anuncio de aumento del salario mínimo, amaneció en 70 bolívares, luego de una interrumpcónr el servicio desde el miércoles 30 de abril.

Un rápido recorrido por las zapaterías, el lunes 4 de mayo bastó para constatar el salto de los precios, donde calzados cuyo costo en enero de 2015, marcaba cuatro mil bolívares y que había venido aumentando hasta llegar a siete y ocho mil bolívares, como por arte de magia están en 24 mil bolívares. En las tiendas de ropa, se observa la misma dinámica. Las ventas de comida igualmente sus dueños han establecido una escala móvil de incremento promedio entre 10 y 20 bolívares mensuales por plato y no hay autoridad que pare esta agresión contra el pueblo consumidor. La especulación y el abuso es un hecho generalizado.

Del bachaquéo, no hay nada añadir. Cada día el ejercicio de la buhonería con productos de la cesta básicas y los de aseo para el hogar se hace más común en el Estado Bolívar. Amen de quienes han montado su formal tienda con el producto del delito, hay quienes en las esquinas pregonan los precios del café a 800 y hasta mil bolívares el kilo, desodorantes normales, cuyo precio justo es de 30 bolívares, los ofertan a 120 bolívares, un paquete de pañales para bebés en 1.500 bolívares, sin ni siquiera el riesgo de una amonestación verbal, por parte de algún organismo.

Para complemento, los delincuentes que han encontrado en el llamado bachaquéo una manera de meter la mano en el bolsillo de los más necesitados, de sus vecinos, son los dueños de las colas en el automercado y el alquiler de cédulas se ha convertido en una nueva fuente de empleo informal para mucho sinvergüenza que hace tiempo ha dicho adiós a la cultura del trabajo.

La economía está chirriando, junto a la paciencia del pueblo y necesario es buscar alternativas, con el uso de las facultades que tiene el Estado para impedir un repunte del fascismo en las elecciones parlamentarias, como está ocurriendo en Alemania, Ucrania y otros lugares de la vieja Europa.

La acción delictiva que está arropando a sectores populares, que ven en la especulación, una manera fácil de amasar fortuna, a costa del hambre de sus iguales hay que atacarla con fuerza, como decía el comandante Chávez: " A Dios rogando y con el mazo dando". Es urgente aumentar la campaña de persuasión, pero paralelamente aplicar las sanciones que establece el ordenamiento jurídico venezolano, porque a quien no entienda por las buenas que su conducta es delictiva y atenta contra la seguridad de la patria, hay que hacerle entender como se dice en buen criollo a los "zipotazos".

Avancemos con todo sin temor. Evitemos que la trabajadora y el trabajador ante tanta burla por parte de los explotadores, que pretenden arrebatarnos lo que con tanto sacrificios incluyendo la vida del Comandante hemos logrado, nos griten: No más aumentos de salario por favor.



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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