La improvisación es el principal enemigo de la Revolución

Uno de los principales obstáculos que se ha encontrado la Revolución Bolivariana a lo largo de estos años ha sido la falta de capacidad de desarrollar eficiencia en su gestión, el propio Comandante Chávez al cierre de su campaña electoral en 2012 lo hizo público [1] en ese carácter siempre irreverente de autocrítica tan necesaria en cualquier espíritu revolucionario.

La eficiencia en consecuencia en dos vías: la primera de ellas en el sentido de poder concebir la gestión pública en el menor tiempo posible acortando al máximo los recursos, digamos entonces que sería la concepción técnica genérica del término, pero en segundo lugar con una visión política, esa en la que no sólo basta la conclusión de una acción, proyecto u obra sino que se apalanca en lo que Mészáros () ha denominado en qué tanto contribuye sustantivamente en la construcción del socialismo, así encontraremos igual un aspecto en el que se lucha con las variables presentadas por el Capitalismo especialmente en lo económico.

Ya hemos dicho que desde esa perspectiva la eficiencia para que sea revolucionaria debe ser esencialmente  política,  y su principal enemigo es la improvisación; este mal no es solo una característica en la ausencia de planificación sino de la visión estratégica que plantea metas concretas que contribuyan con el Proyecto País. Este mal evidencia una crisis de la institucionalidad Burocrática establecida hecha a la medida de una visión normativa que no es capaz de romper con el tareismo [2] propias de las dinámicas del día a día, a modo de gerencia tropicalizada, esa misma que una novela muy famosa en Venezuela en los noventa la distinguió con aquella frase de “cómo va viniendo vamos viendo”.

La improvisación en la gestión pública y por supuesto en la gestión política es la anti-política, concebida desde el núcleo del propio sistema capitalista, que venda los ojos de los servidores públicos y de los políticos en el cumplimiento de tareas específicas de las cuales no se explican por cierto cómo se concatenan con el Proyecto Nacional, el Plan de la Patria o los Planes Sectoriales, Regionales, Estadales, Municipales o Comunales.

No se debe confundir la necesidad de adaptarse a los cambios sustanciales de la sociedad con la improvisación, una cosa es plantear con la poesía de Antonio Machado () haciendo camino al andar, que implica sobrellevar las cargas de las dinámicas emergentes y otra muy distinta es tomar decisiones que pueden afectar gravemente aspectos estructurales del funcionamiento deseado de las instituciones para beneficio del pueblo.

Recordemos además que el principal enemigo de la planificación es el capitalismo que pone como regulador del sistema la mano invisible del mercado, esa misma que hoy en día dispara los índices inflacionarios, o el mercado de divisas paralelo, para que lo que se ha previsto sea imposible de cumplir en términos de recursos, y es así como todavía el sector privado en Venezuela sigue accediendo el equivalente a 18 veces los dólares que produce.

Repensar la política dentro del marco de la agenda pública implica abonar desde lo estratégico, la planificación revolucionaria, privilegiando la toma de decisiones de forma transversal entre lo técnico, lo político y lo ideológico, ya que sin estas tres variables sería imposible avanzar sustantivamente en la construcción del socialismo, por lo que cualquier medida coyuntural que se tome sin ellas no solo nos aleja del proyecto Bolivariano sino que no suma al legado de Chávez cuando nos decía eficiencia o nada.

[1] Chávez, H. (2012). Entrevista de cierre de campaña electoral al Comandante Hugo Chávez. https://youtu.be/-V9FPYTR13g

[2] Véase discurso del Ché Guevara Contra el Burocratismo (1963). Aquí un extracto “El burocratismo es la cadena del tipo de funcionario que quiere resolver de cualquier manera sus problemas, chocando una y otra vez contra el orden establecido, sin dar con la solución (…)No debemos nunca olvidar, para hacer una sana autocrítica, que la dirección económica de la Revolución es la responsable de la mayoría de los males burocráticos: los aparatos estatales no se desarrollaron mediante un plan único y con sus relaciones bien estudiadas, dejando amplio margen a la especulación sobre los métodos administrativos. El aparato central de la economía, la Junta Central de Planificación, no cumplió su tarea de conducción y no la podía cumplir, pues no tenía la autoridad suficiente sobre los organismos, estaba incapacitada para dar órdenes precisas en base a un sistema único y con el adecuado control y le faltaba imprescindible auxilio de un plan perspectivo. La centralización excesiva sin una organización perfecta frenó la acción espontánea sin el sustituto de la orden correcta y a tiempo. Un cúmulo de decisiones menores limitó la visión de los grandes problemas y la solución de todos ellos se estancó, sin orden ni concierto. Las decisiones de última hora, a la carrera y sin análisis, fueron la característica de nuestro trabajo (…)La falta casi total de conocimientos, suplida como dijimos antes por una larga serie de reuniones, configura el "reunionismo", que se traduce fundamentalmente en falta de perspectiva para resolver los problemas. En estos casos, el burocratismo, es decir, el freno de los papeles y de las indecisiones al desarrollo de la sociedad, es el destino de los organismos afectados (…)Si conocemos las causas y los efectos del burocratismo, podemos analizar exactamente las posibilidades de corregir el mal. De todas las causas fundamentales, podemos considerar a la organización como nuestro problema central y encararla con todo el rigor necesario. Para ello debemos modificar nuestro estilo de trabajo; jerarquizar los problemas adjudicando a cada organismo y cada nivel de decisión su tarea; establecer las relaciones concretas entre cada uno de ellos y los demás, desde el centro de decisión económica hasta la última unidad administrativa y las relaciones entre sus distintos componentes, horizontalmente, hasta formar el conjunto de las relaciones de la economía. Esa es la tarea más asequible a nuestras fuerzas actualmente, y nos permitirá, como ventaja adicional encaminar hacia otros frentes a una gran cantidad de empleados innecesarios, que no trabajan, realizan funciones mínimas o duplican las de otros sin resultado alguno (…) Simultáneamente, debemos desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar las faltas de motivaciones internas, es decir, la falta de claridad política, que se traduce en una falta de ejecutividad. Los caminos son: la educación continuada mediante la explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar al parásito, ya sea el que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el trabajo.



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Nelson Ortega

Aprendíz de Socialista, Bolivariano, Investigador, Planificador Ingeniero en Informática, Diplomado en Innovación Tecnológica, Msc. Planificación Global. www.masrevolucion,blogspot.com

 nortega16232@gmail.com      @nortega16232

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