Gracias, muchas gracias a la GUERRA ECONÓMICA MADE IN USA, en Venezuela…


Ama de casa como cualquier otra, impactada por la especulación cada día más descarada, me siento en el compromiso de agradecer a la derecha fascista de Venezuela, este proceso de reeducación, de reflexión y de reestructuración de la economía del hogar. Acostumbrad@s al derroche inconsciente, hemos tenido que hacer este curso intensivo de Guerra Económica para concientizar el fenómeno, recapacitar acerca de nuestros derroches y recapitular el manejo de la economía familiar, para poder contribuir como ciudadadan@s comprometid@s en el abordaje de la crisis económica nacional. Para muestra un botón.

En cuanto a los alimentos, el acaparamiento de la harina de maíz y la de trigo, el aceite, la margarina, el café, el pollo, el azúcar, la mayonesa y la leche, debí apelar a mis antepasados: mi padre siempre decía, “la leche para el becerro” ¡que maravilla! Me quité estoicamente, el vicio del terrible café, solo y con leche …para no sumarme a las inducidas y largas colas para las compras, deje de comer pan y arepas, aprendí a hacer tamales de yuca, papas rellenas, torticas de arroz y de vegetales, entre otros platillos recetas de milenarias de bisabuelas y abuelas…abandoné el uso de aceite, y en los antiguos y útiles budares, a consumir lo máximo “a la Plancha”. Cuando muy eventualmente se puede comer arepas de maíz, declaramos absurda e innecesaria la margarina, utilizada apenas para casos excepcionales de pastelería, si se encuentra. Ya eliminados los venenosos refrescos desde hace tiempo, implementamos comer las frutas en trocitos, y solo agua para las comidas, rompiendo relaciones estrechas con el azúcar. Para no hacer largo el cuento, bajé dos tallas de peso y rejuvenecí diez años, recuperando ropa en el closet que había desechado…

Con las medicinas ocurrió algo similar: la industria farmacéutica nos mata lentamente: apelamos a la medicina natural a base de hierbas, para los casos habituales y cotidianos. Medicinas sólo para los casos extremos, que por fortuna, están siendo donados por nuestro gobierno bolivariano a través de diversas vías. De resto comiendo sano, bailando y vacilando la vida, ya entramos en proceso de sanación…Y con el mayor control del uso de antibióticos, el consumo indiscrimiminado, peligroso y costoso de los mismos, bajó considerablemente, lo cual felicito con la encantadora frase, “así es que se gobierna”… Preciso es respaldar la lucha contra el contrabando y los caminos o trochas para desangrar nuestra patria, como estrategia política del imperialismo: descubierta y tan evidente que debe caerse por su propio peso y por la severa mano de un gobierno comprometido con su pueblo!

Aprendí a desprenderme de los grandes supermercados con ofertas engañosas, aquella época donde se veían allí, carritos llenos con chucherías y cosas innecesarias se terminó para siempre: ahora la mayoría acude a comprar muy específico alguno que otro producto. Visito por supuesto los superabastos Bicentenario y los operativos de ventas de alimentos a cielo abierto.





Se retomaron vocablos ya olvidados: media suela y suela completa; el zapatero cercano ahora tiene más trabajo, no boto ropa ni calzado, reparo y regalo parte de esa herencia, pero compro menos. Guardo mi automóvil para trayectos vacacionales o complicados. De resto uso el magnífico servicio de metro bus, trole bus, trenes y similares. Con esa práctica vengo haciendo innumerables amistades, intercambio experiencias, y hasta he aprendido puntos de tejido –que es mi pasión- en pequeños telares caseros, en una o dos agujas, y así gozo un puyero tejiendo, que es por cierto una terapia de paz que hace descansar el cerebro de tanta guerra mediática terrorífica, y que me ahorra honorarios médicos por ansiedad y similares…

Estas prácticas han calmado mis compras compulsivas, tal vez llevándome a otro extremo: compro telas, diseño y fabrico- tejo mi propia ropa; aprendí a cortarme el cabello trasquilado como me gusta y a teñirme las canas a mi manera, como un pasatiempo frente al espejo … y como bajé de peso, ahora disfruto mi tercera edad como la primera, siempre con ropa nueva y llamativa…

Reutilizo retazos para elaborar cómodos bolsos, descarté las bolsas plásticas para las compras y estoy aprendiendo a elaborar champú y jabón casero. Todas estas ocupaciones me han devuelto a la vida de la artista que llevo dentro, cada día me despierto inventando nuevas cosas, escribiendo poesía, enamorándome así cada vez más de la vida y de las personas que saludo en las caminatas de cada día, cuando salgo a recorrer mi espacio vital, donde resido…

Gracias, derecha fascista de Venezuela, por esconderme los repuestos de mi carrito, por haberme inducido a ser más sana, a caminar más, a romper con la dependencia, a socializar en el transporte público en especial en el sistema metro, a estar más alegre y a comprender a mis vecinos, así no piensen como yo, a llevar una dieta sana, a retomar remedios caseros, y a conservar mi tradición libertaria, antiimperialista y soberana, ahora más que nunca, cuando comprendí que no era ni soy parte de ese rebaño cuyas mentes están obnubiladas por los medios masivos engañosos, que pretenden someternos al terror, en una patria tan especial, tan bella y tan valerosa como la Patria venezolana!

Sentido pésame una vez más: ESTAN DERROTADOS!



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