Corrupte, corrupte

No se engañe: la corrupción es apolítica, no sabe nada de política, solo la practica. Su significado más antiguo es el de echar a perder, romper, arrebatar e, incluso, aparecer de repente. Se sabe de ella desde tiempos romanos, quienes ya la reconocían.

La corrupción es gentil, cortés, casi pagana. Comienza con la necesidad espiritual de establecer relaciones humanas sinceras; de su ensayo, surgen vínculos y contactos simbióticos. En la lucha personal por superar la aspereza hacia los demás, se desarrolla el natural ingenio como forma asertividad de comunicación. Por compensación, el que abandona sus obstinaciones, pasa a procurarse provecho propio y, viéndose en actitud mejorada, creerá estar haciendo lo correcto. Puesto el aguijón de la egolatría, se amplían los horizontes y nace la imperiosa necesidad de mejorar la calidad de vida a su alrededor.

Cuando aparece algún atisbo de culpa, el corrupto se dirá a sí mismo que actúa como protector de los suyos; como dador de sus semejantes o mecenas interesado. El altruismo le hará desarrollar al corrupto un falso complejo de Atlas, es decir, de mártir de la política.

Por supuesto, esta transformación de autocontrol personal le da a la corrupción un carácter privilegiado. No todos pueden dominar sus emociones, sus vísceras; no todos pueden tener la tan anhelada astucia y, por ello, el corrupto considerará casi una ofensa no utilizar la inventiva humana para aprovecharse de ella.

Así, separado del tumulto, y llegado el momento de concretar el “negocio” –la negación del ocio–, latirá en su ser la satisfacción de haber vencido a los de su calaña, porque el corrupto cree firmemente que “si no lo hace él, lo hará otro”. Esta sensación de batalla campal y emocional confirmará la tesis de legitimidad que le permite al corrupto apropiarse con creces del galardón.

A diferencia de lo que se piensa, los espacios más comunes de la sociedad son los más apropiados para esta actividad, pues sorprenderá a muchos que la corruptela no siempre se desarrolla en claustros: donde unos se mueven para fines nimios y recreativos, el corrupto lo hará para concretar negocios; y de allí esa sensación de creerse “productivo”.

Simplificado, el corrupte recordará al estuprador, aquel antiguo hombre que corrompía e irrumpía la fémina virginidad. En ese sentido, la corrupción siempre será masculina; y donde hay sexo y alcohol, estarán las condiciones dadas para este viejo vicio lleno de afectuosos saludos de interés. Su mejor frase: “con esto a este le pago y a aquel le cobro”, se sella la eficaz gestión.

Finalmente, el corrupto pobre se hará pasar por humilde y necesitado; y el rico, por inteligente y ambicioso; pues mientras haya un estrechón de manos entre el “cliente” y su “proveedor” siempre se tendrá a la matrona de los que transan propiciando el intercambio.

 

tcuento@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1432 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter