Las mutaciones teórico-prácticas del capital han llevado a muchas economías nacionales a perder el rumbo social por medio del cual han llegado al poder. En algunos casos, pueblos enteros aceptan estos nuevos preceptos por diversas razones; podemos citar los casos de Polonia y Croacia en Europa. No obstante, más allá de las novedosas formas económico-sociales del capital y sus ideología, e poseer la conciencia para dar respuesta o contrarestar las diversas reorganizaciones de un sistema que en su génesis nunca abandonará la idea que centra su dominio y reproducción, como es la acumulación.
La izquierda venezolana demuestra cada día un profundo desconocimiento en economía política, que incluso la anula para para el análisis del contexto histórico que atraviesa el país. Se ha llenado de lugares comunes más que de creación permanente; reconoce la lucha pero desde el orden social y de derecho establecido; y peor aún, basa su propuesta política en el amparo de la burocracia de estado y el proceso electoral liberal. Esta es la razón por la cual aparece cada cierto tiempo siglas partidistas de izquierda que en realidad no quieren perderse el circo de las coutas políticas. Mejor es no dar ejemplos por lo claro de su evidencia.
De manera tal, que ante tales circunstancias ¿cómo podríamos responder desde el punto de vista teórico práctico a la batalla de ideas planteada?
Otra gran muestra se encuentra en la incoherencia respecto al tema económico en Venezuela, donde el cual, un buen número de militantes y teóricos de nuestros partidos ansía la consolidación de un adefesio llamado socialismo de mercado, esencialmente por dos grandes razones:
1) éste asegura la lógica de acumulación bajo el manto del buen empresario.
2)las organizaciones de base de los trabajadores (consejos de trabajadores) pueden ser simples convidados de piedra, es decir, sin participación real.
Por otra parte, el proceso de comunalización que ha emprendido Venezuela puede verse postergado, con el peligro de ser guardado en el baúl de los recuerdos recuerdos a causa de la confusión teórica que en estos momentos se impone.
Por otra parte, la renta petrolera que hasta ahora ha permeado avances sociales importantes tiene un límite, sobre todo si esta depende de las decisiones de poderosos lobbys energéticos y militares; sin contar dicha renta también le ha servido al gran capital para sus intereses, entre ellos el político. Así, la tela que deberá cortarse es larga, y puede ser más si no encontramos alternativas sólidas a las mutaciones del capital nacional e internacional.
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