Todos por el Amor y la Verdad y La Paz Vendrá por Añadidura

Ciudadanos por la Convivencia, Periodista por la Responsabilidad

La señora compraba medicinas, le trajeron una caja del remedio, diez pastillas; había quince cajas en el anaquel, las quería todas, le dieron doce. Cuando le hice notar que eso no era correcto, me contestó, de muy buenas maneras, que eran seis para su hermana y seis para ella, la dosis de dos meses para cada una. Me la conseguí en la cola de la caja, hablaba por celular. Le ordenaba a su hija: -no importa que tengamos, cuando veas algo compra, no importa si tenemos muchas, compra; llama a tu papá y le dices qué conseguiste, pero si él ve, que compre; Dios te bendiga.-

Una amiga estaba en mi casa con dos de sus hijos, desayunábamos, no había para dos arepas por personas, mi harina se acababa. Me dijo que compraban pacas de harina para arepas, me mandaría por MRW. Ellos son tres familias cada uno tiene una paca. Le hice notar el inconveniente de comprar de esa manera, me dijo que sólo le preocupaba que se dañaran. La harina llegó, full de gorgojos. De la misma manera tienen harina de trigo, azúcar, café, aceite y papel higiénico.

Ustedes me dirán qué economía aguanta el que una porción privilegiada de la población, que no sólo disfruta de la mayor porción de ingresos, acapare con su poder de compra, todo lo que se le ocurra, desde medicinas hasta sal.

Estas dos mujeres son cristianas, mi amiga lee la biblia primera cosa en la mañana, y predica. A ninguna de las dos se les ha ocurrido aplicar en su vida cotidiana Mateo 6:25: no te angusties por lo que has de comer y vestir, la vida es más que eso….

Leo el periódico digital, una conocida periodista manda una carta abierta a la esposa de un artista, muchas de sus ideas expresadas son falsas, leyendas creadas, mitos manipuladores, perversas interpretaciones de frases descontextualizadas, para así profundizar la división y el rechazo. Esta periodista estudió, tiene experiencia, familia hijos, excelente posición social; pero se da el tupé de desconocer el código de ética de su profesión. Ustedes me dirán que país aguanta que una señora de carácter público escriba como si no siente cada mentira, y cada calumnia.

Una conocida caricaturista día a día hace sus colorines para desprestigiar al presidente. Dibujó a un guardia nacional con una rata en sus pulmones. Ella se divierte al expresar en imágenes la perversidad que la aconseja. Un colega la apoya con textos, en la sección de opiniones del conocido periódico. La carga maligna es diaria, estudiada sistemática. Ustedes me dirán qué país aguanta que sus supuestos creativos tengan inteligencia sin probidad.

Son sólo cuatro ejemplos para dar una muestra de la gravedad de nuestra situación nacional. Lo único que podría ser controlado con tecnología es el asunto de la compra compulsiva de medicinas recetadas; lo otro es incontrolable, son deformaciones; unas muy elementales que contribuyen a desequilibrios que puedes producir escasez, pero que terminan siendo bagatelas ante las dos últimas. Estas reflejan el poder del conocer y la capacidad de informar para fines perversos, mentir y hacer proliferar la mentira. Priones incrustados en la sociedad, que hacen día a día su trabajo de infección social y de manipulación conductual con el fijo objetivo de librarse de un gobierno.

Esta forma de proceder ha contaminado a una gran parte de la población: amigos joviales se han convertido en mensajeros cotidianos de malas noticias, muchachas agradables en tuiteras descaradas, panas estudiados aseguran haber visto y conocer hechos innombrables, gente decente se desata en facebook, niños de papá y mamá hacen llamados al desorden por sms. Señoras hablan de lo último inmoral que saben sobre x o y, sacado de fuentes cloacales, de redes narcisociales o de columnas rumoréales. Señores de apariencia respetuosa se apostan en las colas del supermercado diciendo cosas que usted no pensó jamás escuchar de la boca de un hombre. Un científico repite una calumnia. Una pianista participa con su música en el aquelarre de sacrificio. Una artista pone cara de terror ante lo que le dijeron que leyera, cual guión. Un profesor de prestigio utiliza fuentes dudosas para escribir sus columnas periodísticas. Una señora encopetada habla con palabras que ruborizarían a un malandro sobre supuestos hechos que dejan blanco al más amarillista de los pasquines.

Si esta gente, tanto los que manipulan como los manipulados, lograran su objetivo se encontrarían sin principios, sin argumentos, sin amor, sin palabras; porque la manipulación y la mentira afecta internamente al que las practica y a sus víctimas, es una enfermedad contagiosa que no mata sino que seca los pensamientos y destruye el alma.

Soy muy crítica de este gobierno, en cada una de las críticas que realizo en mi área de competencia señalo las posibles soluciones. Los datos no los invento, por más crudos que puedan parecer. Como cualquier gobierno y especialmente uno que se ha propuesto metas sociales importantes, éste presenta problemas, faltas omisiones; no habría necesidad de inventarle para criticarlo, pero por ello mismo se entiende la razón por la cual los voceros de la oposición no hablan de la verdad: habría que conocerla y habría que tener soluciones en el cerebro, el cual no se plantea problemas que no pueda solucionar a corto o largo plazo. Además que si usted sabe para denunciar debería saber para solucionar, y ellos, ni que de la vida se tratara, le darían un ápice de ayuda a este gobierno, esa es la democracia que practican. Entonces mejor es inventar, calumniar; cual mentirosos y egoístas no ofrecen ninguna solución porque las mentiras que riegan son tan graves que la única solución es salir del gobierno ya.

Deseo que los actores sociales puedan tener luz en sus mentes, caridad, responsabilidad; cualquier cosa puede suceder, pero sólo la verdad nos hará libres y quién miente una vez mentirá cada vez que pueda.

Y nosotros cristianos, tengamos claro que cuando pecamos no sólo hacemos algo que nos afecta como personas y a terceras personas; sino que con cada pensamiento, palabra y acto indebido ofendemos, Primeramente, a Dios.


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Maruja Romero Yépez


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