Camarado Eduardo Samán, me quiero comprar dos pares de zapatos.

Lunes, 23 de diciembre 2013. En estos días resolví visitar el Centro Comercial Ciudad Tamanaco CCCT con la intención de comprarme dos pares de zapatos, ello para renovar los que he estado calzando por los últimos tres años: cómodos, resistentes y duraderos; a los “viejitos” que poseo aún se les pueden sacar varios kilómetros más de trajín.

Aun cuando vivo en una sociedad altamente consumista no siento la necesidad de poseer más de lo que necesito; con esos dos pares, negros unos y marrones los otros, desarrollo las diarias actividades que requieran de calzado. Pero decidí darme un regalito de navidad y salí dispuesto a obtener dos pares de zapatos Clark´s, importados es verdad, pero qué no es importado en este país; recuerdo a mi padre elaborando calzados de alta calidad, pero esos tiempos pasaron, quedan sólo en el recuerdo en unas generaciones que conocimos la Venezuela artesanal. Esta la posmoderna, la del capitalismo salvaje, depende de una renta petrolera que es apropiada por el gran capital, la producción de bienes, tanto industriales como agropecuarios es cada día más escasa.

Con la renta podemos comprar de todo sin necesidad de producirlo en el país: la Venezuela saudita pues. 

Pero, Eduardo, me encontré que en el establecimiento comercial, “Mario Nardi”, donde hace tres años compré los referidos “viejitos”, están exhibidos los nuevos (mismo modelo) al exorbitante precio de Bs. 6.998,oo, es decir, como son importados, al equivalente de 1.076,61 dólares cada par de zapatos (precio calculado al cambio oficial de 6,50 Bs. por Dólar). Si obtuvieron los dólares en el mercado blanco (porque los negros no tenemos mercado de dólares) ese es otro problema. Habiendo vivido en varias partes de este planeta, no recuerdo haber visto en vitrina alguna exhibir un par de zapatos al exorbitante precio de MIL SETENTA Y SEIS DOLARES ($ 1.076,oo). 

Apelé a la herramienta que hoy representa el Internet, solicité páginas que se dedicasen a la venta de los referidos zapatos y me encuentro que el mismo modelo es ofertado, por varios vendedores, entre 96 y 103,08 dólares. Reflexiono, saco cuentas, indago sobre las cadenas de comercialización (las cuales, a decir verdad, no son de mi pleno conocimiento) y admito costos de importación, impuestos de Ley, ganancias, etc., pero también intuyo que el importador no adquirió los dos pares de zapatos con los que pretende estafarme, debe haber comprado varias cientos de docenas, por tanto, el precio obtenido de su proveedor debe haber sido mucho menor que del ofertado en las páginas Web. Más sin embargo, calculando en bolívares, cada par de zapatos al más alto de los precios ofertados en la Web, 103,08 $, obtengo un precio de Bs. 670,02 por cada par de zapatos, doblando su precio para cubrir costos de importación y sumándole veinte por ciento (20%) como ganancia, obtengo un precio, “aun no justo” (mis cálculos de gastos de importación y ganancias son exagerados), de Bs. 1.608,04 por par de zapatos, y no Bs. 6.998,oo como pretende cobrarme el estafador.

Eduardo, me quiero comprar, allí en ese negocio, dos pares de zapatos Clark´s, solicito visites al estafador y obligues a vender a “precios justos”, no sólo los zapatos que quiero comprar pero toda la mercancía que expenden. De paso, creo que no sería exagerado exigir que al referido delincuente se le abra un expediente y enjuicie por quererme estafar; pero antes de tomar esa medida y enviarlo a prisión que me venda los zapatos…

De regreso a mi casa, todo desilusionado por no haber podido comprarme los citados dos pares de zapatos, pase por el supermercado Plazas´ a comprar aceite de oliva extra virgen, viéndome obligado a cancelar por un frasco de 700 c.c. (de una marca bien desconocida para el consumidor nacional) la bicoca de 44 dólares (también lo importamos). En casa, consulto la Web encontrando que en el país de origen, Portugal, se pagan 2,46 Euros por litro de aceite de oliva de la mejor calidad, o al menos de marca y calidad reconocida, es decir 3,69 dólares el litro, lo que equivale a Bs. 23,98: doblando su precio para cubrir costos de importación y sumándole veinte por ciento (20%) como ganancia, obtengo un precio “aun no justo”, por las consideraciones expuestas en el caso anterior, de Bs. 57,54.

Eduardo, mantengo a buen resguardo la factura por la compra del aceite esperando visites dicha cadena de supermercados y obligues al delincuente estafador me devuelva lo que “en justicia me debe” y pague condena por estafador.

Pero Eduardo, quiero comprarme los dos pares de zapatos y poder seguir comprando aceite de oliva con el sueldo de profesor universitario.

 

Edgar Pérez Rueda edperezrueda@gmail.com



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