¡Mi reino por un rollo!... de papel toilette

Cuenta Shakespeare en su magistral obra La vida y la muerte del rey Ricardo III que el monarca inglés teniendo que enfrentarse en una batalla decisiva por la corona inglesa con el conde de Richmond y, habiéndose percatado a último momento que su caballo más bravío no estaba listo para ser montado, lo mandó a preparar. El empleado encargado de hacerlo, por apuro, improvisación y negligencia no hizo bien su trabajo. En el momento culminante de la batalla, al caballo del rey se le salió una herradura porque un clavo estaba flojo, el caballo se resbaló, el rey se cayó y quedó a merced de sus enemigos quienes lo mataron. Fue en el momento que se encontraba en el suelo, indefenso y a punto de ser mortalmente golpeado que el rey gritó su famosa frase: ¡Mi reino por un caballo! Ricardo III murió a temprana edad en esta batalla el 22 de agosto de 1495, reclamando y quejándose por algo tan insignificante como un caballo a cambio de su reino.

Moraleja:
Por un clavo se perdió una herradura.
Por la herradura se perdió el caballo.
Por el caballo se perdió la batalla.
Por una batalla se perdió un reino.

¿Es qué un clavo puede salvar o hacernos perder a la Revolución Bolivariana?


Siempre me propongo escribir algunas reflexiones sobre temas algo más profundos y menos coyunturales. Sin embargo, la dinámica de los acontecimientos de los últimos tiempos, me lleva a apartarme de ese objetivo para abordar cosas “aparentemente insignificantes”.

El pasado viernes me vi en la obligación doméstica de tener que ir a “hace mercado”, actividad que se ha convertido últimamente en algo que podríamos definir cuanto menos de estresante. En vista de que todavía no estoy dispuesta o en la necesidad de tener que calarme las colas de tipo soviético que se forman en los supermercados gestionados por el Estado, desde hace un tiempo realizo esta actividad necesaria para la subsistencia familiar, en una sucursal del este capitalino de una conocida cadena de supermercados que lleva el gentilicio de una isla portuguesa de un archipiélago atlántico. La denomino así para que alguien no salga a acusarme de estar haciendo publicidad por emplazamiento y no porque me convencieron aquellos que de manera muy revolucionaria y democrática nos quieren imponer el uso obligatorio de la perífrasis por lo cual todo revolucionario que se respete tiene que llamar: a los negros: afrodescendientes, a los discapacitados: personas con capacidades limitadas o especiales, a las prostitutas: trabajadoras sexuales, a los presos: personas privadas de libertad, etc.

Esta cadena de supermercados es un lugar, sociológicamente hablando, muy interesante, porque, dependiendo un poco también de la ubicación de sus establecimientos, es quizás uno de los pocos lugares de Venezuela en donde la clase media converge e interactúa con la clase popular. Al llegar al establecimiento comercial percibo un ambiente de frenesí.

¡Había llegado el papel toilette!

Resguardado por un pequeño contingente de vigilantes, una montaña de paquetes de blancos rollos de papel toilette con un olor artificial a flores que inundaba el ambiente, estaba aguardando por la batalla. Señoras de todas clases ,colores y pelajes, forcejaban para conquistar la preciada presa, era una escena humillante para todos. Yo también agarré el paquete que me correspondía.

Después de haber llenado el carrito con los artículos que necesitaba, llegó el doloroso momento de hacer una relativamente larga cola de unos 45 minutos para pagar. Allí a mi me toca sufrir mucho y hacer un difícil ejercicio de autocontrol, puesto que, como me mimetizo bien entre la clase media, tengo que soportar toda clase de comentarios absurdos y estrafalarios escuálidos, sin tener que delatar mi orientación política. No es nada fácil porque la otra opción es quedarme callada y autista como una estatua. “¡El Gobierno nos esconde el papel toilette!” “¡Lo tienen los chavistas acaparado en el Fuerte Tiuna!” Yo me siento muy incómoda y trato de racionalizar con estas señoras, por ejemplo argumentando sobre cuál pudiera ser el interés del gobierno para irritar de este modo a la población hasta el punto de poner en peligro la gobernabilidad.

Algunas señoras reflexionan y me dan la razón, pero la mayoría está demasiado molesta para escuchar cualquier tipo de argumento lógico y lo peor del caso es que también se nota la molestia en las caras de aquellas mujeres que claramente no provienen de las urbanizaciones aledañas al super y, que a la hora de pagar, cuentan los churupos monedita por monedita y que superan numéricamente a las señoras encopetadas a las cuales escuchan en silencio. En la cola hubo quien me contó que adquiría algunos artículos para enviárselos a sus familiares en el interior porque al parecer la situación de la escasez en el interior es más grave que en la capital, cosa que me fue confirmada por algunas de mis amistades chavistas que viven en el interior. Escenas como: nubes de motorizados rodeando comercios porque ha llegado la harina de maíz precocido, gente peleándose para entrar en un establecimiento comercial y cosas por el estilo, parecieran un Déjà vu del 27 de febrero de 1989.

Entonces me pregunto: ¿Cómo pudimos llegar a eso? ¿A caso no existen responsables en el gobierno por esa situación? ¿No hay institución, oficina o persona del gobierno que debería encargarse de monitorear y hacerles seguimiento a los niveles de abastecimiento, por ejemplo en el caso del papel toilette, de la pulpa de celulosa para su fabricación que sabemos es importada y que tengo entendido, que como muchos otros rubros en la economía capitalista, es también un negocio monopólico? Y por su puesto le echamos una vez más la culpa al enemigo por esta situación tan ridícula y tan trágica a la vez. Casi nadie de nuestro Gobierno se responsabiliza por las meteduras de pata, pareciera que muy pocos aprendieron del Comandante Chávez, que aquel fatídico 4F asumió la responsabilidad de su fracaso, y con esta acción se trasformó para siempre en un ícono. Casi ningún funcionario de nuestro gobierno, cuando falla, renuncia con dignidad y mucho menos le piden la renuncia.

Para terminar y ser propositiva y no solamente crítica, propongo al Ministerio del Poder Popular para el Comercio que lance la “Misión bidet” y que importe masivamente desde China unas muy higiénicas duchitas de mano que se instalan a las pocetas a fin de sustituir el uso del papel toilette y que las distribuya gratuita y masivamente o en todo caso que se vendan a un módico pecio para enfrentar así esta nueva crisis desestabilizadora.

No vaya a ser que a corto plazo nos tengamos que ver en la misma situación de Ricardo III.



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Donatella Iacobelli

Directora de la revista cultural ENcontrARTE.

 radona17@gmail.com

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