Me pidió pa’ los refrescos pero no le di

Perdí el invicto. Nunca nadie me había pedido dinero en medio de una situación apremiante. El episodio duró un minuto o menos, pero no por ello dejó de ser impactante. Confieso que debí plantarme con valor, para no perder la sindéresis. Como se dice en el beisbol, el pivot hacia primera base fue veloz para evitar que el bateador llegara a la inicial. Era necesario garantizar ese doble play.

La cosa fue con un vigilante que estaba de guardia en el Banco de Venezuela, esquina de Veroes, avenida Urdaneta. Caminaba a millón, porque ya eran las 3 y 29 minutos. El desespero, la angustia y el sudor que suelta la prisa eran la misma cosa. Fue el minuto de plazo más corto de mi vida.

Llegué a las 3:30 con 10 segundos. Tarde, diría alguien. Puede ser. Literalmente, vi cuando las puertas de cristal -protegidas por rejas de acero- eran cerradas ante mis narices. Eran acopladas por dos hombres uniformados que hacían su trabajo. Aún, pensando que podía entrar, les pregunté sobre esa posibilidad.

¿Tienes número? -me preguntó uno de ellos. Le dije: la verdad, no. “Yo te puedo hacer la segunda”, ofreció de inmediato, logrando que en mi cara se dibujara la alegría “pero me das pa’ los refrescos”, agregó de inmediato.

Semejante escena revolvió, en mi caso especifico, 50 años de valores, de compromiso moral, de resteo ante la vida misma. Eran sus ojos contra los míos. Su mirada esperando respuesta. Positiva respuesta. Si los segundos previos para llegar al banco fueron una eternidad, estos –más escasos aún- eran un infierno. Era el combate del abuso de autoridad contra la fortaleza del conocimiento de lo correcto y lo incorrecto.

-Noooo vaaaale- le dije y empecé el camino de regreso. Su rostro fue una perla. Evidentemente que, aún en términos de la pelota, el toque de bola se le convirtió en un roletazo al pítcher. El out, su out, estaba pintado en primera. “¡Fuera de ahí!”, le gritaría un conocido narrador deportivo.

¿Cuántos “fuera” debemos cantar para que estas cosas no sigan pasando? ¿cuántos “fuera” y cuántos “refrescos” siguen agazapados poniendo en peligro la base moral de nuestra Revolución?


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Ildegar Gil

Comunicador social

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