Viceministro de Planificación Estratégica del despacho de Educación Universitaria

Humberto González: “No hay manera de que 255 alcaldías sean menos que 75”

Humberto González: La idea de que el voto opositor es educado y el chavista es bruto “es un acto de racismo”

Humberto González: La idea de que el voto opositor es educado y el chavista es bruto “es un acto de racismo”

Credito: Luis Franco

16 Dic. 2013 - Quien lo haya escuchado los martes en el programa de radio Pueblo Universitario, transmitido los martes por la emisora Alba Ciudad 96.3 FM, sabe que Humberto González es un hombre de reflexiones profundas; tan profundo como puede ser un lanzazo en medio del pecho o esclarecedora una idea evidente pero sepultada por decenas de alegatos en contra.

González, viceministro de Planificación Estratégica del despacho de Educación Universitaria, accede a conversar con el Correo del Orinoco sobre las elecciones municipales del pasado 8 de diciembre, con la intención de poner los puntos sobre algunas íes relacionadas con la interpretación de los resultados y la victoria de las fuerzas bolivarianas. De entrada, compara los comentarios opositores con una comiquita, y enfatiza que 255, en cualquier cuenta, es más que 75.

-Ha habido distintas reflexiones sobre los resultados de las elecciones: el Gobierno Nacional dice que es una victoria del chavismo, la oposición dice que es una victoria de la oposición. En esas dos posiciones contrapuestas ¿quién tiene la razón?

-Eso parece una comiquita; parecen los Simpson, porque no podría haber discusión en el terreno electoral sobre quién es el que gana: gana el que saca más votos, el que saca más alcaldías. Además, esa no es una elección sino son 337 elecciones, y de las 337 elecciones, de acuerdo con los números, había 242 alcaldías ganadas directamente por la alianza revolucionaria y 13 ganadas por aliados, así que el chavismo estaba ganando 255 alcaldías; los voceros de la oposición habían manifestado antes que en el peor de los casos sacaban 90 alcaldías, y obtuvieron 75. No hay manera de que 255 alcaldías sean menos que 75. Eso, literalmente, no tiene ningún tipo de discusión.

-¿Y a qué atribuye esas interpretaciones tan diversas sobre los resultados?

-Yo creo que eso es caradurismo…

-¿No cree que esos sectores estén tomando otros elementos para el análisis?

-No creo que haya otros elementos para el análisis. Hay sitios donde nosotros, como revolucionarios, hubiéramos deseado ganar y no ganamos; hubiéramos deseado ganar en Maracaibo y hubiéramos deseado ganar la Alcaldía Metropolitana, o la de Valencia, y no ganamos; nosotros no podríamos interpretar que en Maracaibo casi ganamos; la realidad es que mejoramos esa votación, y esto es significativo. Mejoramos nuestra votación en el Distrito Metropolitano y eso es significativo. Pero nosotros no ganamos en el Distrito Metropolitano. Nosotros no ganamos Valencia y no ganamos Maracaibo. Cuando aparece algún analista explicando cómo sacas menos votos y ganaste es porque estás metido en la irrealidad.

SIN DISCULPAS AL PAÍS

- ¿Quién gana y qué gana el 8-D?

-Más allá del tema ya exclusivamente electoral uno tendría que ponerse en perspectiva histórica y política. ¿Cuál es la perspectiva histórica y política? En las elecciones degl 14 de abril teníamos el corazón quebrado por la muerte del presidente Chávez; es aprovechada la circunstancia por esta derecha como la circunstancia en la cual habría que entrar a matar. Digo entrar a matar en el sentido taurino del término: sacaron la espada para liquidar la situación, y sacaron la espada en la campaña.

Tal como lo interpreta González, esa campaña implicó “muchísimo esfuerzo”, y las fuerzas bolivarianas a veces olvidan que iban con un candidato nuevo y que el adversario era “un candidato viejo”. Pero además “la situación emocional en la que estábamos, que también es una situación comunicacional y social, permite jugar con imágenes falsas, porque de hecho toda la campaña de Henrique Capriles fue impresionantemente mentirosa; lo digo sin insultar a nadie.


-¿Por qué piensa que fue mentirosa?

-Recuerdo completamente el discurso ahí de la avenida Bolívar. Decía: “Nosotros te vamos a dar casa, con la nevera, el título de propiedad, comida adentro y trabajo”. Eso se llama una mentira franca, una oferta totalmente engañosa; es decir: ahí están construidas unas casas, y unas casas que está construyendo el Gobierno Bolivariano, que las está construyendo con el esfuerzo del comandante Chavez, y son resultado de una épica en la cual nosotros nos tuvimos que montar para poder construir esas casas contra la misma oposición.

-Pero usted pone eso en perspectiva histórica.

-Fuimos en esas condiciones. Nosotros simplemente sacamos más votos, pero ese fue un momento en el que vimos efectivamente la espada de la conspiración de nuevo; porque lo que se dijo, con la fuerza además para hacerlo por toda la prensa extranjera, es que Maduro era ilegítimo. Es decir, que el resultado no servía; que Maduro había perdido las elecciones, que el Consejo Nacional Electoral había hecho fraude. Eso fue efectivamente lo que dijeron, y sobre eso llamaron a la población que había votado por ellos a que se manifestara. Ellos estuvieron diciendo hasta ahorita que Maduro era ilegítimo, y era ilegítimo porque habían perdido las elecciones. Es decir, si el Consejo Nacional Electoral es legítimo para reconocer a Antonio Ledezma, entonces la primera cosa que se tiene que decir con toda fuerza es que estaban diciendo una mentira el 14 de abril.

-¿Por qué cree que no hay una disculpa al país?

-Es una dirigencia que no tiene ética. Es decir, ¿quién no tiene ética? Yo no estoy hablando del señor que votó por ellos; yo estoy hablando de Ismael García y de Antonio Ledezma, porque todos sabían perfectamente que no había habido fraude. Todos sabían y dijeron que había habido fraude. Y no hay ninguna razón y eso es una cosa que tienen que responder ante sus electores, por la cual hubo fraude el 14 de abril y no hubo fraude el 8 de diciembre.

González rememora que, en la campaña para el 14 de abril, “la gente estaba fabricando a Maduro, y Nicolás Maduro se estaba fabricando él mismo; inventándose, prácticamente. Fue un acto de gestación heroico el 14 de abril”. Y nueve meses después, “en medio de la guerra económica, tenemos 800 mil votos más” por lo menos. Por ello el mayor triunfo del 8-D “es que estamos diciendo ‘la Revolución sigue’, y que cualquier esperanza que tenían los conspiradores, la oligarquía, de clavarnos la espada en abril, pues tuvieron que envainarla ahorita. Y envainarla completamente”.

Gracias a la victoria bolivariana, asegura, “estamos en plena normalidad en Venezuela, con gente comprando, planificando qué es lo que va a hacer en Navidad” y con la separación clara entre un país real “que va haciendo su camino” y el apocalíptico.

VICTORIA DE CALIDAD

-La calidad de esta victoria también se ha puesto en cuestión. Hay un argumento que dice que el chavismo es rural y que la oposición es urbana

-Eso es un absoluto disparate. La primera cosa que a mí me llamó la atención es la idea de la ruralidad argumentada por la oposición, porque si les parece muy rural Maracay, yo entonces no sé como les parece tan urbana Barinas. Es una ficción caraqueña la idea de que existe una Venezuela rural que queda en algún sitio muy alejado y así, por ejemplo, Guanare es una ciudad en medio de un pueblo donde no llega el periódico. Yo no sé en qué Venezuela viven. Absolutamente todas las ciudades de Venezuela son ciudades; el 80% de la población es urbana. Buena parte de nuestra población campesina es una población campesina que tiene acceso a la información y a la relación con la vida urbana.

-¿Y qué hay detrás de eso, de poner lo rural como malo, como atrasado?

-Bueno, es que también está una especie de fantasía de la clase media trasnacionalizada. Siempre uso un símbolo que fue muy potente durante los años 90 y creo que todavía para principios del siglo XXI, que es la construcción de la urbanización hacia adentro. Es la imagen de un fuerte apache, ¿no? Vivían así, trancaron la calle, le pusieron un palito que subía y bajaba y entonces salían de la camioneta con el aire acondicionado a su centro comercial, del centro comercial al colegio privado y del colegio privado al club. Había una visión del país como un país hostil que existe fuera de la frontera; la construcción del otro, de la mayoría del pueblo venezolano, es como la de la fantasía de un salvaje.

-¿Persiste eso? ¿El otro como un salvaje?

-Yo creo que sí persiste, está seriamente disminuido pero todavía forma parte de la imaginación de la clase media trasnacionalizada; con trasnacionalizada no quiero decir que sean malos o antipáticos, sino que sus condiciones de vida, sus referentes, las cosas que compran tienen que ver con las mismas que comprarían si vivieran en Guatemala, Río de Janeiro o Miami: el mismo estándar de vida, las mismas cosas, los mismos referentes.


Hay en esos sectores, advierte, “una reivindicación, una especie de ‘nosotros, los civilizados’. Esa fantasía de que hay una especie de gente elegida, estudiada, trabajadora, seria en un sitio es falsa. Es decir, nosotros tenemos gente trabajadora, estudiada, leída, honesta, seria en absolutamente todos los sectores sociales”. Por ello, señala, “andar calificando a la gente por el sitio donde vive es racismo, es segmentación social. Nosotros ahorita estamos conmemorando a Nelson Mandela y conmemorar a Mandela es conmemorar la igualdad de todos los seres humanos, conmemorar que podemos tener la esperanza de podernos ver como seres iguales”.

FASCISMO EN CIERNES

Tal como lo asevera González, “la sola referencia a la calidad del voto, como que si hubiera un voto consciente e inteligente y educado y un voto bruto, que es el del otro, es un acto de racismo que da vergüenza y que tiene mucho que ver con lo que denunciaba Nicolás Maduro en abril: no solamente es que hay un grupo opositor sino que hay una conducta fascista de grupos específicos”.

-¿Cabe esa comparación, cabe ese paralelismo de hablar de fascismo? Algunos historiadores lo cuestionan, porque decían que el fascismo estaba circunscrito a una época…

-Por supuesto que todas las cosas están circunscritas a una época y un tiempo. La humanidad está circunscrita a una época y un tiempo. Pero hay una naturaleza del fascismo… El fascismo es varias cosas: una de ellas es la expresión descarnada del capital financiero en el sentido de que hace todo sin ningún tipo de prurito democrático, pero por el otro lado es un movimiento social encarnado fundamentalmente por clases medias y grupos de la población que consideran que pueden hacer de la exclusión del otro su triunfo social.

Esa naturaleza, alerta González, se repite: “Hay sectores que se pueden llegar a radicalizar profundamente sobre la base de considerar su éxito en la destrucción del otro”. La persecución y el acoso contra artistas chavistas y sus familiares son actos “de naturaleza fascista, porque no corresponden a un enfrentamiento político sino a la negación del otro”.

Se trata de prácticas como las del apartheid, acota, en las que las personas de un color no podían compartir con otras. A las y los artistas, por ejemplo, se los “castiga” porque se han mezclado con “los otros”, los chavistas. “Esa es naturaleza de un racismo radical y es a lo que invocan cuando hablan de un voto de calidad. Aquí todos somos iguales y nosotros estamos dispuestos a batirnos como los buenos para que aquí todos seamos iguales”.


ENTRE EL 14-A Y EL 8-D

Los resultados de las elecciones del 14 de abril le insuflaron ánimos a los sectores que asumieron la política del “fuerte apache” como una forma de vida. Esa es “una cosa que está sembrada en una parte de la sociedad venezolana”, y “lo que hay es que desembrarla”, porque una sociedad no puede vivir con grupos que consideran que hay una suerte de zona prohibida en la que están los otros. Prueba de ello es cómo el antichavismo considera que fue “la sociedad democrática” la que marchó el 11 de abril de 2002 hasta el Palacio de Miraflores. Esa es “la sociedad que es buena, blanca, simpática, amable, chévere; que son seres humanos, que son los compañeros que viven del lado de adentro del fuerte apache”.

-¿Qué pasa con esos sectores con los resultados del 8 de diciembre?

-Esa es una realidad que sigue existiendo, pero que tiene un nivel de frustración que yo creo que hay que trabajar para que no se vuelva violencia.

-¿Ahorita están frustrados esos sectores? ¿Eso hay como desmontarlo?

-Yo creo que esa es la labor de construcción permanente de la sociedad; hay que desarrollar una estética en la que la gente quepa. Y yo creo que nosotros estamos desarrollando esas capacidades.

-¿Y el chavismo no excluye a ese sector?

-Tampoco uno va a andar diciendo que es que vamos a tener una sociedad idílica, en la cual a alguien no le parezca feo algún otro. Lo que nosotros tenemos que hacer es trabajar para no tener unos espacios de separación; por eso hablo de la escuela pública, de la salud pública, de la calle pública; de espacios públicos donde efectivamente la gente confluya.

EL FALSO ARGUMENTO DE LA POLARIZACIÓN

Humberto González rechaza el argumento opositor según el cual, antes del chavismo, no había polarización. Por el contrario, insiste, había una permanente negación de la otra y del otro, con medios de comunicación ligados “a un solo sector social, a un solo punto de vista que negaba todo lo demás”.

En el llamado Puntofijismo, ciclo histórico entre 1958 y 1998, la otra o el otro no tenían voz ni voto “ni ninguna capacidad de hacer”.

Como exmilitante del Movimiento al Socialismo, González pone el ejemplo de una de las campañas del dirigente socialista José Vicente Rangel, quien -cuando era tomado en cuenta por los medios de comunicación- era sometido a las preguntas más inverosímiles, los juicios más arbitrarios: “Por supuesto el tipo no existía y tenía la campaña en contra, pero es que además no le daban ni una rendija; que pregunten cuál es el tamaño de la rendija que tuvo Teodoro Petkoff después”.

En otras palabras “la expresión de disidencia, de diferencia con el estatus político-económico, o incluso con el político, solamente era mínima y con el económico era nula. Es decir, estaba absolutamente prohibido que tú hablaras en contra de una marca o de la conducta de una compañía privada. Eso todavía hay gente que cree que es una regla”.

T/ Vanessa Davies


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