Se cumplen 50 años: El Carupanazo sentó las bases de la nueva doctrina cívico-militar

Carupanazo

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Caracas, mayo 4 - Hace 50 años el capitán Jesús Teodoro Molina Villegas lideró el movimiento cívico-militar conocido como El Carupanazo, estrategia que tenía como consigna enrumbar al país hacia una verdadera democracia, lejos del “disparen primero y averigüen después”, implantado por el entonces presidente Rómulo Betancourt.

El historiador, especialista en el siglo XX, Enrique Nóbrega, hizo una retrospectiva y aseguró que en efecto El Carupanazo fue el inicio de la relación cívico-militar que hoy vivimos y se expresa en soldados que se saben y se reconocen como pueblo en armas.

“Lo importante de El Carupanazo es el inicio de esa relación Fuerza Armada-Pueblo para cambiar la dinámica política, dijo, en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias (AVN).

La medianoche del 4 de mayo civiles y militares tomaron Carúpano, mientras a través de las radios se leía el manifiesto Movimiento de Recuperación Democrática.

La respuesta de Betancourt no tardó. Envió a 3 mil hombres a poner fin a la asonada. Hubo 400 detenidos, suspensión de garantías, se ilegalizó el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, involucrados en la insurrección.

Un mes después ocurrió el Porteñazo (en Puerto Cabello), movimiento que, a juicio del historiador, debió haber sido un solo esfuerzo junto al Carupanazo, sin embargo, destaca que los participantes de ambos sucesos “tuvieron la valentía, el arrojo y se la jugaron completa” por lograr un cambio.

Raúl Zurita Daza, recuerda en su libro Víctimas de la Democracia Representativa en Venezuela, lo dicho por Betancourt en relación a la insurrección y a la masacre que ordenó contra jóvenes estudiantes del Liceo Sanz, en Maturín, estado Monagas, el mismo día de El Carupanazo.

“Frente a quienes insurjan contra el régimen democrático, frente a quienes se alcen en armas contra el gobierno legítimamente constituido, la respuesta que da y se dará es la de las armas”.

Con esto, dice Zurita, Betancourt decretaba la violación de los Derechos Humanos como política de Estado y que logró dar un viraje tras varias asonadas militares que se suscitarían en el país hasta la llegada del pueblo al Gobierno.


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