Vladimir Acosta: "Chávez hizo cosas extraordinarias pero todavía queda mucho por resolver"

Sustituir el modelo económico capitalista para dejar de ser una factoría petrolera, así como atacar la impunidad y la violencia son algunos de los temas que considera prioritarios. Sostiene que en Venezuela no se ha “tocado un pelo” a la burguesía, e insiste en ponerles coto a los banqueros

Sustituir el modelo económico capitalista para dejar de ser una factoría petrolera, así como atacar la impunidad y la violencia son algunos de los temas que considera prioritarios. Sostiene que en Venezuela no se ha “tocado un pelo” a la burguesía, e insiste en ponerles coto a los banqueros

Credito: Correo del Orinoco

29 abril 2013 - Vladimir Acosta concuerda con la apreciación de que el presidente Chávez, en estos 14 años de Revolución, hizo el trabajo más duro y difícil al echar las bases de la institucionalidad con la nueva Constitución Bolivariana; también, al derrotar todos los intentos de golpe de la derecha y del imperio, enfrentar y denunciar el poder mediático, criollo e internacional y proponer el socialismo como modelo de vida, entre otras medidas. Es decir, dejó una patria. Sin embargo no está de acuerdo con la conjetura o sugerencia periodística de que “el trabajo que queda por delante es ‘papaya”.

Invitado a formular unas cuantas apreciaciones sobre “el trabajo y la tareas que Nicolás Maduro tiene por delante”, el historiador y analista vislumbró un panorama y un cuadro económico, político y social que requieren urgente corrección de fallas y solución de errores y problemas, de manera que este proceso de cambios no retroceda.

Al valorar el papel del presidente Chávez en esa colosal tarea que comandó, Acosta menciona que hizo cosas extraordinarias y resolvió una buena cantidad de problemas. Y bajo su dirección se construyó un país distinto, con verdadera democracia, justicia social, enfrentamiento contra el imperialismo y logros sociales. Sin embargo, a pesar de este indudable saldo positivo, al Comandante le quedaron cosas pendientes.

Para Acosta los procesos revolucionarios no terminan nunca. Sostiene que “cuando uno cree que han terminado, se asientan. Las revoluciones se achantan, empiezan a retroceder y terminan, incluso, perdiendo el poder. Las revoluciones no se pueden detener. Y evidentemente los problemas de Venezuela, de dos siglos al menos, por más energía que tuviera Chávez, por más que trabajara 30 horas diarias e hiciera de todo, era imposible resolverlos en 14 años”.

Menciona el caso de la Unión Soviética que terminó derrumbándose de una manera estrepitosa luego de 75 años en el poder; de manera “que hay que estar mosca con esas cosas”.

Acosta, sentado en una de las mesitas del cafetín de la Radio Nacional de Venezuela luego de su programa de los lunes, sustenta que en el país hay una gran cantidad de problemas, que justamente van a aflorar una vez que se obtenga el triunfo electoral. Y en la vía de solucionarlos, se requiere una dirección colectiva muy amplia que es la única forma de reemplazar a Chávez. Además se requiere de una enorme capacidad para aprender de los errores, para criticar y oír las críticas, y llevarlas más allá, es decir, que se transformen en críticas constructivas. Sentencia que los problemas no se puede dejar correr más allá de la cuenta.

Acosta identifica cinco aspectos que considera clave para la consolidación de la revolución: transformación del modelo económico productivo capitalista; dar respuesta a los problemas de corrupción, impunidad y violencia; fortalecer el Poder Popular y la participación democrática, con el desarrollo del poder comunal. “Creo que por ahí van las cosas”, sustenta.

MODELO ECONÓMICO

Para Acosta hay un problema central que afecta las demás esferas y es que Venezuela, luego de 14 años y a pesar de todos los logros, sigue siendo una factoría petrolera, y aunque el petróleo sea una materia prima muy bien pagada, que genera recursos y permite saldar la deuda social, genera una estructura improductiva.

Señala que uno de los retos consiste en impulsar una economía que produzca en lo agrícola, ganadero y manufacturero y que permita atender las necesidades de la población. Admite que se han hecho esfuerzos y que la producción ha mejorado, sobre todo en el terreno agrícola, pero como las condiciones de la población ha mejorado, ya no se come koolaid con perrarina y ha aumentado el consumo, se siguen importando alimentos en cantidades considerables.

“De tal manera”, indica Acosta con ese lenguaje incisivo que lo caracteriza, “que Venezuela sigue importando alimentos, buena parte de los cuales los podemos producir. Seguimos importando manufactura y continuamos importando chucherías y cosa inútiles, así que buena parte del ingreso petrolero se va en importaciones”.

Venezuela “sigue siendo el país que saca petróleo, que en 95% del ingreso de Venezuela depende del petróleo, que tiene una burguesía que como dijo el ministro Jorge Giordani recientemente, produce 3 mil millones de dólares y reclama 30 mil millones, una cosa insólita. Esta es una burguesía que ni siquiera funciona como una burguesía productiva, explotadora pero productiva”, criticó. “Estos son chupadores del Estado, como ha sido la burguesía siempre”.

Otro flanco lo representa la clase obrera que, a juicio de Acosta, se encuentra desperdigada como consecuencia de 40 años de la Cuarta República en la que predominaron las divisiones, el burocratismo y la falta de luchas. Piensa que una de las fallas revolucionarias ha sido no haber logrado la unidad de los trabajadores “que es fundamental, porque quienes van a construir la economía productiva son los capitalistas, que ponen el capital y explotan a los trabajadores, y los obreros que producen la mercancía. De tal manera que sin esas dos cosas es difícil tener una economía que permita atender las necesidades de la población y al mismo tiempo exportar”.

Para Acosta, la entrada al Mercosur, que no es simplemente para colocar petróleo implica un esfuerzo enorme y un cambio de mentalidad. Por un lado se requiere una cierta capacidad productiva que el Estado por sí solo no está en capacidad de satisfacer. Entonces, se interroga: “¿Quiénes son los productores, de dónde va a salir esa capacidad productiva?”.

Acosta no cree mucho en el sector empresarial venezolano, aunque con sus excepciones. Se apoya en la experiencia.

“¿Quienes son? Porque la verdad es que con estos bandidos, enemigos rotundos de la producción nacional, importadores, saqueadores, especuladores de dólares, es difícil que se pueda contar con ellos. Chávez lo intentó varias veces. Una vez hasta les propuso a los empresarios: vamos a construir el socialismo, pero a la semana tuvo que decir ‘ustedes son unos bandidos’ porque lo que estaban eran especulando. Aquí se trató de crear un sector empresarial productivo y buena parte de ellos resultaron unos bandidos que están exiliados en Miami. Esa es una tarea dificilísima y no es una tarea inmediata, pero hay que emprenderla, hay que emprenderla sistemáticamente; aquí se ha hecho eso, más bien convulsivamente”, señala.

Agrega que en estos años se ha estimulado la producción nacional, pero que no ha sido una política sistemática. Se requiere una transformación que implique una política sistemática.”Esa es la tarea más difícil que yo veo, para garantizar que este proceso se profundice y avance”.

LA TALLA DE CHÁVEZ

Acosta explica que es necesario darles continuidad a proyectos y planes que se crearon y se quedaron a medio camino. Por otro lado están las misiones que deben profundizarse, garantizar su funcionabilidad y armonizarla con la estructura del aparato burocrático estatal que es capitalista.

El otro dilema se refiere a cómo avanzar con el Poder Comunal, que no se puede integrar al estado en términos de dependencia, porque se burocratiza y se convierte en una estructura paraestatal.

“El Poder Comunal es el poder del pueblo”, indica. “Si vamos a avanzar hacia una sociedad justa, una sociedad que tenga ciertos perfiles socialistas, o que apunta hacia esa dirección, hay que desarrollar el poder comunal y esa es una tarea descomunal. Y eso si es verdadero protagonismo popular. Es decir, el pueblo tomando decisiones”, sostuvo.

“No basta con que el pueblo asista a grandes mítines. Lo convocas y van millones, pero ¿qué hacen ahí? ¿Aplaudir al candidato, oír propuestas? Lo importante es que el pueblo sea constructor de la propia política, de sus propias cosas, en asambleas, en las comunas, en distintos niveles y en espacios de crítica constructiva donde la gente sea escuchada”.

En todo este cuadro, con sus tonos grises y claroscuros, Acosta vislumbra capacidad de maniobra y encuentra espacio para el optimismo. Afirma que con el apoyo popular que se tiene, con el respaldo de la Fuerza Armada, con el logro y el legado vivo de Chávez, se pueden emprender los cambios necesarios y una de las medidas es “tocarles los intereses a los grupos dominantes”, y sobre todo poner orden en el sector financiero y bancario.

“Aquí no se le ha tocado un pelo a la gran burguesía. Ha habido enfrentamientos circunstanciales con un banco, con un grupo burgués. Chávez lo decía: ‘estamos en un país capitalista’. Yo lo he dicho montones de veces también, estamos más capitalistas que nunca. Entonces aquí los bancos hacen lo que les da la gana”, cuestionó.

“Yo fui uno de los que los denunció, que de alguna manera sirvió para evidenciar lo que estaban haciendo, acabando con las cuentas de ahorro, robándole los intereses a la gente, manipulando los créditos productivos a los agricultores y los campesinos, porque prefieren que los créditos vayan a otros empresarios que están metidos en burbujas inmobiliarias y cosas por el estilo. Hay que poner orden en los bancos y los monopolios”, consideró.

Estima que la verdadera transformación del país está esbozada. Ahí emerge la inmensa labor de Chávez. Basta, indica, echar la vista 15 años atrás, ver lo que era Venezuela y compararla con lo que es ahora para ver la talla de Chávez, la inmensidad de su obra; esa obra debe ser profundizada con una dirección colectiva; con el concurso del pueblo, del PSUV, el Polo Patriótico.

“Tiene que abrirse una enorme discusión constructiva, colectiva, sobre lo que hay que hacer. Yo he estado diciendo algunas cosas que tengo en la cabeza, en algunas pueda que esté equivocado, pero tengo cómo argumentar a favor de ellas”, alegó.

-¿Cómo hacer con la clase media?

-Ese es un problema difícil. Aquí se generó un enfrentamiento que condujo a una ruptura radical de esa clase media con este proceso, en buena parte porque ella está verdaderamente colonizada y se hace muy difícil recuperar su participación. No es imposible, pero se hace difícil. Y esa clase media, al menos parte de ella, es importante.

Acosta refirió que, “en un proceso de construcción de una sociedad democrática, los cuadros, los técnicos, los profesionales, evidentemente son una parte importante”. A ese sector se lo debe ganar “para un proyecto patriótico, nacionalista, democrático como este, y que eso no se convierta en un instrumento de ablandamiento o de retroceso. Allí hay que saber manejarse políticamente, para incorporarla a tareas productivas, a tareas transformadoras”.

MORDAZ Y DIRECTO

En la promoción que en Radio Nacional de Venezuela se hace de Vladimir Acosta, se le señala como “mordaz, directo, didáctico. La realidad se asoma en su análisis con toda la agudeza que requiere el inicio de la semana en el canal informativo de RNV Radio”.

Falta añadir que tiene una voz suave, un humor ácido y una pequeña tosecita que lo interrumpe de cuando en cuando.

LA CRIMINALIDAD “ES UNA DE LAS COSAS QUE ESTÁ CORROYENDO ESTE PROCESO”

Sostiene Acosta que el problema de la criminalidad “es una de las cosas que está corroyendo este proceso” y que se cometió el error de pensar que desaparecería con las políticas de inclusión social, lo cual a su juicio es utópico ya que la violencia tiene otros componentes asociados al individuo y las estructuras capitalistas como el individualismo, el egoísmo, el billete, los atropellados”.

“Eso se subestimó y la oposición lo convirtió en bandera. Llegó un punto en que el problema de la violencia alcanzó una magnitud difícilmente controlable. Ahí está lo que ha pasado en las cárceles y la violencia cotidiana, que la derecha especula, exagera”, expresa.

Para Acosta, el problema central, estriba en que hay que tomar medidas y le complace que Nicolás Maduro las haya anunciado.

Una de las contradicciones que ha observado es que pasamos de policías asesinas, como la PM, que se tenían en la Cuarta República, a policías “comeflores”, con el agravante del fenómeno de “la matanza de policías”, en manos del hampa.

“Van ciento y pico de policías asesinados en un año, récord mundial”, alertó. “Aquí matan y matan policías para robarle las armas, y a veces hasta por gusto, y eso se ha convertido en algo normal. Está llegando a unos niveles inaceptables. No es que la policía debe dedicarse a matar, pero la policía, que de alguna forma es nueva, democrática, tiene que imponer cierto respeto”.

Otro aspecto, vislumbrado por Acosta es esa especie de división del trabajo entre hampa y policías: cuando los maleantes están desatados, los policías están durmiendo. Los hampones duermen durante el día y salen de noche, y los policías trabajan de día y duermen de noche.

IMPUNIDAD

Para Acosta otro problema gravísimo es el de la impunidad. Y pone como ejemplo el caso del Sitme y los dólares entregados a empresarios y banqueros y eso se convirtió en una robadera, con la pérdida de casi 20 mil millones de dólares en dos años y medio. Y no hay nadie preso.

“Entonces”, señala a manera de conclusión, “hay que tomar medidas urgentes contra la corrupción, contra la impunidad, contra la violencia, para sanear un poco este proceso, al mismo tiempo que se emprenden los cambios. En todo caso, lo que tenemos por delante no es una papaya sino una tarea descomunal. Va a hacer falta Chávez, pero lo inevitable es inevitable. La falta de Chávez se llena con dirección colectiva, con participación y protagonismo popular, con crítica y autocrítica y con una apertura que apunte a conocer los problemas, enfrentarlos y fijarse plazos para cumplirlos”, dice.


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