El Musiú del Hato El Cedral: entre atardeceres, babos y anacondas

Los babos, primos hermanos de los caimanes

Los babos, primos hermanos de los caimanes

Credito: AVN

Caracas, 27 Dic. AVN.- Víctor aplaude desde tierra firme y el agua verde de la laguna comienza a agitarse lentamente. Los babos, primos hermanos de los caimanes, asoman las cabezas porque el sonido indica que es hora de comer. Víctor, que desde hace años convive con babos, anacondas, pirañas y chigüires, emite un sonido gutural que sale de lo profundo de su garanta. Entonces el agua se agita más y seis o siete reptiles se acercan a la orilla.

Hace tres décadas, la familia Delgado daba a luz a Víctor Argenis, más conocido como "Musiú", que como bien lo dice, es "nacido y criado acá", en el Hato El Cedral. A los 11 años empezaron sus primeros pasos como guía turístico del Campamento Matiyure, que actualmente forma parte de la Empresa Socialista Ganadera Agroecológica Bravos de Apure (ESGA-BA), que funciona desde hace cuatro años en los llanos apureños.

"Mi padre todavía labora aquí, tiene 48 años en el hato y 71 años de edad. Mi papá fue operador de máquinas pesadas, algunos de los terraplenes fueron fabricados por él", recuerda.

Pese a los años, Musiú no ha cambiado su cara morena, con ojos claros y una sonrisa permanente. Aunque mide casi dos metros de estatura, tampoco ha perdido ese aire infantil que lo convierte en un niño grande.

"Crecer acá fue maravilloso, esto hay que vivirlo, es muy bueno. No tengo mi bachiller pero tengo tercer año. Empecé a trabajar, los dueños (del hato) me cogieron confianza. Un niño de 11 que cargue turistas en los camiones es porque tiene que ser responsable", dice con orgullo.

De su infancia rememora cómo era el entretenimiento cotidiano, cuando "me la pasaba con los animales. Tenía loros, guacamayas, pericos. Desde que uno nace va aprendiendo lo que es la fauna silvestre".

Musiú sigue con su mismo trabajo: trasladar a las personas que llegan a Matiyure por uno de los seis paseos que ofrece el complejo turístico. En camiones acondicionados, los acompaña por la sabana, camina entre pantanos o se convierte en el capitán de la lancha que se abre paso por las lagunas rastreando caimanes y anacondas.

Pasadas las ocho de la mañana comienzan sus labores, en este caso con dos turistas a los cuales va a hacer caminar un buen rato. El objetivo principal es encontrar una anaconda, búsqueda que explica de manera sencilla: "Para encontrarlas me pongo mis botas, me meto al agua, agarro un palo y empiezo a chuzearlas. También se pueden encontrar babos enterrados. Las anacondas son blanditas, entonces se mueven en los pantanos, pero si es un babo al puyarlo sale de una".

Después de casi una hora de caminata no ha aparecido nada. Musiú no pierde las esperanzas y suelta una frase que describe la situación: "Vinimos por anacondas y no encontramos ni lombrices".

Antes de retornar al camión, hunde el palo sobre las matas que flotan en el agua y algo se mueve. Sin perder un instante mete una de sus manos y en un movimiento rápido caza algo. Un babo de poco más de 30 centímetros ahora se refleja en la luz del mediodía. Para agarrarlo, enseña Musiú, con una mano se sostiene por la cola y con la otra se agarra del cogote, ejerciendo fuerza con el dedo pulgar sobre la cabeza del animal.

"Los turistas se van muy contentos y mandan a más gente y amigos, sobre todo los europeos. Inclusive hay turistas que han llorado, se les salen las lágrimas porque de verdad, verdad, la emoción que ellos agarran es grande", afirma durante el regreso al campamento.

Sobre los nuevos tiempos que vive el Hato El Cedral, con la creación por parte del Estado venezolano de la empresa Bravos de Apure, este llanero considera que todo es muy distinto.

"Yo vengo de la otra empresa -señala- y ahora tenemos más beneficios que no teníamos. En la antigüedad, no digo que haya sido esclavitud, pero era más básico, no como esto que inventó nuestro presidente. Ahora tenemos más beneficios, sobre todo los hijos de los trabajadores".

Antes de la despedida Musiú responde si viviría en otro lugar. "Cuando viajo a Maracay o Caracas a visitar familiares, ya me quiero volver. Allá no se ve el atardecer", responde.

 



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