LA MUERTE DE LA MARCHADERA

No hubo muertos ni heridos y por lo tanto la marcha del 11-J fue un fracaso. No se quedaron plantados frente a Miraflores como aspiraba el señor Marín de AD, hasta que el "Tirano en Jefe" renunciara o se fuera, y por eso fue un fracaso. De modo que queda de manera evidente que el gobierno el 11-A en absoluto podía estar colocando francotiradores, disparando a mansalva contra unos ciudadanos (cuando nunca en el pasado lo había hecho) ni ordenando que se matara a alguien por cuanto si se hubiese concluido el recorrido tal cual como se había planificado, sin dirigirse a Miraflores, el resultado habría sido el mismo que se dio el 11-J: sin víctimas de ningún tipo, y la consecuencia inmediata por lo tanto habría sido la rotunda y definitiva derrota de la llamada Huelga General.

Eso sí, los Cuatro Canales del Apocalipsis se convirtieron otra vez, como dice Vanesa Davies, en una foto fija. Otra vez comenzaron a celebrar la pronta caída del gobierno, por la vía que fuese. Otra vez llenaron de sangre y con sabor de fuego y pólvora los ambientes de sus programas recreando imágenes del pasado, y exigiendo que el presidente se fuera. Otra vez montaron sus discusiones y debates políticos sólo con gente de sus bandos, presentando un panorama tenebroso de la Nación, y llamando al desconocimiento de la ley y de la Constitución. Y como había sucedido los días previos con la macha del 11-A (con lo de "Así es la Noticia"), se produjo un atentado contra un medio privado, ahora contra Globovisión, y en momentos cuando el ex presidente Carter estaba en Caracas.

Pero mientras esto se daba en la capital, el resto del país permanecía en calma, casi totalmente indiferente, que yo creo que fueron poquísimos los que siguieron estos por televisión o por la radio, y si lo hicieron fue como sabiendo lo que se iba decir, nada nuevo; como tomando la marcha por un cuento repetido, demasiado contado. Ojalá los dueños de los medios fueran lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de esto: Sus audiencias son ya fijas, inalterables, y no tienen ya ninguna posibilidad de influir en la mayoría de la Nación. Son un partido cuyos miembros están de antemano anotados con sus pareceres, pero carecen totalmente de fuerza y de convencimiento en la opinión pública, y para aquellos que ya saben qué es lo que buscan, que intereses económicos y políticos persiguen sus mensajes.

Antonio Ledezma que deliraba también porque aquí continuaran los ríos de sangre del 11-A, decía que el gobierno no había podido accionar sus armas de un grupo de francotiradores que ya estaban preparados en Carmelitas para atacar otra vez a los manifestantes de la Oposición. Lo decía con profundo convencimiento. A eso hemos llegado, a una total irresponsabilidad en cuanto se invente, en cuanto se le ocurra a estos políticos de partidos mil veces derrotados y que ven en estas muchedumbres otra posibilidad de resurgir en sus pretensiones, de renovar sus altos cargos en la futura lid electoral para escoger alcaldes, gobernadores o presidentes.

Nada de malo tiene que se marche, que los que quieran podrían marchar todos los días (que por lo que se ve además esta gente con su marchadera como que no trabajara, que no tuviera otra dedicación y pensamiento que querer salir de Chávez a cualquier costo), pero que se haga en paz y con respeto a la Constitución. Lo grave es lo que está detrás de esas desaforadas y perniciosas maneras de protestar, pensando en sublevaciones de cuarteles, en destruir la economía del país para desacreditarnos internacionalmente, en hacer llamamientos a la desobediencia a las leyes de la república, y propugnar un total estado de enfrentamientos que terminen en la locura de una guerra civil.

Si algo ha demostrado esa última marcha es de qué lado están los verdaderos violentos y facciosos y el 11-J, Elías Santana trató de presentar un deslinde entre su grupo y la gente de Justicia Primero que corrió a provocar de manera feroz y peligrosa de alterar la paz apostándose en la Base militar Generalísimo Francisco de Miranda.

La marcha del 11-J fue, insisto, otro intento desesperado por repetir los sangriento sucesos del 11-A que tan buenos resultados le había dado a un grupo de golpistas. Quisieron poner a temblar al país y que la gente se llenara de terror en sus casas. Fue otra vuelta de tuerca más en la dirección de una alarma funesta y criminal, de la angustia generalizada que lleve a compras nerviosas, del caos en la administración pública y paralización del país, de la confusión y de esa tentadora oferta que como digo nos llegue de una vez por todas a una guerra civil. Porque ese es el único camino por el que pueden volver por sus fueros los Escovar Salom, los Carlos Andrés Pérez, los Ramos Allup, William Dávila Barrios, el cura Calderón, Curiel, los Poleos, Ochoa Antich, Huizi Clavier, etc.

Ya no interesan elecciones, ya poco importan los referenda, los torneos electorales. No, y mil veces no, el único camino es que haya más muertos en la calle, más chorros rojos regando de desolación las marchas contra el gobierno para que a Chávez lo saque una intervención de los marines de EE. UU.

A última hora, apostados los de la 11-J en La Carlota suspiraban con desenfreno porque se desatara un golpe de Estado y cuando alguien dijo que eso podía darse por la noche hubo aplausos. Liliana Hernández vociferaba con sus venas del cuello brotadas diciendo que Chávez es un asesino. Que Chávez como vil cobarde había ido a meterse bajo las piernas del General Baduel para que lo defendiera. La gente que estaba allí comenzó a corear: "Chávez está cagao", Chávez está cagao", y Liliana Hernández eufórica se contoneaba, micrófono en mano en el entarimado, siguiente los compases del vulgar sonsonete.

Ya poco antes, cuando grupos dispersos de la marcha entraron en la avenida Francisco Fajardo, William Dávila apareció como dirigente máximo de aquella perturbación, diciendo lo mismo: "Chávez como un cobarde está escondido en Maracay."

Cierto es que los que iban en la marcha son venezolanos y tiene todo el derecho a protestar, y a disentir del gobierno. Pero lo que allí se vio por las pancartas que usaban, por los muñecos que esgrimían, por el vocablo utilizado, por sus consignas, al parecer en Venezuela no hay realmente problemas. Parecía aquello una esas comparsas de carnaval que se dan en Río de Janeiro. Todos muy bien vestidos deportivamente como si hubiesen cogido un día de paseo por un Centro al que detestan, pero que, bueno, van en compañía de muchos amigos, y hacer ejercicio no está mal. Con pitos y gorras para el sol, chaquetitas de diversos modelos importadas, buenos zapatos de tenis, franelitas de cuadros de marca, anteojos oscuros y hasta un poco de vino en botas con bocadillo para cuando el hambre apriete.

Todo el problema se reduce a un hombre y en cambiando a este hombre la paz brillará, los inversionistas correrán hacia nuestro país a traernos dólares frescos y abundantes como en otros tiempos, desaparecerán los cerros de Caracas que ellos mismos ayudaron a levantar, no habrá miseria y seremos fuertes como en la época de Carlos Andrés Pérez o Caldera. En aquellos tiempos cundían las crisis bancarias, con pánico en los que tenían sus cuentas en los bancos, y que ahora no se dan, pero no importa, hay que seguir insistiendo en la salida Chávez.

Entonces cada semana los abastos quedaban arrasados por las compras nerviosas, pero no importa que eso ahora así no sea, pero hay que matar a Chávez.

En aquellos tiempos las protestas estudiantiles eran el pan nuestro de cada día con varios jóvenes asesinados por la policía, y aunque esa no es la nota de ahora, sin embargo hay que salir de Chávez.

Bajo la férula del puntofijismo los sueldos estaban por los suelos, las huelgas universitarias duraban cuatro y seis meses, la inflación devoraba las pocas reivindicaciones salariales, y aunque ese no es el caso del presente, no importa Chávez debe renunciar.

En las cárceles se calcinaban los presos, y hasta los brujos temblaban cuando hablaban someramente mal de presidente de la república, y hoy cualquier ganapán profiere los más horribles inventos e insultos contra el presidente, juzgándole de asesino, acusándole a mansalva sin fundamento alguno de estar destruyendo y matando gente y de cuanto crimen imaginario invada la mente de sus enfermizos opositores, pero así y todo exclaman que no tenemos libertad de expresión, y que Venezuela gime bajo la bota de un feroz sátrapa.

Las ciudades están abarrotadas de carros de lujo, los maestros y secretarias (¿cuándo un maestro podía antes comprarse un carro?) tiene la posibilidad de adquirir un vehículo, y aun cuando hay pobreza, muchas familias necesitadas han conseguido un techo y un automóvil y los más pobres están llenos de esperanzas, y son los pobres los que salen a dar el pecho por la Constitución, cosa nunca vista en ningún país latinoamericano. Pero así y todo, Chávez es otro Hitler, otro Stalin.

Cuando vi las imágenes de gente que iba en la marcha del 11-J, me invadió nuevamente la tristeza: era gente confundida y manipulada en su inmensa mayoría (que de buena considera que Chávez debe irse para que todo se arregle), mezclada con la escoria más nefasta del pasado político nuestro, con lo más horriblemente negativo de esta tierra, gente plagada de venenos viscerales que les brotan por los poros como lava corrosiva y brutal. Es decir una pequeña porción de gente mala y malévola, pero en fin también venezolana, que no quiere del todo perecer en medio de los cambios que se están dando. Tiene derecho a sus últimos estertores, pero lo peligroso es que sea la que asuma la dirección de estas marchas y protestas. Eso es lo que debe saber definir la Oposición decente para que realmente se le abra la esperanza a los que realmente desean otra manera de que se gobierne al país sin Chávez.

Yo creo que ha llegado esa hora para la Oposición decente, sana y humilde, que se deslinde de una vez por todas de los que andan suspirando por muertos, por salidas golpistas, por el terrorismo mediático y la destrucción de la economía del país y procurando dar una imagen de desquiciamiento nacional en el exterior.

Ha llegado la hora, que así sea.



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José Sant Roz - Profesor de la Universidad de Los Andes

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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