¿Qué pasó con la crisis?

Las cosas irremediables que tienen que suceder, producidas por el desarrollo de cualquier proceso, muchas veces no quieren ser aceptadas por quienes son parte de él, tratan de darle a la cotidianidad un aroma inmortal y la costumbre de que nada pasará. Un valor que espante el destino final.

Trataba de explicar en una conversa con una amiga lo que es el ser humano dentro del universo que habitamos y las consecuencias de su hacer sobre el medio en el que vivimos, no se me ocurrió otro ejemplo que fuera menos fatídico que compararnos con las células cancerosas y su efecto dentro del organismo humano. Una célula cancerosa es una célula que se reproduce y multiplica más allá de su cantidad necesaria para mantener la salud del organismo, una vez que ya tiene saturado el órgano en donde aparece, hace metástasis en otros órganos y continúa invadiendo paulatinamente todo el organismo repitiéndose incansablemente hasta colapsar el funcionamiento del sistema de nuestro propio cuerpo y terminar imposibilitando su buen funcionamiento y provocando la muerte. Me resulta terrible la comparación, pero ¿no se nos hace similar lo que una célula cancerosa hace a nuestro cuerpo con lo que como especie le hacemos al planeta?

Tratando de entender mejor me preguntaba: ¿por qué razón una célula cancerosa comienza a repetirse y repetirse? No podremos saber la respuesta en lo que respecta a una célula, pero puede que tengamos mejor fortuna si buscamos esta respuesta a nosotros como especie.

El salto cualitativo de nuestras capacidades como seres vivos nos permitió una gran diferencia al resto de las especies vivas que nos acompañan sobre este planeta hermoso: aprendimos a crear herramientas y a transformar el medio utilizándolas, esto permitió que uno de los seres quizá menos fuertes en lo físico haya logrado someter al resto de las otras y dominarlas, someterlas y hasta hacerlas desaparecer. En el comienzo esto sucede dentro de lo que hoy podemos recordar como la vida salvaje, cuando compartíamos más de cerca con el resto de las especies, pero con unos milenios de desarrollo, esta capacidad transformadora se convirtió en grandes ciudades, donde sólo vivíamos nosotros. Quizá dimos cabida a las especies de las que precisábamos para alimentarnos como reses, aves y productores de leche y a otras que nos recordaran de forma romántica a nuestros compañeros: los canarios, los gatitos y los perros. Pero ya quedó marcada una diferenciación que nos separó de forma tajante de nuestro origen. Ciudades y más ciudades hicieron países, imperios, megalópolis, rascacielos, aviones, tractores, barcos, automóviles, cohetes espaciales y toda la infinidad que significa nuestra sociedad.

¿Hemos sido similares a esa diminuta célula cancerosa? Obviamente que es fácil entender el porque nos reproducimos de manera arremetedora e invadimos todos los espacios del “cuerpo” al que pertenecemos: todo este desarrollo que empezó cuando aprendimos a espantar a las fieras con un palo, luego a enfrentarlas con dagas y cuchillos y que hoy llegó a ser una industria bélica tan desarrollada y peligrosa, estaba motorizada y lo sigue estando por la búsqueda de poder y riqueza, por la dominación no solo del medio ambiente sino de los más poderosos de nuestra especie sobre la gran mayoría de nosotros, el dinero, ya no como un signo de cambio, sino como valor absoluto de poder, es lo que nos convirtió en el gran monstruo que somos. Podría sintetizar diciendo que dañamos el órgano del que somos parte, es decir la raza humana y que ya hicimos metástasis en todos los demás órganos, que somos el cáncer del planeta.

Día a día hoy flotamos sobre el oleaje de terribles problemas: los de nuestra sociedad que se descompone de manera cada vez más calamitosa, que avanza hacia un colapso en donde ya no puede seguir este camino de dominación y explotación sin producir valores de miseria, hambre, destrucción, guerras, ya casi insoportables, y los problemas que provocamos sobre nuestro clima y el equilibrio ecológico del sistema al que pertenecemos, ya esta descompensación climática comienza a afectarnos y a poner en riesgo nuestra vida y la del planeta que habitamos.

Entiendo que este ejemplo que escribo hoy resulta pesado y desconsolador. Mirarnos y aceptarnos como el cáncer del planeta es una visión deprimente pero nada lejos de ser realidad. Por ello titulé mi artículo ¿qué pasó con la crisis? Pues cuando escucho la palabra crisis siempre recuerdo que los chinos legendarios nos dicen que en las crisis es donde se pueden gestar las grandes transformaciones, que ellas son puertas a los grandes cambios.

Yo seré creyente y amante de mi propia especie hasta el día de mi muerte. No dejaré de tener una enorme fe en que a pesar de todo el dantesco presente, seremos capaces de sobrevivir esta terrible crisis y superarla, creo en las capacidades de sanarse del mundo y el universo en que habitamos y de revertir tantos siglos de daños que hemos producido. Pero nada podrá ocurrir sino creamos una base común en la que la gran mayoría nos podamos unir, un gran objetivo: tenemos que crear conciencia de enfermedad, tenemos que entender que esta desviación persiguiendo valores de poder y dinero que hoy termina llamándose capitalismo imperialista, es un terrible mal que nos puede aniquilar a todos sino logramos vencerlo y encontrarnos en un nuevo modelo de sociedad en donde lo humano, el humanismo que es el amor a nosotros mismos, se una al amor al resto de este universo, del que hace ya tantos años olvidamos que somos parte.

La crisis debe abrirnos una puerta a la esperanza, todas y todos los que terminan siendo sus víctimas, los mil doscientos millones que viven muertos de hambre hoy día, los millones de desempleados, los oprimidos y explotados que van diariamente a vender su trabajo a los pocos que se enriquecen y nos destruyen, todos debemos tener conciencia de la terrible enfermedad que nos afecta y que amenaza a nuestro mundo y todas y todos debemos asumir el compromiso de lucha por crear el socialismo, la unión mundial de naciones, la nueva visión de la mujer y el hombre nuevo, la revolución libertaria que marcará el fin de esta pesadilla y el comienzo de un nuevo tiempo.

Venceremos.

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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