Entre el querer ser y el querer tener

Carlos Marx habla en sus cuadernos filosóficos, de cuando se transformó el valor de uso en valor de cambio, dice que allí empezó la enajenación de la humanidad. En ese momento nace la plusvalía.
  Si bien se habla en libros de la “sociedad de consumo”, esta enajenación por la riqueza material, este no valorar lo espiritual sino lo material, el deseo insaciable de acumular y acumular, esta anormal compulsión por la riqueza, data de milenios antes de nuestra “sociedad de consumo.” Que sea tan milenaria no la excluye de culpa, que acompañe al hombre desde su nacimiento, no significa que no tenga que revizarse y superarse, que se considere un lastre, una enfermedad terrible de donde nacen espantos dantescos como el individualismo, personalismo, egoismo, la trampa, el robo, la explotación, el esclavismo, la dominación y tantos males que cada día nos acercan más al borde del abismo final.No he encontrado en ninguno de los libros que he estudiado donde se trate esta patología como una adicción.Carlos Marx habla en sus cuadernos filosóficos, creo que en el segundo cuaderno,  que cuando se transformó el valor de uso en valor de cambio empezó la enajenación de la humanidad. En ese momento nace “la plusvalía”, en ese momento el acumular unidades de cambio, monedas, piedras preciosas, oro,  inicia la enajenación que en estos milenios, como una gran bola de nieve, enajenó a la humanidad, anteponiéndole las ansias de riquezas materiales a cualquier valor esencial de nuestra especie: la solidaridad, la hermandad, la espiritualidad.

El notable siquiatra cubano Ricardo González Menéndez nos dice:

“De forma solapada, de la misma manera que el tabaco, el alcohol y otras sustancias químicas, penetraron la sociedad hasta devenir en azote, por el daño que causa su uso abusivo y poder “adictógeno”, determinadas costumbres y hábitos no relacionados con sustancias psicoactivas han empezado a llamar la atención internacional al determinar las llamadas “adicciones comportamentales”. Entre ellas se cuentan las adicciones al sexo, al agua, a los alimentos, a las compras, al fuego, al trabajo, a la televisión, a los juegos electrónicos, al jogging y a Internet.”

La verdad es que no deja de parecerme el mejor sitio donde escribir en mayúsculas y en primer lugar al “CAPITAL”

Dejaré a su conciencia, amigo lector, el análisis acerca de este punto, diga usted su apreciación personal si le parece o no que el “dinero” es un elemento exógeno que cambia la conducta del ser humano. Solo salga a la calle este día con esa pregunta en su cabeza y yo me ahorraré bastantes páginas tratando de explicar lo obvio.

Todo este tema que empezó con los “Óvolos” griegos o los “Daricos” en la Persia de Darío, se ha ido transformando en una enredada y sofisticada variedad de “sustancias económicas” como Plazos Fijos, Bonos, Cédulas Hipotecarias, etc, etc. Una gran variedad de distintas denominaciones de lo que insisto en llamar la mamá de las drogas: el Billete, el Capital, que no solo dislocó el devenir del desarrollo de la humanidad sino que lo determina actualmente de manera tajante.

Estos disvalores, por supuesto que cambiaron las conductas, que marcaron la genética del ser humano, al igual o más que como lo marcan las consideradas sustancias especificadas como “drogas”. La pérdida del sentimiento gregario, solapado por el individualismo, la pérdida de la solidaridad, derrocada por el egoísmo, el ensimismamiento, el personalismo, el pelear por “tener” más que los demás, el ansia irrefrenable de tener, de sobresalir, el valorar más lo personal que lo social, generaron en la conformación económica en que vivimos una matemática excluyente, una manera de gobernarnos no en función del bien social, sino del aprovechamiento individual o el de consorcios o grupos financieros, que menoscabaron la necesidad de brindar a todos un derecho justo a la felicidad.

Quiero que tengamos claro entonces que nuestra sociedad viene siendo deformada y afectada desde milenios antes de Cristo por una primera adicción: la adicción al dinero y al poder. Esa adicción se manifiesta diariamente en nuestro planeta, no conozco nada más venenoso que un billete de un dólar, es una enfermedad que nos tiene en riesgo hasta de desaparecer como especie.

Solo la creación del SOCIALISMO es la única puerta para salir de esta pesadilla y restituir a nuestra especie nuestros valores naturales, espirituales, como seres humanos y parte del hermoso universo que habitamos. Para solucionar los problemas que a diario vivimos con tantas drogas, debemos comenzar por entender que todas ellas son motorizadas por estos antivalores que nacen de la raíz del CAPITALISMO y que sólo nos queda esta salida: la nueva sociedad socialista: el querer ser antes que el querer tener.


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Raúl Bracho


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