Formación del hombre nuevo y “reformismo” revolucionario

Muchos intelectuales de izquierda que, aun militando muchos años en  sus partidos, jamás estuvieron ante la más mínima posibilidad de hacer posible “su” revolución, son quienes hoy escriben y proclaman posturas críticas al proceso que llamamos Revolución Bolivariana, acusándonos de ser reformistas y para nada revolucionarios. Hasta dicen que las reformas tienen un carácter “altamente contra revolucionario” y para no excluirlo, nos acusan de tan sólo estar creando una “boliburguesía” o una nueva clase burguesa socialista.

Dichas posiciones, a mi criterio, sólo le hacen el juego al enemigo y denotan dos cosas: el resentimiento de una intelectualidad de izquierda no comprometida y su incapacidad de tener una visión histórica de los eventos que vivimos que por demás, en su andanada de descalificaciones, sólo alimenta confusiones y pasan a engrosar el parque del armamento del enemigo. 

Probablemente fue esa premisa de que existe un modelo “único” de revolución o un manual específico para su sostenimiento, lo que impidió a todos estos partidos el no poder dejar de ser una minoría insignificante e incapaz de “mover” el panorama político, a pesar de la gran formación “ideológica” de su dirigencia en los años previos a nuestro proceso. 

Los acontecimientos de la Revolución Bolivariana en Venezuela no sólo han logrado, con un modelo inesperado, la toma del poder “político” en nuestra patria, sino estimular un viraje a la izquierda en casi la totalidad del continente y de manera radical en varios países de nuestro sur y de la América central.

El fenómeno Bolivariano, encabezado por el coronel Hugo Rafael Chávez frías, desde su intentona de golpe de estado, escribe un camino sorpresivo en el hacer histórico político. Desde aquella intentona, que respondiera a la rebelión espontánea de las masas trabajadoras ante la entrega del gobierno de Carlos Andrés Pérez  al FMI y que se expresara en lo que recordamos como el “Caracazo”, son innegables los cambios en el rostro de nuestra América, no reconocerlo o darles la trascendencia que se debe es imposible para cualquier revolucionario comprometido.  

La historia no dibuja repetitivamente sus páginas, es la suma de sucesos y fuerzas contenidas, que se convierten en transformaciones acompañadas del devenir particular de cada situación. Obviamente que Hugo Chávez Frías es la persona que  recibe, entiende, asume y pone en marcha, el cargamento espontáneo de aquella respuesta popular. En el Caracazo comienza el cambio de la historia, no sólo venezolana sino latinoamericana. 

La decisión posterior del Coronel Chávez a dar la batalla desde los patrones electorales de aquella democracia representativa, oponiéndose al concepto “guevarista” de las revoluciones armadas, rompe paradigmas y le deja en sus manos, aquel Diciembre de 1.999, su primera y enorme victoria: el triunfo electoral, la aglutinación de toda la fuerza descontenta de las masas a su alrededor y el poder político. 

Tener el poder político, no es tener el poder, es lo que es, es tener la presidencia del país, pero el país sigue siendo el mismo, el poder político convive con otros poderes: el militar, el económico y el religioso entre los más importantes dentro de nuestro territorio, sin dejar de tomar en cuenta los poderes internacionales. De manera que saber lo que se había logrado y lo que no se había logrado fue una de los aciertos de nuestro comandante,  su mirada se enfiló hacia dos objetivos, paliar el hambre y la pobreza, que se hallaba en más de un 80 % y apuntar a la toma del poder económico: PDVSA.

Es una historia conocida por todos,  el golpe de Abril, la huelga petrolera, no impidieron que nuestro Coronel obtuviera la victoria. Se logra el poder sobre las millonarias ganancias de la estatal petrolera, un arma indispensable para seguir la lucha. 

En un escenario convulso y de arremetidas nacionales e internacionales, las batallas no han sido fáciles.

Hay que dejar claro y no olvidarlo nunca, que Venezuela llegó al poder político sin una fuerza revolucionaria preparada, llegó como expresión de un rechazo espontáneo, por la ira y la rabia contenida en la población. Crear conciencia revolucionaria, crear la vanguardia revolucionaria fue y sigue siendo primordial, crear el poder popular, expresado hoy día en el poder comunal, es el camino por el que andamos. 

La marcha de la Revolución Bolivariana está signada por estas premisas, primero que se debe a un ordenamiento “democrático” que de romperse o forzarse, sólo daría el justificativo tan esperado por la derecha nacional o internacional para invadirnos bajo la acusación de dictadores castro comunistas y segundo: no se avanzará hasta que no se fortalezca una mayoría proletaria concientizada. 

Del libro “¿Que hacer?” de Lenin quiero citar un breve párrafo en donde él le responde a críticos similares a los que hoy nos acusan de reformistas: 

“¡Extraña Lógica! Precisamente porque “la multitud no es nuestra”, es insensato e indecoroso dar gritos de “asalto” inmediato, ya que el asalto es un ataque de un ejército regular y no una explosión espontánea de la multitud. Precisamente porque la multitud puede arrollar y desalojar al ejército regular, necesitamos sin falta que toda nuestra labor de “organización extraordinariamente sistemática” del ejército regular marche a la par con el auge espontáneo, porque cuanto más consigamos eésta organización, tanto más probable es que el ejército regular no sea arrollado por la multitud, sino que se ponga delante de ella, a su cabeza” 

Por tanto es necesario despertar la capacidad de ver el momento histórico, quienes espantes la fe de nuestros combatientes con epítetos descalificadores, como el de que somos “reformistas”, están jugando para el equipo contrario, aquí se está jugando el destino de todo un continente, se fuerza la barra en la medida de lo posible y se están preparando cuadros revolucionarios PATRA un enfrentamiento por venir. Quienes no sepan aceptarlo terminarán muy lejos de nuestra revolución, pero el pueblo, ese que a diario nos sorprende y emociona el alma, cuando son entrevistados por nuestro medios de comunicación, crece en conciencia revolucionaria y de “reforma en reforma” de “nacionalización en nacionalización” se le va restando fuerzas al poder económico, al terrible poder económico que es el más temible, pues los otros dos poderes determinantes han sido igualmente sometidos: el religioso por el mismo pueblo que ya no se deja manipular por la voz de la eclesial y el militar en donde, el mismo imperio lo sabe, es donde esta anclada la irreversibilidad de nuestra indetenibles Revolución Bolivariana. 

PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE: ¡VENCEREMOS! 

 

brachoraul@gmail.com  


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Raúl Bracho


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