Falacias de la Ciencia Política Burguesa contra Venezuela

A finales de marzo se llevó a cabo en Santiago de Chile un taller denominado “Agenda para el fortalecimiento de los partidos políticos en la región andina”, organizado por la Universidad Diego Portales, el Centro de Estudios para la Justicia (CEJA), el Servicio Electoral de Chile, y la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos de América (USAID). Uno de los puntos principales de la agenda del seminario era la discusión del documento “Partidos Políticos en la región andina: transformaciones y líneas para su fortalecimiento”. Dicho documento fue redactado por iniciativa del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) y el Centro de Asesoramiento y Promoción Electoral (CAPEL), y estuvo a cargo de Dr. Fernando F. Sánchez C.

Como era de esperar, dada la orientación ideológica conservadora de tan ilustres organizaciones, la visión política de la Venezuela Bolivariana presentada por ellas en ese informe, no podía ser de ningún modo positiva, sino sombría y caótica. Desde las posiciones ideológicas burguesas, defensoras a ultranza de la democracia representativa como único sistema democrático, lo cual es coherente en la defensa de sus intereses de clase, es imposible admitir algo positivo del proyecto político bolivariano, ya que el mismo se fundamenta en el paradigma de la democracia participativa y protagónica que es su antípoda. Las élites oligárquicas latinoamericanas defensoras del modelo excluyente, antidemocrático y profundamente injusto representado por el neoliberalismo, han tratado siempre de defenderlo en su discurso ideológico manipulador, presentando sus estrechos intereses clasistas como intereses generales de toda la sociedad. Desde esas posiciones, cualquier alternativa revolucionaria negadora del status quo, y en beneficio de las clases populares, es vista en su imaginario como violadora del “orden natural” de las cosas, y en consecuencia debe ser asumida como caótica, anárquica, falaz, destructiva y responsable de quebrar la paz y la unidad social, basada en los “intereses generales”, que el bloque dominante dice defender.

De tal forma, la polarización social que este modelo de capitalismo depredador inevitablemente genera, pues se fundamenta en mecanismos económicos de explotación que ferozmente polarizan la riqueza social en manos de unos pocos, es silenciada, ocultada, manipulada, por los medios de desinformación masiva monopolizados por esas mismas élites dominantes. Y en efecto, a veces logran durante un cierto período de tiempo controlar ideológicamente a las grandes mayorías empobrecidas, culpándolas a ellas mismas por su paupérrima situación social. Ello, a su vez, impide que esa polarización social se exprese correlativamente en una polarización política, o sea , según expresión popular, es la situación cuando el pueblo “aún está dormido”. Por eso, para estas clases dominantes no puede haber pecado mayor, que despertar a esas mayorías y hacerlas conscientes de su situación, entonces la polarización social deviene polarización política, es “el caos”, es “el fin del mundo”, y en efecto, es el principio del fin, pero no del mundo en general, sino de su adorado mundo de privilegios que se derrumba. Es obvio entonces que lancen acusaciones a los actores revolucionarios de conspirar y propiciar la “división de la sociedad y de la familia”, de fracturar el “orden social”, y ser los culpables del surgimiento de la polarización política, que no es más que la expresión política de la polarización social que precisamente el modelo excluyente ha generado ya, y que al tratar de impedir el cambio revolucionario de ese modelo explotador, cambio que a propósito persigue eliminar esa polarización social, la oligarquía desplazada del gobierno genera una lucha política intransigente por preservar sus privilegios y con ello esa polarización social, siendo entonces su lucha precisamente la causa que se profundice más la polarización política, la misma de la cual se “lamentan” y que es presentada como “culpa” de los actores revolucionarios, pues las grandes mayorías ahora despertadas ya no pueden admitir ser llevadas de nuevo a la ignominiosa situación anterior de exclusión y pobreza social, y defienden el nuevo proyecto político emancipador.

Pero analicemos cómo esta situación es presentada textualmente en el citado informe:

“Luego de que sus instituciones democráticas sufrieran sobremanera a manos del personalismo y la corrupción, Perú comienza a reordenar su sistema político. Sin embargo hacerlo toma tiempo y urge de paciencia, algo no muy común en una sociedad que pareciera todavía no estar “vacunada” contra el caudillismo. Esta “enfermedad” se ha manifestado abiertamente en Venezuela donde la “partidocracia” fue substituida por un nuevo experimento populista. En virtud de este, la que fuera una de las democracias más fuertes de América Latina se encuentra hoy en crisis y socialmente dividida.” p.2

Como podemos ver, se da una imagen negativa de la democracia venezolana, se emplean los conceptos de “enfermedad” (caudillismo), “experimento populista”, “crisis” y “socialmente dividida”. Por cierto, que recientemente el Jefe del Comando Sur de EUA en sus declaraciones indirectas pero amenazantes contra Venezuela, utilizó el término “populismo radical”. Si de populismo se trata, en los últimos años en América Latina hemos presenciado diferentes fenómenos políticos que tienen sus raíces en la crisis de los partidos políticos tradicionales, o sea, movimientos y personalidades que se presentan en las elecciones con una imagen “antipolítica” y “antipartidista”, que en variados casos han logrado capitalizar el voto de castigo ciudadano contra los anteriores partidos políticos.

Surgieron de esta forma movimientos personalistas, y neocaudillistas que bajo el ropaje de un populismo neoliberal han desgobernado nuestros países, tales como, por ejemplo, los casos de Perú y Argentina, el primero con Fujimori y ahora con el señor Toledo, y el segundo con Menem. Y si hay un populismo que ha sido radical es precisamente ese populismo neoliberal, pues realiza cambios radicales sólo que en beneficio de los más ricos y de sus amos transnacionales, pues aplican reformas radicales de privatización y otras, que radicalmente socavan la soberanía del país y el bienestar de la grandes mayorías, creando verdaderos “estados de malestar general”. No por gusto ese tipo de populismo sí que genera tal polarización social que se expresa en verdaderas crisis de ingobernabilidad, estallidos sociales y conflictos, y termina por ser rechazado por la mayoría del pueblo, tal como ha acontecido con los casos mencionados, sobre todo, el más emblemático, “el que se vayan todos” como consigna contra los políticos argentinos. Sin embargo, mientras esos populismos si destruyen los países en beneficio del imperialismo globalizador, en cambio no se escuchan críticas de los organismos supranacionales financieros, ni de los medios políticos y militares de Estados Unidos, por el contrario son presentados como modelos de democracia. Pero basta que alguien se atreva a mejorar sinceramente la suerte de las grandes mayorías para que sea etiquetado inmediatamente de “caudillista”, aún cuando sea electo democráticamente por amplia mayoría, y se ajuste a métodos democráticos, nada de eso importa, su gobierno es calificado de “ensayo populista” y no tarda en aparecer en la mira del Comando Sur.

Las anteriores expresiones del mencionado documento contra Venezuela, se pueden rebatir incluso con algunos datos ( no muy objetivos) que aporta ese mismo documento. Veamos la tabla 1 de la página:

Tabla 1. Cambio en la confianza hacia los partidos políticos en América Latina, 1997-2003

Países

% ciudadanos que confía en partidos, 1997

% ciudadanos que confía en partidos, 2003

Cambio

El Salvador 45

11

-34

Honduras

40

12

-28

Uruguay

45

18

-27

Nicaragua

30

8

-22

Chile*

35

13

-22

México

31

10

-21

Argentina

29

8

-21

Costa Rica 26

10

-16

Guatemala 24

8

-16

Paraguay

27

12

-15

Bolivia*

20

6

-14

Panamá

28

15

-13

Perú*

20

8

-12

Colombia*

21

9

-12

Ecuador*

16

5

-11

Venezuela* 21

14

-7

Brasil

18

16

-2

América Latina

(promedio) 28

11

-17

* Países de la región andina (comunidad andina más Chile)

Fuente: Latinobarómetro, 1997-2003.

Se puede apreciar que según esta propia medición Venezuela es el país de la región andina, donde la caída de la confianza en los partidos políticos es la menor, y en general es el segundo país de todos los analizados en la tabla (México, Centroamérica, y América del Sur), donde la caída es menor, sólo superado por Brasil, donde la caída es de – 2. Es más si vemos el promedio de caída de toda América Latina que se iguala a – 17, la caída en el caso venezolano está muy lejos de esa cifra, pues se sitúa en – 7.Otro grupo de países está muy por encima de ese promedio:

Países

% ciudadanos que confía en partidos, 1997

% ciudadanos que confía en partidos, 2003

Cambio

El Salvador 45

11

-34

Honduras

40

12

-28

Uruguay

45

18

-27

Nicaragua

30

8

-22

Chile*

35

13

-22

México

31

10

-21

Argentina

29

8

-21

Si fuésemos a medir por este dato el estado de la democracia, entonces la palabra “crisis”, debería estar más asociada con éstos países que con Venezuela. En particular, en los primeros tres de esta lista con una caída de – 27 en adelante, sobre todo El Salvador con – 34, que es una caída de la confianza superior en 5 veces a la de Venezuela.

Entonces tendríamos qué preguntarnos ¿por qué en Venezuela la caída de la confianza en los partidos políticos ha sido menor? La respuesta pasa por analizar el proceso de cambios actual en Venezuela y el enorme crecimiento que ha traído de la participación ciudadana en la política, que en estos momentos es la mayor del continente. ¿Cuál es entonces la “crisis” en un país donde la participación política se ha revitalizado? En todo caso, existiría una crisis positiva, una crisis de crecimiento, o sea la crisis de la ampliación de la participación política ciudadana. Si alguien ha querido crear una crisis ha sido la oposición tratando de derrocar al actual gobierno por atajos antidemocráticos (golpes de Estado, sabotajes económicos, violencia), y su resistencia a admitir que la democracia significa no sólo competencia de líderes y partidos políticos, sino fundamentalmente de proyectos políticos.

Una virtud que ha tenido el proceso político venezolano bajo el nuevo gobierno y la nueva Constitución, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), es que parte de reconocer la importancia del derecho político ciudadano de asociarse con fines políticos (Art. 67), pero no se detiene, ni se centra la participación ciudadana sólo a través de ellos, sino que al abrir los cauces de una democracia participativa que recoge lo positivo de la democracia representativa, va más allá ampliando los canales participativos de los ciudadanos y proyectando a las comunidades organizadas como sujetos de poder.La vitalidad de la política en la Venezuela actual, se demuestra con diferentes formas que ha adquirido la participación ciudadana en la política, la disminución paulatina del fenómeno del abstencionismo, la recuperación del verdadero rol de los partidos políticos en la democracia.

Está ocurriendo un proceso vigoroso de nuevos agrupamientos políticos en la sociedad, con características muy diversas y plurales, surgen nuevos partidos políticos, nuevos grupos, movimientos, sindicatos, etc., Existe una crecida voluntad ciudadana de participación política, una gran parte de la sociedad participa del debate político mediante diferentes formas; espacios de debate, nuevas organizaciones no gubernamentales, ongs, medios de comunicación alternativos, etc., que analizan los problemas de la sociedad y profundizan en la Constitución.

El gobierno bolivariano reconoce de hecho y de derecho una oposición institucionalizada, a diferencia de la situación de los anteriores gobiernos, que al no reconocer (sobre todo de hecho), a la oposición, sino que trataban de destruirla, ello le ha abierto la puerta a la exclusión y a la violencia política. Los partidos políticos que apoyan el gobierno, tales como MVR, PPT, Podemos, MEP, PCV, y otros agrupados en el Comando Ayacucho, se han venido fortaleciendo, en particular el Movimiento Quinta República (MVR), el cual a pesar de sus imperfecciones y el enorme daño proporcionado por el oportunismo político del señor Miquilena, ha venido desarrollándose y perfeccionándose. Su cometido no es simplemente el objetivo electoral, sino impulsar todo un proyecto político que se encuentra contenido en la CRBV, un cambio revolucionario de la sociedad venezolana. Para ello, cuenta con el reconocido liderazgo del Presidente Chávez, con importantes dirigentes nacionales y regionales. Se basa en la ideología bolivariana (en pleno desarrollo) que parte del llamado “árbol de las tres raíces”, o sea, el pensamiento de Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Es un partido nuevo que, en lo esencial, no está vinculado a los grandes vicios del pasado, y que a pesar de posibles errores, y situaciones aún por superar, posee legitimidad y apoyo en la sociedad, pues ha logrado tener éxito en múltiples procesos electorales, lo que ha posibilitado el desarrollo del proyecto bolivariano desde el gobierno central y de otros de nivel regional y local.

Por tales razones, los partidos políticos en la actual sociedad democrática venezolana se proyectan en el tiempo, y al fortalecer su verdadero rol, están aumentando su legitimidad como vehículo de participación política pero no el único , ni exclusivo en las condiciones de una democracia participativa, la cual no sólo no renuncia a los partidos políticos, sino que les otorga nuevos y más elevados retos y responsabilidades en las condiciones de realización del proyecto político bolivariano. Estos factores han determinado que en Venezuela hoy no se pueda ya hablar de una “crisis de la política”, por el contrario, la política es algo hoy practicado por la mayoría de cuerpo ciudadano, ha aumentado notablemente el número de ciudadanos que se han volcado al fenómeno político, en pocos lugares está tan viva la política con mayúscula que en Venezuela.

Venezuela: ¿“democracia socialmente dividida”?

En el documento se dice que Venezuela es una democracia “socialmente dividida”. La división social de la sociedad no es el resultado del actual proceso político venezolano, sino décadas de un modelo económico sustentado por los partidos políticos tradicionales que dividió al país entre una parte mínima muy rica, una clase media y una gran mayoría pobre, lo cual fue incrementado por las políticas neoliberales. América Latina es todo un continente “socialmente dividido”, marcha a la cabeza del mundo en inequidad social. En cuanto a Venezuela, sus índices de concentración del ingreso y del gasto social, son los mejores del área andina (con excepción de Chile). Lo cual se puede apreciar en las siguientes tablas del documento “Síntesis del Panorama Social de América Latina 2002-2003 (LC /G. 2209-P)”. Veamos primero el coeficiente Gini de concentración del ingreso:“Sin embargo, en los últimos años, la distribución del ingreso en América Latina no ha mostrado resultados alentadores. Ya en el período 1990-1997 se había observado una gran inmovilidad de los indicadores de concentración del ingreso e incluso una tendencia al deterioro en algunos países, salvo Uruguay y Honduras, únicos casos en que se registraron mejoras distributivas destacables (superiores a una reducción de 0,05 puntos del índice de Gini).2 Algo similar se observa en el período más reciente (1997-2002), ya que nueve de los catorce países analizados acusaron un estancamiento o bien un deterioro del índice de Gini, que registró los mayores aumentos en Argentina (11,3% en el Gran Buenos Aires), Ecuador (9,4% en el área urbana) y Costa Rica (8,4%). México y Panamá (área urbana) serían los únicos casos con una reducción importante de la concentración del ingreso, ya que el valor de sus índices habría disminuido un 4,6% y 6,7% respectivamente (véase el gráfico 5). De esta manera, las nuevas cifras reafirman la enorme rigidez a la baja que caracteriza al grado de concentración del ingreso de los países de la región, factor que indudablemente limita las posibilidades de avanzar hacia el objetivo de reducción de la pobreza.”

AMÉRICA LATINA (14 PAÍSES): COEFICIENTE DE GINI, 1990-2001/2002 a

Fuente: CEPAL, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países. Calculada a partir de la distribución de las personas ordenadas según su ingreso per cápita. Datos sobre áreas urbanas para Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay y Uruguay. Datos de Argentina corresponden a Gran Buenos Aires, de Bolivia (1990) a ocho ciudades principales más El Alto y de Paraguay (1990) al área metropolitana de Asunción.2 Es necesario advertir, sin embargo, que los datos de Honduras para los años noventa adolecen de ciertos problemas de comparabilidad, derivados de algunos cambios introducidos en la metodología de medición de los ingresos a partir de la encuesta de hogares de 1994.

(CEPAL, “Síntesis del Panorama Social de América Latina 2002-2003”, “Pobreza y distribución del ingreso”, pág. 12, http://www.eclac.el/publicaciones/desarrollosocial)Podemos ver que los países que retrocedieron en equidad social y se volvieron más polarizados socialmente, son precisamente aquellos donde los ajustes neoliberales fueron más fuertes y se produjeron estallidos sociales, conflictos e ingobernabilidad, como los casos de Argentina, Ecuador, Perú, México y otros. Sobresale Brasil por la alta concentración de los ingresos, o sea, si se fuese hablar de una “sociedad socialmente dividida” habría que empezar por Brasil y no por Venezuela. Y no fue tampoco el gobierno del Presidente Lula quien introdujo ese fenómeno de la polarización social, por el contrario su llegada al poder es el resultado de esa polarización social.

Precisamente el proceso de cambios revolucionarios que lidera el Presidente Hugo Chávez ha tenido como objetivo invariable reducir la pobreza y lograr una sociedad de mayor equidad social, eso conlleva necesariamente a la eliminación del algunos privilegios ilegítimos de ciertas capas beneficiadas por el anterior modelo socio-económico excluyente, son éstas las capas que han producido la polarización política, mediante el continuado intento por derribar de forma antidemocrática por cualquier vía al actual gobierno bolivariano en Venezuela. Si los avances expresados en cifras en la esfera social no han sido mayores, ello se ha debido fundamentalmente al permanente sabotaje económico de la oposición oligárquica contra el gobierno bolivariano, cuya mayor expresión fue el sabotaje petrolero de diciembre de 2002, y que causó un enorme daño económico a toda la nación.

Veamos algunas tablas de la CEPAL que demuestran que ya en el 2001(cuando la CEPAL elabore tablas de 2004, se verá con mayor elocuencia el liderazgo de Venezuela en la región en materia de gasto social, principalmente a través de la conocidas misiones educativas y socio-económicas) el gasto social en Venezuela estaba en pleno avance en comparación con otros países de la región, que incluso no han avanzado, sino que han retrocedido, y en particular en la región andina objeto del mencionado documento.EL GASTO SOCIAL EN AMÉRICA LATINA: TENDENCIAS POSITIVAS E IMPACTO DE LA DESACELERACIÓN EN LA REGIÓN. 1. GASTO POR HABITANTE. 2. PORCIENTO DEL PIB.

ESTABILIDAD Y DEMOCRACIA

En el documento se subraya: “El éxito de las reformas económicas y de una transición democrática negociada e integradora, le ha deparado a Chile una de las democracias más estables de la región. No obstante, la rigidez que han probado tener los “enclaves autoritarios” heredados del régimen militar de Augusto Pinochet y las dificultades que se han tenido para esclarecer y condenar las violaciones de los Derechos Humanos, demuestran que la democracia aún tiene importantes retos por delante en este país.”

Aquí, en nuestra opinión, se confunde estabilidad política con democracia. Esto es un error. En Chile ha habido algunos avances democráticos, pero la Constitución Política del país es una herencia de la dictadura, y es negadora de un régimen verdaderamente democrático. Las fuerzas armadas siguen siendo de hecho el verdadero poder político de la sociedad. Algunos la califican como una “democracia tutelada”. En Chile hay estabilidad política, pero ello no responde tanto a la naturaleza democrática de todo el sistema político, sino al dominio que siguen teniendo las fuerzas armadas de la situación política, y al enorme impacto que la dictadura produjo al derribar al gobierno legítimo y democrático de Salvador Allende y hacer desaparecer físicamente a sus seguidores. Quedó prohibido de hecho la posibilidad de impulsar proyectos políticos alternativos como máxima expresión de democracia. Si hay estabilidad es porque las fuerzas que proponen un cambio de proyecto alternativo quedaron muy debilitadas. En otras palabras hay estabilidad política no debido a la democracia, sino a costa de ella. La democracia supone el conflicto no lo anula, sino que lo trata de encauzar por canales institucionales. La ausencia de grandes conflictos políticos en Chile no es sinónimo de democracia, sino de lo contrario.

Además esta postura es peligrosa, pues puede estar sugiriendo que para lograr una “democracia estable”, es preciso primero dar un golpe de Estado cruento, liquidar físicamente a la izquierda, y mediante los asesinatos, desaparecidos, el miedo y el terror obligar a las mayorías empobrecidas a aceptar resignadamente su situación en virtud de la “estabilidad” de la democracia, es un contrasentido lograr “estabilidad democrática” por métodos totalmente antidemocráticos.La realidad es que la sociedad chilena está más dividida socialmente que la venezolana, debido a la aplicación de las políticas neoliberales y las secuelas de la dictadura. Además se puede apreciar que la caída de confianza en los Partidos Políticos ha sido mucho mayor en Chile que en Venezuela en igual período. Chile caída de un –22, y en Venezuela caída de un – 7 ¿por qué?. Ver tabla # 1 del documento.

ENFOQUE REDUCCIONISTA DE LA DEMOCRACIA

En el documento prevalece un enfoque reduccionista de la democracia, sólo se ve el lado político, o se asume como democracia política en un análisis muy normativo-institucionalista, sin embargo la democracia es un sistema integral, debe ser política, social , económica y cultural. El reduccionismo se observa en párrafos como el siguiente:

“Una de las tareas centrales que han tenido que enfrentar las incipientes democracias de la región casi de inmediato, es lograr el buen funcionamiento y la consolidación de sus nuevos sistemas políticos. Esto no es sencillo. El establecimiento y la consolidación de la democracia son tareas complejas que no dependen únicamente de una constitución o de una serie de elecciones competitivas, programadas y realizadas con regularidad. Más bien, el buen accionar de este sistema depende de un conjunto de interrelaciones complejas entre una multitud de instituciones públicas y privadas, así como de una cultura democrática que guíe el funcionamiento del Estado, dirija la conducta de cada uno de los actores políticos y permee al resto de la sociedad . De esto depende en mucho el que se logren consolidar los procesos de transición a la democracia en los países andinos.”

Lo mismo prevalece para el análisis de los partidos, cuando se escogen de modo reduccionista y separado tres factores: institucionalización, democratización y transparencia. No se trata que no sean importantes, pero están subordinados a otros factores que no se analizan; ¿qué representan socialmente esos partidos, cuál es su ideología, su base social, qué proyectos defienden?El propio documento es contradictorio, pues en ciertos momentos reconoce que hay otros factores de mayor peso que los escogidos, eso se hace presente en pasajes como el siguiente:

“En su lucha por “conquistar” a un mayor número de votantes (por lo general ubicados en el centro del espectro ideológico) muchos partidos han preferido presentarle al electorado una serie de propuestas estándar, muy generales y difícilmente debatibles. Esta estrategia normalmente responde al consejo de expertos en imagen y mercadeo, más que a los postulados ideológicos del partido (los que, a lo sumo, se busca no contradecir). Como resultado los votantes tienen cada vez mayores dificultades para diferenciar entre partidos a partir de políticas o programas. Esto ha ocasionado, entre otras cosas, que se generalice la idea de que más allá de su orientación ideológica, “todos los partidos son iguales” , y que se intensifiquen las campañas en torno a candidatos .” (pág. 8)

DEFICIENCIAS APLICABLES A LOS PARTIDOS DE OPOSICIÓN EN VENEZUELA

En otro momento, se subrayan con acierto ciertas deformaciones y debilidades que han presentado los partidos políticos, esto es muy aplicable a los partidos de oposición en Venezuela (los aspectos aplicables los subrayamos) En cambio, sería muy bueno explicar qué es el Comando Ayacucho y cómo los partidos revolucionarios en Venezuela ha logrado superar estas cosas de manera sustancial.

Veamos el párrafo de referencia:

“En todo caso, y dado el descuido o abandono de muchos de sus roles, los ciudadanos terminan percibiendo a los partidos como entidades compuestas por individuos conflictivos cuyo objetivo central y, en ocasiones, único es la lucha “egoísta” por el poder . Obviamente, estas instituciones y sus miembros difícilmente reciben el favor o la confianza del público. La combinación de todos estos factores parece haber provocado la pérdida de estima de los ciudadanos hacia los partidos políticos en la mayor parte del mundo democrático. Esto ha resultado, casi inevitablemente, en la erosión de las lealtades y del apoyo electoral de sus seguidores . De igual forma, ha elevado las posibilidades electorales de “outsiders” que aspiran al poder político a partir de plataformas populistas y de movimientos protesta, en muchos casos “anti-partido”. El fuerte componente personalista, la manipulación o el irrespeto del orden legal y la deslegitimación de los procesos democráticos que generalmente resultan de estas experiencias son un peligro real, no sólo para la constitución de partidos fuertes y funcionales, sino también para los procesos de transición y consolidación democrática .” (pág. 9)

Lamentablemente en el caso venezolano, la parte menos democrática de la oposición ha logrado prevalecer sobre el resto de la oposición, y ha confundido oposición con conspiración y terrorismo , empleando con ese fin atajos antidemocráticos, golpistas y violentos, y no porque no cuenten con vías institucionales. En tanto que se saben minorías han subestimado y en muchos casos rechazado las vías democráticas de acceso al poder que el régimen democrático venezolano ofrece. Los partidos tradicionales y sus nuevos derivados que se encuentran en el campo de la oposición no han superado los viejos vicios y deformaciones que le hicieron perder su legitimidad política y con ello el poder político, más bien han agudizado esos rasgos mediante sus desesperados intentos de deponer por cualquier vía al gobierno del Presidente Chávez. La última modalidad de imponer la violencia son las llamadas “guarimbas”, la que organizaron en febrero y la que pretenden realizar el 26 de abril próximo.

Siguen con su vieja mentalidad y ven los cargos públicos como parcelas y botines de los cuales apropiarse y no de servir al pueblo. Los partidos y agrupaciones políticas de oposición que se consideran integrantes de la llamada Coordinadora Democrática, los caracteriza su falta de liderazgo y de programas políticos, así como su subordinación a otros actores como lo son los grandes poderes económicos que han establecido como sus nervios de dirección y de línea política a sus grandes medios de comunicación privados , abandonando éstos últimos su verdadero rol de informadores y críticos sociales en función de los ciudadanos, se han convertido en verdaderas máquinas de guerra sicológica para imponer la violencia y la antidemocracia. Frente a las debilidades y falta de legitimidad de los partidos políticos de oposición otros actores, además de los grandes medios, han ocupado su lugar, como algunas cámaras empresariales, la cúpula de la Iglesia Católica, algunas llamadas ONG, que en realidad actúan como partidos políticos, y otros.