Tal como lo anunciara
el presidente Chávez, "el año 2009 será el año de las comunas
socialistas". Entendidas como entidades político administrativas
descentralizadas donde se aglutinan las “células de autogobierno
local” llamadas consejos comunales. Así mismo, un conjunto de comunas
vecinas pueden constituirse en una ciudad comunal capaz de formular,
ejecutar y autogestionar proyectos de infraestructura, programas sociales,
servicios básicos y actividades productivas en correspondencia con
el presupuesto transferido por las instituciones del Estado, gobernaciones
y alcaldías, incluyendo los recursos propios que generen las empresas
de producción social bajo su jurisdicción.
En consecuencia, esta última
organización “territorial humana” autogestionada, sería la piedra
angular para el desarrollo integral de la Venezuela del siglo XXI. Sin
duda, habrá variantes culturales, económicas y sociales dependiendo
del medio ambiente donde se encuentren las comunas pero lo importante
es lograr superar la herencia capitalista de nuestros centros urbanos
con servicios públicos colapsados y rodeados por cinturones de miseria.
El proceso para “desconcentrar” la población no es tarea fácil
ni a corto plazo pero viene avanzando con la construcción de grandes
obras de infraestructura, transporte, comunicación y energética (puentes,
vialidad, red ferroviaria, estación satelital, represas, centrales
eléctricas, entre otros) que inducirán migraciones controladas hacia
el interior del País. Aunado a esto, el gobierno bolivariano, prevé
la implantación de empresas o fábricas asociadas a los programas Revolución
Energética, Revolución del Gas, Revolución Petroquímica en nuevos
pueblos industriales además de ciudad Guayana, Valencia, Barquisimeto
y Maracaibo. Por otra parte, se impulsa la seguridad alimentaria mediante
la creación de centenares de Fundos Zamoranos y Núcleos de Desarrollo
Endógeno que son los “semilleros de comunas agrícolas” cuyo objeto
es minimizar las actuales importaciones de alimento dado que “si se
dispone de comida, es fácil conseguir todo lo demás”. En efecto,
la expansión industrial exige un aumento armonioso de la producción
agrícola sin la cual es casi imposible captar divisas para elevar la
calidad de vida del pueblo.
Hoy estamos literalmente “sembrando el
petróleo” con una nueva visión económica de autoabastecimiento,
diversificación manufacturera, soberanía tecnológica, complementación
e integración financiera y comercial con la Patria grande Latinoamericana
y otros pueblos solidarios. Por ello, ya vemos una luz al final del
túnel del modelo rentista monoproductor que nos acompaña desde la
colonia propiciando nuestro estancamiento civilizatorio (primero cacao
y luego petróleo).
Ya lo profetizaba el prócer cubano José Martí:
“El pueblo que confía su subsistencia a un solo producto, se suicida”.
Finalmente, considero que las comunas agrícolas e industriales redefinirán
nuestra organización social en torno a relaciones de producción y
consumo sustentables en armonía con los recursos del planeta. Sin embargo,
el reto político consiste en subir esa cuesta de adaptación cultural
por etapas para que el pueblo gane la experiencia técnica e ideológica
necesaria en el manejo de la propiedad colectiva sin volver a caer en
“dependencia paternalista del Estado” que estancan su madurez socioeconómica.
Más temprano que tarde los venezolanos tenemos que aprender a empujar
la revolución bolivariana “con los dientes apretados” por la austeridad
en vez de esperar una “bonanza efímera” de la renta petrolera