Aprendiendo a comer arroz polvorizado con primor

Amanecí con un desorden estomacal con vómitos de esos que no perdonan instancias y, por mensajería de texto Movilnet me comuniqué con un médico cubano zurdo de atención permanente en el CDI Las Tres R. Afiné y precisé sin remordimiento en el mensaje mi estado de salud comprometido de agotadores dolores y sudoración copiosa con manos frías y labios secos sin fiebre. Lo que le permitió al doctor responderme inmediatamente con su diagnóstico de malestar incipiente sin consideración: Virosis lánguida y polvorienta de residuos inicuos por algo mal manipulado. Detallando con pulcritud en el mensaje-respuesta que lo más aconsejable para esos casos y la significación de seguir al pie de la letra sus indicaciones para acabar con mi mal momentáneo y, para satisfacción de éste su paciente: el agradecimiento eterno por tan pronta cura que tajantemente recibí, donde me determinó sin tapujos: Cítricos con ese estómago y agua de arroz después, serenada y colada y, tomada tres veces al día por una semana.



Pensé y caí en cuenta de su profesionalidad y de su desprendimiento de médico cubano de Barrio Adentro y, aún así me metí al diccionario a matar mi ignorancia de la palabra cítrico para descifrar su contenido. Por lo que pude realizar sin ningún inconveniente al pie de la letra su voluntad y me fui al fondo de la casa a recoger todos los limones que pude para con su jugo en las diferentes formas que lo preparé me lo tomé con fe para combatir mi virosis.



Aún sigo convaleciente sin haber podido cumplir con todo el tratamiento y, fue con el bebedizo del arroz el que se me convirtió en una odisea de Dios y su santa madre, porque, arroz hay y lo hay para todos los gustos menos para lo que yo lo quería.



Mi arroz tenía que ser sin impureza ni liga de ninguna clase para poder remojarlo en agua y después de serenado y colado tomarlo para amortiguar mi ánimo de enfermo y, que sin ninguna razón de consideración a no ser de interés capitalista no se encuentra en el mercado de mi pueblo. Los hay sí partidos, granos menos granos más, con polvos saborizantes para todos los gustos de los que pueden acompañarlo con especias con otras pretensiones. También los hay parbolizados, pero, para éste que vive todavía de la caza y de pesca no es ningún incentivo culinario que pueda llevar a la mesa de tres patas del comedor de su rancho –acostumbrado a comer arepa y pescado siempre al natural de la cocina a la boca con su guayoyo-. Lo demás todavía me queda grande como las modas que pasan me fue imposible conseguir el arroz buscado para sacarle el almidón, sales, calcio, fósforo, magnesio, hierro y vitaminas B y E para mejorar mi salud y flora intestinal.



Todavía ando con un mal sabor en la boca y, a la caza de que cuando liberen el arroz las plantas procesadoras arroceras, sobre todo el de nuestro uso alimentario preferido por mi gusto, pueda cumplir con el tratamiento, de lo contrario me quedaré con las ganas de comer lo que yo quiera sin que me especulen mi bolsillo y me impongan condiciones los que se malacostumbraron a mandar en este país como les viniera en ganas y que ahora comienza a quedarles grande sin que no choquen con las alternativas del pueblo entre morir y vencer, acompañado y orientado de las buenas políticas de su gobierno. De lo que yo poco sé pero lo comparto sin condiciones hasta donde Tanato quiera.


estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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