El Bolívar antibolivariano

“La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.”

Este es el párrafo completo que cita incompleto el tal comando  Angostura, opositores convertidos, por obra y gracia de su odio a Chávez, en defensores de la CRBV y en bolivarianos. Se desprende aquí que Bolívar confiaba en las elecciones como mecanismo de los pueblos para salir de los gobernantes devenidos en indeseables. Pero, haciendo ostentación de su fariseísmo, ―pues quién les cree que ahora sí defienden de verdad la Constitución y el ideal bolivariano― excluyen los aspectos más importantes que hay en esta misma pieza oratoria como son la necesidad de cambiar la Constitución Federal de 1811y la propuesta que hace El Libertador de la creación de un estado centralizado, o afirmaciones como ésta de que: “La República de Tebas no tuvo más vida que la de Pelópidas y Epaminondas, porque a veces son los hombres, no los principios, los que forman los gobiernos. Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: ¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas!”

Tiene razón Eleazar Díaz Rangel cuando afirma en su columna de hoy que el problema de la enmienda es pragmático y político. A pesar de los argumentos jurídicos, constitucionales y, ahora, históricos, la verdad desnuda es la confrontación entre quienes tenemos un proyecto político de consolidar la independencia nacional y construir nuestra versión de socialismo y quienes se oponen a ello, por lo que está planteada la justificación jurídica de restituirle al pueblo su soberanía plena, sin limitantes, al momento de decidir quién debe gobernar, pues necesitamos a Chávez como el líder con mayores condiciones para garantizar esos objetivos que derivan en bienestar y felicidad para las mayorías; ellos, por el contrario, tienen en Chávez el mayor obstáculo para retornar nuestro país a condiciones neocoloniales y recuperar o mantener groseros privilegios por lo que inventarán todas las marramucias posibles para oponerse a la enmienda como es esgrimir un Bolívar antibolivariano.

Veamos si no la mamarrachada con la cual pronuncia definitivamente su salto de talanquera el ex-gobernador “bolivariano” de Trujillo quien afirma que él apoyó la reforma porque se modificaban normas, pero la enmienda no porque se modifican artículos, pretendiendo establecer diferencias insalvables entre reforma y enmienda, cuando a juicio de autores de derecho constitucional como, p. ej., Rivas Quintero, “la diferencia conceptual (entre reforma y enmienda) es casi imperceptible” y la verdadera razón es que ahora sí está de frente contra Chávez y antes se camuflajeaba.

La táctica de la oposición de disfrazarse con nuestros símbolos les ha dado resultados por lo menos para mantener el número de sus partidarios: ahora defienden el ideario del Libertador, ahora defienden la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ahora se visten de rojo y, en las elecciones del 23 de noviembre, más de uno se transmutó en chavista. Ah, rigor… Ahora como que van a entender que no es no, que es sí: mayoritariamente sí.  



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Oscar Pérez Cristancho


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