Aquí pensaban mantener la reelección de la “Guanábana” para toda la vida, y… llegó el 4-F

Si Chávez no interviene con audacia y decisión en la vida pública nacional, aquí hubiésemos tenido de gobernantes a Alfaro Ucero, Salas Römer y Oswaldo Álvarez Paz. Seríamos el país más desgraciado del planeta, quizá por debajo de la gran social tragedia que vive Haití. Pero llegó el Comandante y salvó a la patria.

A partir de aquel 4-F la crisálida se comenzó a formar, y nada fue igual:

1. El gobierno de CAP desesperado suspendió las Garantías Constitucionales.

2. Se produjeron allanamiento de periódicos, radios y revistas.

3. Las cárceles se abarrotaron de presos políticos.

4. Se reafirmó el Paquete Económico, con la presencia de asesores extranjeros, sobre todo de Henry Kissinger.

5. Se apersonó la OEA para dar un rotundo respaldo a CAP.

6. Se produjo una escalada de los precios de los productos de primera necesidad, con una imparable inflación y devaluación del bolívar.

7. El FMI no aceptó ninguna clase de cambios en sus planes para Venezuela.

8. El problema del Golfo entró en penumbras peligrosas.

9. Se creó un Consejo Consultivo que sólo buscaba darle largas a la crisis y nada pudo implementar para mejorar la bancarrota general.

10. Pesaba como una losa para la República el maridaje de Pérez con Cecilia Matos.

11. El Congreso reafirmaba su absoluta incapacidad para provocar cambios positivos en la Nación.

12. El diario “El País” de España llamó a Chávez “El bobo feroz”, y se derritió en elogios al “gran estadista de Carlos Andrés Pérez”.

13. The Herald Tribune de Miami, igualmente se deshizo en elogios al primer mandatario nacional y lo comparó con Simón Bolívar.

14. La prensa internacional y los presidentes del mundo le daban apoyo total a Pérez.

15. A partir de aquel instante la escalada de rumores sobre golpes de Estado mantenían en ascua al gobierno.

16. Estallaban manifestaciones populares en todo el país con saldo de muertos y heridos.

17. Saqueos, compras nerviosas, crisis financiera en puertas, pánico en las calles ante la desbocada inseguridad...

18. FEDECÁMARAS dio apoyo irrestricto a CAP.

19. La CTV dio apoyo irrestricto a CAP.

20. GEORGE BUSH y la OEA dieron apoyo irrestricto a CAP.

21. Fujimore dio apoyo irrestricto a CAP.



Primero fue la delación. Un capitán comprometido con la hija del General Manuel Delgado Gainza, Director de la Academia Militar, da el pitazo. Pudo haber sido después de un largo beso cuando el alma y los sesos se ablandan. Entres los planes del Comandante Hugo Chávez y de todos los comprometidos con la insurrección del MBR-200, se había tomado la determinación de que si caía alguien o se producía una delación, en ese mismo instante era imprescindible desencadenar el Plan de Operaciones, el POV.

Esta delación fue terrible. Los oficiales comprometidos en la Academia Militar llaman a Chávez por teléfono y le avisan en clave que ha habido una delación. Inmediatamente el Comandante, de acuerdo con el POV, aprueba las acciones recurrentes el mismo día para tomar sus posiciones en los diferentes sitios. Se da la grandísima sorpresa, de naturaleza estratégica sobre las actividades revolucionarias, que cuando los centros de inteligencia norteamericanos están esperando que éstas estallen en Maracay, en el Regimiento Aerotransportado Aragua, Chávez esté desarrollando una operación sumamente audaz, apareciendo a 400 metros de Miraflores, en La Planicie.

Esta acción desconcertó completamente al generalato afecto al Puntofijismo y por supuesto al Presidente Pérez, a las pocas horas de éste haber retornado al país. Entre esos supremamente sorprendidos por esta acción está el mismísimo Ministro de la Defensa, General Fernando Ochoa Antich, a quien lo cogen las primeras acciones entre sábanas, es decir en cama.

Luego del ataque frontal a Miraflores cuando un tanque destroza una de las rejas protectoras de la entrada y cuando se supone que está el Presidente de la República en palacio, la posición de Chávez en La Planicie resulta muy estratégica. Azuzar con un ataque terrible y después esperar que el enemigo se desajuste sicológicamente, realmente ha sacado de quicio al sistema. Chávez enconchado en La Planicie va a desatar un plan de desajuste brutal de las fuerzas oficialistas. Anclado en su fortaleza aparece su desafío o amenaza envuelta en una especie de aproximación indirecta que abrumará al adversario (que en caso de que Chávez no reciba todo el apoyo militar que espera, al gobierno, en su desesperación, no le quedará otro camino que transarse por un arreglo o plantear el diálogo).

Chávez desde La Planicie minará la débil estructura del poder de Pérez. La dislocación física y sicológica del Presidente ya se ha logrado con el tanque que ha estado echando abajo uno de los accesos principales a Miraflores.



LA CONTRA-REBELIÓN

Todo lo anterior demuestra que cuando ya se presumen las acciones que acaban por desencadenar el 4-F, simultáneamente se están dando los pasos, influidos por el Comando Sur de los EE UU, con el Coronel Winston Cover a la cabeza, por el General Rangel Rojas y Raúl Salazar, a las 17:30, del día 3 de febrero de 1992, para conformar las acciones que no podían ser otra cosa que facilitar un Golpe pro-norteamericano.

El General Ochoa Antich se encontraba en Maracaibo, realizando la visita mensual a las Guarniciones, ese fin de semana.

Ya el día 3 de febrero de 1992 el Comando Sur de los EE UU y los servicios de Inteligencia del Ejército habían detectado treinta unidades donde se produjeron movimientos no explicados, y estaban saliendo treinta telegramas de la Dirección de Inteligencia del Ejército, presidida por el General Valero Rivas, para alertar a esas treinta unidades.

Entre las actividades que se tenían que realizar en Caracas estaban las de “Seguimiento de Crisis” en el Comando General del Ejército. Cuál sería la suprema impresión que le causaría a unos comprometidos, al recibir una llamada de una oficial para que presenciara una extrañísima reunión en el área de banderas de la Comandancia del Ejército, entre el Coronel Winston Cover, sus oficiales y el Coronel Raúl Salazar Rodríguez, ayudante general del Ejército.

Ahora bien, ocurre algo más: Esos treinta telegramas antes mencionados fueron retenidos por el Coronel Raúl Salazar y el General Rangel Rojas, a instancias del Jefe de la Misión Terrestre de los EE UU, el Coronel Cover. Detectados el mismo día el movimiento insurgente, los norteamericanos del Comando Sur junto con sus amigos venezolanos permiten que se desencadene la insurrección que estalla el 3 de febrero y que luego fracasa el 4. ¿Pero por qué se hace?, sencillamente porque se está preparando un Golpe en el caso de que resulte derrocado Carlos Andrés Pérez.

Agréguese a este hecho, que posteriormente estos oficiales son condecorados en la Embajada Norteamericana, por el mismísimo embajador Mickel Skoll, a instancias del Comando Sur, y existe una fotografía sobre este acto. ¿Cómo es posible que estos señores reciban tal condecoración por haber luchado en una acción armada contra sus propios hermanos en Venezuela?

Este acto sobre la entrega de esta condecoración fue publicitado por parte de la Embajada de los EE UU y reseñado en el Daily Journal.

De modo pues, queda definitivamente claro que estos señores del Comando Sur junto con Rangel Rojas y Salazar Rodríguez, dejan a oscuras, sin conocimiento a los comandantes para que la insurgencia coja cuerpo a fin de planificar la contra-insurgencia, y desbaratar el movimiento bolivariano.


EL REGRESO DE OCHOA ANTICH

El General Fernando Ochoa Antich, una vez concluida su visita a Maracaibo, regresa a Maiquetía, y llega por la noche del 3 de febrero. Él no está enterado de los movimientos, porque adrede el Ejército se lo oculta; de nada han valido los treinta telegramas que ha enviado el General Valero Rivas. Precisamente, los que están interesados en que el General Ochoa Antich no sepa nada, están preparando acusarlo más tarde de ser el jefe de la insurgencia, cosa del todo inútil si vemos lo voluble y falso que es este General. Pero en todo caso habría sido acusado de traidor porque se suponía que él además de subalterno era amigo del Presidente Pérez. Era otra manera de recudir el círculo de los totalmente controlados por la CIA.

El Presidente Pérez llegó de Davos por la noche, entre las 20:00 y 20:30 horas. Pérez se inquietó mucho por las alarmas inusuales que vio en su avión, entre otros cambios, el hecho de no haberse dirigido a la rampa presidencial sino que se le llevó por un largo recorrido como evitando un desagradable encuentro. Lo raro era que no se explicaba absolutamente nada.

Simultáneamente se está dando otro hecho extraño: Cuando el General Ochoa Antich sube de Maiquetía a Caracas, luego de sus visitas a las guarniciones en el Zulia, encuentra con un descomunal congestionamiento en la vía. Le informan que un jeep se ha incendiado. Es por lo que entonces él decide ir en persona a recoger al Presidente, cosa que le acrecienta las preocupaciones a Pérez. Al verlo al lado de Virgilio Ávila Vivas, el Ministro de Relaciones Interiores, CAP le inquiere: “¿Y qué ñe pasó?”.



Lo cierto fue que ya los comandos de Chávez estaban en plena acción y habían provocado la explosión del referido jeep ya calcinado en plena vía. Aquí comienza a verse la falta total de coordinación de los centros de inteligencia del gobierno, totalmente taponados por sus propias torpezas, y lo más seguro fue que tanto Ochoa como Pérez, confundidos por lo que realmente se desarrolla, se tragaron el cuento de que el jeep había sufrido un simple accidente, de los tantos que se dan en ese sector.

Es por ello por lo que se ven forzados a subir por uno de los túneles en contra-vía.

En medio del panorama extraño de una Caracas callada, somnolienta y fría, la caravana del el Presidente llega tranquila a La Casona; entra tanto que el General Ochoa Antich, coge sus pantuflas, traga las pastillitas para el descanso se empijama y se mete pues entre sábanas, como si todo se estuviese desenvolviendo en plano militar de lo más normal.





UN 3 DE FEBRERO DE BALAS

23: 30 p.m.: En la avenida la Salle, a una cuadra de la Avenida Andrés Bello, cerca de la calle que sube al Canal 4 de televisión, ya están unidades militares artilladas.

23: 35 p.m.: Se escucha un gran tiroteo muy especial con ráfagas de disparo de tres tiros que corresponden a los fusiles FNC, calibre 5.56 mm, de las Unidades Especiales y Paracaidistas, lo que le hace pensar, se tratan de las Unidades Especiales de Maracay.

El General Ochoa Antich recibe una llamada. Salta de la cama, coge el revolver, se embute en el pantalón y se asoma a la ventana. El General Ochoa había llegado a su residencia ministerial en Fuerte Tiuna. El General Ochoa no sabe en ese momento que está rodeado por las fuerzas insurgentes, que dentro de poco van a hacer preso a 22 Generales.

23: 40: Por el sector de Mariperez hay disparos y ráfagas de fusiles 5.56. La situación es cada vez más contundente porque hay detonaciones de AT-4 o CSR Carl Gustav de 84 mm. La persona que habla con Ochoa Antich le dice: “- Escuche usted, señor ministro”

23: 45: En la Avenida Andrés Bello y esquina con La Salle a unos 200 metros de la vía que conduce al Canal 4, todo está desierto porque la estampida de los carros particulares ha sido espantosa, y además porque los vehículos artillados ascendían con rapidez en dirección a Mariperez-San Bernandino o Cotiza haciendo que la gente se refugiara donde pudiese.

23:48: El General Ochoa se percata de que hay tropas en movimiento dentro de Fuerte Tiuna y no consigue saber lo que está pasando.

23:55: En Mariperez ya han sido tomadas la Policía Metropolitana y en el Teleférico un comando de la Guardia Nacional.



4 DE FEBRERO

00:05: Intenso tiroteo en San Bernardino, en un área que correspondería más o menos a la Comandancia General de la Marina. Hay varios jeeps en la puerta principal de la Comandancia e intercambio de disparos muy fuertes, lo cual habla bien de la mujer venezolana por cuanto una Teniente de Navío, sólo con un FAL 7.62 mm y sub-ametralladora 9 mm, pudo contener a los insurrectos, sin permitir que tomaran el edificio. Los insurrectos, a plomo limpio, se habían hecho fuerte en La Prevención. Luego esta misma muchacha rechaza el ataque de La Prevención e hiere al Comandante de los insurrectos a quien le cercena un dedo de la mano, y por esto ella logra recuperar la Comandancia, teniendo los insurrectos que retirarse a posiciones secundarias en los alrededores.

En todo ese sector donde se encuentra la pasarela entre el cruce de la avenida Vollmer con San Bernandino había balas trazadoras y se oían disparos de cañón AT-4 y sin retroceso de 84 mm. El sector se encontraba sin otras personas que militares, y los únicos vehículos que se estaban desplazando eran los de los insurgentes.

A esta hora ya se tenía tomada Fuerte Tiuna, y la Comandancia del Ejército. A diferencia de Fuerte Tiuna donde hay tropas armadas que fueron inmovilizadas, en la Comandancia de la Armada lo que hay es una sede administrativa, donde lo que funciona es un pelotón de custodia de unos treinta efectivos.

00:10: El Presidente Pérez se está reincorporado al Palacio de Miraflores, acompañado de Luis Alfaro Ucero y el Ministro de Relaciones Interiores, Virgilio Ávila Vivas. Cuatro tanquetas con veinte soldados y cuatro oficiales en ese momento están atacando de manera inclemente al Palacio y al Regimiento de la Guardia de Honor del Batallón Ayala.

Se presume que a estas horas, Alfaro Ucero todavía tenía esperanza de que todo aquello sólo fuera un trauma pasajero y que la fiesta que a todo dar tenía organizada, en su casa, pudiera darse. Ya él le había participado a todo el mundo que el Presidente estaría sin falta, “tiemble o relampaguea”, cosa ahora que parecía del todo imposible.

- ¡Usted no ve carajo cómo estamos para andar con fiestas!



ESE HOMBRE NO SÓLO SÍ CAMINA, CORRE

00:15: Se hace la toma formal de este Comando en la Avenida Vollmer, también el Comando de la Policía en Cotiza y minutos después con los tanques de guerra de Díaz Reyes el Palacio de Miraflores, y el Palacio Blanco donde estaba la guardia presidencial.

El Jefe de la Casa Militar, Iván Carratú, conduce atropelladamente al Presidente al salón Ayacucho, mejor protegido, en momentos en que un tanque Dragón 1300 está penetrando en Miraflores. El espanto es de Padre y Señor nuestro, y no hay tiempo que perder ni en nada qué pensar.



En salvándose el Presidente se salvaba la República. Ahora para cogerlo, sí iba a ser difícil. Se les había escapado.

Cuando Fernán se comunica nuevamente con el General Ochoa éste le pide encarecidamente:

- No te vengas a Fuerte Tiuna porque te van hacer preso. Mejor dirígete a buscar al capitán Moncanut, en Monte Cristo, y con él entonces puedes darle seguridad al General Santeliz. De este modo sí te puedes venir a Fuerte Tiuna, por los Próceres, no por una de las puertas 3, 4 o 5, sino por el acceso al Ministro de la Defensa, por Cumbres de Curumo.



Se comunica Fernán con el General Santeliz, quien ahora sí está convencido de que no son lucubraciones suyas los espantos y temblores que se están viviendo.

En ese tercer reconocimiento de Fernán, éste no puede pasar más allá de la sede del Banco Latino en la Avenida Urdaneta porque hay acción de tanques AT-4 o de cañones sin retroceso, y ráfagas trazadoras. Es entones cuando Fernán se encuentra con grupos de CNN y de Globovisión. Los de CNN le dicen que están haciendo un reportaje sobre trasvestis.

12:35: Fernán le comunica a Ochoa que probablemente Miraflores y el Palacio Blanco han sido tomados por la gran cantidad de vehículos blindados, Dragón con cañón 90 mm, que se ven en la zona, pertenecientes a una unidad que está en Fuerte Tiuna.

Coge hacia el Este, en busca del capitán Tomás Moncanut.

Enfila por la Avenida Libertador, llega al Liceo Gustavo Herrera donde se está iniciando el ataque y toma de la Comandancia General de la Fuerza Aérea, con violentas acciones de armas automáticas y de cañonazos de AT-4. La imagen que le acude a la mente de Fernán para describirme estas acciones es: “Compadre, aquello era la Segunda Guerra Mundial”.

Está allí detenido ante la avalancha de unas descargas que se están dando sin pausa. Ve que uno de los oficiales, con pasamontaña tricolor, se adelanta de un grupo con indumentarias bolivarianas y el símbolo tricolor en el brazo. Casualmente este oficial reconoce a Fernán y le dice que espere una señal para que pueda seguir su camino. Estos muchachos son lacónicos y precisos en lo que está ejecutando. Tenía por fuerza que llamarle la atención a Fernán aquella mística para provocar tamaña conflagración tan bien armada y coordinada. No, aquello no era un golpe de “locos”, y debía tener un jefe con carisma y mucho ñeque para haberlos envuelto en tan extraordinaria resolución.

Se podía ver cómo soldados cruzaban al trote la autopista y entraban por un boquete hecho a la Base Aérea en la Carlota.

En una de esas oleadas que pudo ver Fernán pasando a la Base Aérea, recibe la señal para que continúe avanzando hacia los edificios Xerox y Torre Británica. La acción de asalto a esta Base fue de tipo clásica, muy bien llevada.

Era totalmente surrealista aquella ciudad de Caracas sin un carro circulando por sus calles o avenidas y sus semáforos normales haciéndoles señales a vehículos fantasmas.

En el edificio Xerox lo detiene otra unidad de paracaidistas, luego también en el edificio La Británica, hasta que consigue llegar a la Francisco de Miranda que tiene la vía completamente libre. De allí hasta el “Cubo de Cristal”, y toma por la Rómulo Gallegos, y cuando llega a la Bomba de gasolina, en la esquina del Canal 8, tiene que frenar y retroceder porque hay una batalla campal. Entonces se decide por la vía que circunda el Liceo Monte Cristo, hasta que consigue llegar a la casa del Capitán Moncanut.

La situación es incontrolable y la movilización por la ciudad peligrosa. En ese momento están tomando a La Casona, y hay fuerzas avanzando desde el Canal 8 y el Parque del Este donde la acción militar se siente con fuerza. Hay que coger ahora hacia Cumbres de Corumo. No puede ir hacia el trébol del Gustavo Herrera porque la conflagración allí es total, como tampoco tomar hacia el Trébol de Santa Cecilia porque allí se está desarrollando la toma de La Casona.


LA NOCHE DE LOS CULILLOS LARGOS

Fernán y Tomás Moncanut entonces enfilan por la Francisco de Miranda hacia Chacao para entrar a la Autopista de Prados del Este. Pasan por Helados Tío Rico. Entran pues a la autopista de Las Mercedes por encima del elevado y ya se puede decir que han dejado la guerra campal a sus espaldas. Acceden a Cumbres de Corumo, donde encuentran que el General Santeliz ya está preparado y tiene encendido su automóvil.

Van pues, dos carros hacia el Ministerio de la Defensa: adelante va el General Santeliz, seguido a unos ochenta metros por Fernán. Al llegar a la alcabala que está a la altura de la Comandancia del Ejército es detenido el General Santeliz quien iba vestido de civil (como en ese momento también andaba el General Ochoa).

Había salido de su carro LTD el General Santeliz, dejando la puerta abierta, y Fernán observa que a él y a su acompañante también les van a detener. Le dice a Moncanut que se meta por la alcantarilla que da a la Comandancia del Ejército, por debajo del Helipuerto, y resulta efectivamente que este capitán es el único de los tres que no cae prisionero. Moncanut llega a la Comandancia pasando por los estacionamientos, y consigue llegar a su puesto que está en el Centro de Guerra de la Comandancia del Ejército. Moncanut no es detectado en ese momento por la gente que está controlando la Comandancia bajo las órdenes del General Rangel Rojas (aliado del juez copeyano Rodríguez Corro, enemigos a muerte del General Ochoa Antich) quien junto con el coronel Salazar tiene la parte no insurreccionada del Ejército en sus manos directamente, como el Batallón O’Leary e indirectamente el Batallón Caracas, que es la Unidad del Cuartel General del Ministerio de la Defensa. Es decir, quienes tienen el contra-Golpe preparado en connivencia con el Comando Sur de los EE UU en el caso, como hemos dicho, de que CAP hubiese sido desbordado por los ataques. Llama sobre manera la atención que en un informe oficial se diga que a las 22:05, el General Pedro Remigio Rangel Rojas se haya trasladado al Fuerte Tiuna “donde asumió el Comando y control de las operaciones de las fuerzas en el país”.



Hasta la una de la madrugada todavía el Presidente Pérez no ha huido de Miraflores.



Fernán, el único medio informado de toda esa avalancha de hechos desencadenados a partir de la delación del oficial (novio de una hija del General Gainza), para completar ahora también cae preso. Poco después cae prisionero el General Santeliz.



Fernán se da cuenta de que se estaba llevando a cabo un enorme juego de guerra en Caracas, donde se requería utilizar más la cabeza que las armas, pues él había tenido la oportunidad de determinar cuáles eran las unidades que estaban en los diferentes sitios, tomando las posiciones estratégicas de la ciudad, sin tener conocimiento hasta ese momento de que ya estaba tomada La Planicie.

Están allí detenidos en Fuerte Tiuna 22 Generales del Alto Mando, junto con coroneles, mayores. Todos ellos habían sido sorprendidos por el Capitán Ortega quien era el jefe de las fuerzas bolivarianas.

El segundo oficial que pudo escaparse al asedio tendido en Fuerte Tiuna por los insurrectos fue el Coronel Pompeyo Torrealba. Este oficial, al ver detenido a sus jefes directos, al General Iván Darío Jiménez y al Vicealmirante Daniels, coge hacia la ESFAV, de allí entra al Ministerio de la Defensa. El Coronel Torrealba tendrá oportunidad de ser un testigo excepcional de todos estos hechos y resultará ser el Relator de Guerra del Estado Mayor Conjunto, para los sucesos del 4-F.



Fernán y el General Santeliz duran detenidos aproximadamente 30 minutos. Durante ese tiempo Fernán hizo lo posible por obtener una sub-ametralladora o pistola GP 9 mm, entre unas armas que creyó podrían tener en unos maletines que habían estado en poder del Vicealmirante Rafael Daniels, del General de Brigada Iván Dario Jiménez Sánchez y el Coronel Tosta Reyes.

Todos estos altos oficiales estaban sobre el césped de la Prevención del Comando, junto con casi todo el Alto Mando de las FF AA. Fernán encontró sumamente preocupados al General Iván Jiménez y al Vicealmirante Daniels, porque temían ser maltratados o inclusive ajusticiados, que según Fernán, esta acción no habría sido en modo alguno despreciable para la suerte benemérita de la República de Venezuela, y al respecto es contundente: “Uno de los graves errores del 4-F fue el no ajusticiamiento de los oficiales que habían incurrido en actos dolosos, masacres y lesa patria”.

Todavía a estas alturas, Fernán no se explica por qué el Capitán Ortega no llevó a los presos en un autobús a La Planicie.


MUERTES EN MEDIO DE UNA TREGUA EN MIRAFLORES

1: 33 a.m.

Ahora bien, esa noche el Palacio de Miraflores estaba custodiado normalmente por el Comandante Romel Fuenmayor con un dispositivo aproximado de una Compañía. Nunca un Palacio de gobierno estuvo más desguarnecido en una circunstancia terrible como la del 4-F: En Miraflores no había cincuenta soldados, mientras que Chávez en La Planicie contaba con tres batallones emplazados en su fortaleza. En el área general del 23 de Enero y el sector de la Avenida Sucre que tuvieron absolutamente controlados hasta las 10:30 de la mañana. Además tomaron todas las unidades policiales y de la Guardia Nacional de servicio en esa zona; desarmaron a toda la policía de la Metropolitana del 23 de Enero, desarmaron unidades de la Marina que estaban en el Observatorio Cagigal.

- De modo – cuenta Fernán – que se trata de todo un cuento para desprestigiar a Chávez, de que él no se encontraba sereno y que estaba llorando y tenía miedo, o actuó como un cobarde. Eso es totalmente falso. Chávez controlaba todo el sector de Miraflores, inclusive el Palacio de Miraflores por encima. Lo que no ha hecho Chávez, porque no es su deber, es entrar al Palacio Presidencial. Para eso fue designado al Mayor Díaz Reyes, quien lo logró inicialmente. Un Comandante insurgente no se mete a tomar un objetivo puntual, para eso tiene las unidades que él controla. Lo que pasa es que la comunicación radial se perdió (con ocho o nueve unidades diferentes que están alzadas) y en el momento en que hay la evacuación de los muertos y los heridos por parte de Díaz Reyes de Miraflores, también de los del Coronel Romel Fuenmayor, hay un acto de traición de la DISIP que mata a dos oficiales y acribillan a unos soldados; se propuso una tregua humanitaria para sacar a las víctimas. La DISIP cumpliendo órdenes de CAP de que se ametralle por la espalda a Díaz Reyes cuando éste está disponiendo que entre una ambulancia, en retroceso, para recoger más heridos y muertos que se están siendo trasladados al Hospital Militar. Es en ese momento cuando una produce ráfaga por parte del hijo de Erastos Fernández, que milagrosamente, a metro y medio, no llega a impactar a Díaz Reyes, pero sí fueron heridos dos oficiales que murieron y a varios soldados. Cómo estaría de nervioso Hernán Hernández, el jefe de seguridad de Pérez, que con un AUG, no cogió a Díaz Reyes con la ráfaga y estando aquel sólo a dos metros de él.

Fernán es contundente en esta declaración:

- Esa fue una ráfaga que ordenó Pérez a Hernán Hernández para que matara a Díaz Reyes, en momento en que se estaba en una tregua de caballeros, que además había sido respetada por Romel Fuenmayor.



ALTOS OFICIALES QUE ESCONDEN SUS PRESILLAS

El Almirante Daniels, quien estaba preso, sin sus insignias, dos soles a cada lado del cuello de la camisa, y habrá que determinar por qué se las quitó, y cuándo, pues era connotado oficial con fuertes nexos con el partido COPEI, y que temía severas represalias por parte de los alzados. La mayoría de los Generales detenidos habían escondido sus soles y galones.

Por ello Fernán no podía salir de su asombro, observando como algunos de estos altos jefes, se habían despojado de sus soles y habían escondido las presillas como si estuvieran en una acción antiguerrillera para que no les reconocieran, ¡cuando el que los ha puesto preso los tiene perfectamente identificados! Hundían con los tacones las insignias metálicas en la grama de la Comandancia del Ejército, en La Prevención. De modo que por ejemplo, Daniels con su camisa beige estaba de paisano, sin las caponas de Vicealmirante en su camisa, como tampoco con su guerrera, y en un evento de trascendencia mundial.

La forma en que está vestido el Vicealmirante Daniels llama la atención de un periodista anglosajón, quien hizo una observación muy sarcástica sobre la forma de presentarse este alto oficial. Este periodista dijo que la persona que estaba al lado del Comandante Chávez, más parecía un steward (un mesonero de nave inglesa) que un Vicealmirante, Inspector de las FF AA. El periodista estuvo indagando que quién era la persona que había estado hablando en la televisión en el momento en que apreció Chávez por primera vez.

Cuando el Comandante Chávez llega a las 11 de la mañana del 4, al Fuerte Tiuna, al lado de Fernán, en la primera aparición del General Iván Jiménez está sin las presillas de General de Brigada. En la segunda aparición sí las tiene.



EN EL LABERINTO DE FUERTE TIUNA

El Capitán Ortega, quien es el gran carcelero insurrecto de esa noche, amenaza con su pistola al Jefe del Estado Mayor del Ejército, General González Beltrán. Éste entonces entra en una discusión con el capitán, y en ese desorden y confusión, Fernán aprovecha para salir del sitio de reclusión en La Prevención y comienza a caminar hacia el Ministerio de la Defensa. En ese trayecto llama y le hace señas al General Santeliz que en cuanto pueda salir del acoso que le está tendiendo el Capitán Ortega, se dirija al Ministerio de la Defensa.

Esto es otro impresionante detalle, cómo un simple Capitán puede con unos soldados llegar a controlar a 22 Generales, un a montón de Coroneles y Mayores.

Es así como consiguen, Santeliz y Fernán, irse al edificio del lado donde se encuentra el Ministerio de la Defensa donde son retenidos, pero ahora por el Coronel Moreán Humanéz, hijo del General Moreán Soto, persona importante de la democracia betancurista.

Era del todo inexplicable que Moreán Humanéz intentase detener al General Santeliz y a Fernán, por cuanto éstos trabajaban a las órdenes del General Ochoa Antich, quien minutos antes acababa de ingresar, sin haber sido reconocido por los insurrectos. Vestido de civil, y manejando un carrito chevette de su hija, cuando el General Ochoa fue interceptado por los oficiales bolivarianos que tienen preso a los 22 Generales, el Ministro se identifica diciendo que él trabaja en uno de los edificios de al lado.

Tal vez por la oscuridad, confundidos por las tareas de reconocimiento en la zona, los insurrectos que lo interceptan realmente piensan que el General Ochoa es un civil que trabaja en el Ministerio. Cosa realmente milagrosa, porque en el momento en que hubieran reconocido y hecho preso al General Ochoa la suerte del Presidente Pérez hubiera sido fatal.

Simultáneamente, el General Santeliz se enfrenta al Coronel Morean Humanez a quien hace parar firme, y le reclama su falta de respeto por haberles apuntado, a él y al doctor Fernán Altuve Febres, con una ametralladora Minimí.



Y a estas alturas de tan terrible drama, todavía sigue sin conocerse quién es el jefe de la rebelión.



A los pocos minutos de ingresar nuestros dos personajes al despacho del Ministro, suena uno de los teléfonos y lo coge Fernán. Se trata de Heinz Azpúrua quien queda totalmente alarmado al oír la voz de Fernán quien se encontraba en la lista de personas que la DISIP debía seguir paso a paso. Preocupado pregunta Azpúrua por el Ministro y que si podía hablar con él. Fernán le pasa el auricular a Ochoa.

Se pudo escuchar perfectamente que lo que solicita Heinz Azpúrua es refuerzo al Ministro para contener el severo ataque insurrecto en los Chaguaramos. Por supuesto que el Ministro estaba más bien para que lo ayudaran, aunque fueran los policías de El Valle.

En ese momento, desde el balcón del Ministerio de la Defensa puede oírse con perfecta claridad la arremetida militar de cañonazos AT-4, y los despiadados tableteos de ametralladora contra la DISIP.

Se comienza a recibir informaciones de la Sala de Guerra de la Comandancia del Ejército en el sentido de que no hay contacto con el General Rangel Rojas, Comandante del Ejército, como tampoco con el Coronel Raúl Salazar.

Realmente lo que ocurría era que tanto el General Rangel Rojas como el Coronel Salazar se negaban a contestar las llamadas que le estaba haciendo el General Ochoa. Pretendían hacer ver que no estaban en la Comandancia del Ejército, que se encuentra el edificio de al lado. Tanto Rangel Rojas como Raúl Salazar en ese instante están en permanente contacto con el Coronel Winston Cover.

A los pocos minutos el Coronel Ochoa Terán desde el Comando General del Ejército en una extraña función de reconocimiento. Va vestido de campaña con su pistola, y había llegado, misterios de misterios, sin pasar por donde estaba el Capitán Ortega. ¿Qué hacía allí?

Se comienzan a recibir informaciones de que los insurrectos van asaltar el Ministerio de la Defensa por parte de unidades de la Comandancia del Ejército. Fernán hace la observación que con las Unidades del Capitán Ortega que tienen a los oficiales presos no son suficientes para tal acción, sino para seguir reteniendo prisioneros. Desde el balcón de ministerio pueden verse, estos oficiales controlados por los alzados. Que el asalto si se hace sería por parte de Unidades de la Comandancia del Ejército, con el pretexto de involucrar luego al pobre y taciturno General Ochoa como jefe de algo que ni Cristo sabe.

Es cuando Fernán le sugiere a Ochoa y a Santeliz que se salgan cuanto antes de allí: “Porque desde el lado van a venir y nos van a joder a los tres”.

En medio de grandes peripecias Fernán consigue a trece guardias de comando que son los soldados que custodian las dependencias, quiénes sí tenían sus fusiles reglamento FAL. Se hacen con un camión 350 que estaba en una calle lateral del Ministerio, con ese camión, un Sargento y trece soldados, el Ministro de la Defensa, el Coronel Medina Sánchez, Santeliz y Fernán, se emprende camino hacia Miraflores.

El camino no lo encontraron expedito: Por el Laguito llegaron a Los Próceres, de aquí a la autopista, e iban escuchando tiros dispersos por la ciudad; llegaron a La Plaza Venezuela, tomaron hacia la Avenida Bolívar; Santeliz y Fernando pasaron por el Túnel de El Silencio, haciendo el rodeo por el viaducto donde estaban los tanques insurrectos; entretanto Ochoa escoltado por su camioncito de soldados toman la ruta de la Avenida Universidad.

Encontrarse Miraflores casi tomado, fue una gran sorpresa.

Llegan a Miraflores cerca de las 02:30 de la madrugada, aunque algunos sostienen que realmente llegaron a los 02:10.

Se baja Santeliz de su carro y comienza a discutir con uno de los oficiales, luego Fernán le pide que se calme, y posterior a este impasse, pueden acceder al Palacio de Miraflores por la puerta principal.



CAP SE REFUGIA EN UN LUPANAR

Allí en Palacio, se percatan, de que Carlos Andrés Pérez ha huido. Esto pone al Ministro de la Defensa en situación harto embarazosa, pues el Presidente podía estar en una embajada, escondido quién sabe dónde sin sujetar los elementos básicos de su gobierno. Luego se supo por dos Guardias Nacionales que Carlos Andrés había huido por la puerta del garaje de Miraflores en el carro del Presidente Lusinchi. Para esta acción muy apresurada Carratú Molina y Hernán Fernández sacaron abruptamente del carro al caudillo Luis Alfaro Ucero a quien dejaron abandonado en el garaje y sótano de Miraflores.



La información que en ese momento se tiene, pero de manera vaga, es que Carlos Andrés está en la embajada de EE UU.

Llama sobre manera la atención que el Comando Sur de los EE UU, el General Rangel Rojas y el Coronel Salazar hubiesen dejado un poco a la deriva a su divisa más preciada, quizás en la creencia de que estaba ya perdido y que más valía concentrar todas sus fuerzas en el Contra-Golpe.

La escuálida y compungida caravana de Pérez primero se había dirigido a Televén, en Los Chaguaramos, a la 01:30, coordinada esta huida por el Almirante Rafael Huizi Clavier, para que el Presidente le hablara a la Nación. Coincide la llega del Presidente a Televén con el asalto a la DISIP. Es cuando creen, Carlos Andrés y su grupo que los ataques también son contra ellos, y por eso rompen la alcabala de salida de Televén y enfilan con rumbo desconocido.

Entonces Huizi Clavier, sereno y más ordenado, por un celular, los va coordinando para que suban, a través de la ruta de MAXI, hacia el Canal 4, del señor Cisneros quien ya le había garantizado al Presidente que lo podía poner en el aire.

Posteriormente la información que da el propio Ejército es que realmente CAP se había refugiado en la Embajada Americana.

En todo caso, el camino que tomó luego de la espantosa estampida en los Chaguaramos fue hacia Venevisión. Cisneros había dispuesto varias guardias cubanos que estaban armados con ametralladoras dentro del estacionamiento del Canal. Viniendo Pérez de su gran susto, y al entrar al garaje y ver que hay hombres civiles armados, su confusión e incluso terror le llevó a pensar que este medio de comunicación también estaba tomado y ordenó que salieran de allí inmediatamente. Tal vez Pérez recordaba que el 26 de junio de 1961, durante los hechos que desencadenaron en el Barcelonazo, este Canal había sido tomado por los insurgentes que comandaba Fernán. Entre los planes de aquellos revolucionarios para sacar a Venezuela de una situación de Nación lacaya y colonial hacia un país soberano estaba la destrucción del Canal 4. Pues este Canal era un medio de sujeción al liberalismo y al imperialismo de Estado Unidos. Y porque además a través de la historia se le ha identificado como una gran organización Gusana.

Dando tumbos, azorados, CAP y su pequeño séquito entran en un hotelito de una estrella o de estrella y media, llamado La Colina, que muchos aseguran es un lupanar (bastante frecuentado por personas de medio pelo).

En este lupanar, frente al Canal 4, y en una calle lateral, es donde se arma la primera locución presidencial. De manera que es falso que Carlos Andrés haya preparado la primera alocución al país desde Venevisión. Realmente este primer speech la hace desde el referido burdelito. Nada tiene esto que ver con la tan mentada majestad presidencial, que va con los vaivenes y azares de las circunstancias, porque si a ver vamos no sabemos si la calidad de Miraflores en aquel momento estaba por debajo o por encima de cualquier lupanar.


EL PRIMER CONTACTO CON CHÁVEZ

La primera llamada de Chávez a Miraflores fue recibida por el Comandante General de División Romel Fuenmayor. Este oficial se niega hablar con Chávez y le pasa la llamada al General Santeliz, quien saluda al jefe rebelde. Luego Santeliz le pasa la llamada a Fernán. En ese momento Chávez no quiere hablar con el General Ochoa. Es entonces cuando Fernán le hace una proposición a Chávez; le dice que baje al túnel, de El Calvario, donde está un bombillo a la mitad del túnel, para entrevistarse con el General Ochoa. Adelantándose desde Santa Inés el Comandante alzado, sin su escolta y desarmado, y que el Ministro de la Defensa hará lo propio desde el lado de El Calvario, desde Miraflores, es decir, ir sin su escolta y desarmado. En este encuentro se podía dialogar sobre el estado de la insurgencia y sobre la conveniencia de no escalar a una situación donde sigan pereciendo miembros de las FF AA.

Chávez estuvo de acuerdo con esta entrevista, Fernán y Santeliz van y le informan a Ochoa, y el Ministro receloso o temeroso, no lo acepta.

Le insisten que no va a pasar nada, y comenzó a decir:

- ¿Y si me pone preso? ¿Y qué pasa si me pone preso?

En ese momento se comenzó a complicar la situación que de por sí estaba bien confusa. Recuerda Fernán que en cambio el Presidente Pastrana viaja a San Vicente del Caguán solo y sin escolta, y se entrevista con un personaje como el señor Tiro Fijo, quien está armado hasta más allá de las muelas de todos sus muertos.



Se está planteando lo del encuentro con Chávez cuando aparece el General Sepúlveda, de la Guardia Nacional, con una avanzada de setenta guardias indagando quiénes se encuentran en Miraflores, y sobre el estado de espantosa confusión que reina en todo, en el que el gobierno existe porque aún quienes están alzados no han lanzado una segunda arremetida contra el Palacio para tomarlo definitivamente.

Entonces el Ministro Ochoa, suspira, y cree haber allanado el problema del encuentro con el Comandante alzado y comisiona al General Sepúlveda para que sea quien suba y vaya a entrevistarse con Chávez en el túnel de El Calvario. Aquí ocurre algo insólito: El General Sepúlveda se niega rotundamente, alegando que está cumpliendo órdenes del Presidente de la República.

Está observando, este cuadro surrealista entre Generales, el doctor Luis Alberto Machado, quien ahora sí es verdad que duda qué es Inteligencia, o si ésta en lo militar está por encima de lo humano.

El doctor Luis Alberto Machado no sabía si esta “juyidera” era una salida inteligente, pero estaba seguro de que al menos “democrática” sí.

El miedo es libre y democrático.

Desconsolado, el Ministro Ochoa ve que detrás del General Sepúlveda está llegando el Jefe de la División de Inteligencia, el Contralmirante Hernández, apodado cariñosamente por sus compañeros “El Viejo”, subalterno directo en el Estado Mayor Conjunto, y Director de la División Estratégica del Ministerio de la Defensa. Se le acerca y le impone la misma comisión que hace poco se le ha señalado a Sepúlveda. El Contralmirante Hernández se niega también de manera determinante, dando la misma respuesta que Sepúlveda:

- Yo también estoy cumpliendo órdenes del Presidente de la República.

Ante esta situación se adelanta Fernán y dice que él va hablar con el Comandante Chávez. Es entonces cuando Fernán invita a Santeliz para que lo acompañe.

El General Ochoa se vuelve hacia Fernán, y le pregunta:

- ¿Y por qué quieres tú ir hablar con el Comandante Chávez?

Y Fernán le replica:

- Bueno, señor Ministro, entonces envíe usted a General Sepúlveda o al Almirante Hernández.

El Ministro replica:

- ¿Y tú crees que el Comandante Chávez va hablar contigo?

- Es muy sencillo, pariente Ochoa, ¿usted no me presentó al Comandante Chávez el día que salió libre de aquel proceso que se le seguía, diciéndole que yo era un bolivariano desde el año 56? Tengo las mejores credenciales como bolivariano para ir hablar con el Comandante Chávez; usted mismo me las dio.

En ese momento sin esperar aceptación, afirmación o negativa, salió Fernán con General Santeliz y se dirigieron a La Planicie, sin ningún guión o plan en ese momento.

En realidad será en dos ocasiones cuando Fernán y Santeliz visiten a Chávez en La Planicie, en la segunda oportunidad lo hacen pretextando un “negocio que les compra Pérez”.


OCHOA, TIMORATO, NO ACEPTA LA SILLA

Posterior a las novedades recibidas al Comandante Romel Fuenmayor, se produce una reunión en la Oficina de la Secretaría de la Presidencia, aquella que ocupaba Beatriz Rangel, la hija pitiyanqui de Domingo Alberto Rangel[1]. Esta oficina se encuentra al lado derecho de un toldo amarillo. Parecía que por allí había pasado un vendaval y Fernán encontró varios celulares, unas pistolas escondidas entre matorrales, todo dejado como en medio de una espantosa desbandada. Allí supo Fernán cómo ayudaron al pobre Alfaro Ucero con una cobija que le facilitó unos guardias nacionales.

Hacía frío aquella noche.

En esta oficina conversaron en privado los Generales Ochoa Antich y Santeliz con Fernán y estuvieron haciendo una rápida evaluación de la situación política y militar.

Un Ministro de la Defensa menos ambiguo habría cortado por lo sano y se hubiera montado en las ancas del gobierno, como diría Páez.

- Pariente – le interrumpió Fernán – el Presidente, así deber ser, lo llamará en cualquier momento, pero le sugiero que a su vez me pueda hacer una prueba de confianza, pues creo que él está tratando de soslayarlo en todo este lío. Usted no es cualquier cosa General; usted tiene el mando de las fuerzas, y a usted le corresponde dar respuestas a las álgidas cuestiones que está exigiendo la República. Usted tiene una responsabilidad y una oportunidad irrepetible para dar pruebas de una gran calidad patriótica y humana.

Afuera por minutos había un silencio sepulcral pero en la que ni grillos se escuchaban. El General Ochoa escuchaba mirándose las manos, mientras Fernán continuaba:

- Si fuera cierto como me informan desde la Sala de Guerra, que el Presidente está en la Embajada Americana, y hay la posibilidad de que por un helicóptero lo saquen de Venezuela, a un portaviones, esto representaría un claro acto de deserción, Ministro. Esto so pretexto de darle seguridad, pero él ya está en un territorio extranjero, de un lugar que goza de extraterritorialidad.

Vuelven los tableteos, los tiros dispersos al lado de esa calma chicha en la que no se escucha una sola ambulancia.

- En ese caso – continúa Fernán – usted legítimamente puede tomar posesión del Palacio y del gobierno, como Ministro de la Defensa, pues usted lo ha recuperado y actualmente lo ocupa en nombre de las FF AA, en nombre de la República, y en un momento en que hay, como le insito un vacío absoluto de poder, precisamente por la deserción del Comandante en Jefe de las FF AA.

Ochoa abrió descomunalmente los ojos, pese a su taciturnidad, y exclamo:

- Pariente, ¿cómo podría saber todo eso que me estás diciendo, y realmente comprobarlo?

- Es muy fácil: El Presidente lo llamó a usted sólo para confirmar que usted está en Miraflores. Eso es lo que quería saber, pues a él alguien se lo ha dicho. Usted no conoce con qué intenciones le han dicho a él que usted está aquí. Pues bien, pariente, llame usted al Presidente, que nada le cuesta; está allí en la memoria del celular, y cuando replique y él le conteste, pregúntele dónde se encuentra; que usted quiere ordenar un destacamento para darle mayor protección y seguridad.

Pero Fernán le explicaba redondamente:

- Verá, pariente: Pérez no le va a decir dónde está, compruébelo; él desconfía de usted.

El General Ochoa dirá después que cuando Chávez le ofreció la dirección de su movimiento le contestó que esas cosas no se le planteaban a un hombre de honor. Sin embargo ahora con Fernán, quería aclaratoria más finas, y por eso preguntó:

- Y si eso fuera así, que el Presiente desconfía de mí, ¿entonces qué debería hacer?

- En tal caso, usted se toma 45 minutos, que me os va a conceder a mí, que corresponde al tiempo que estima la Sala de Guerra para que los americanos se lleven a Pérez al Portaviones. DE seguro de allí se lo llevarán a La Romana, en Santo Domingo, a casa de los Cisneros. Ya eso debe haberlo decidió Bush. Desde La Romana, lo llevarán después a Washington. Esto es cuento sabido siendo Pérez incómodo para los intereses americanos en Venezuela, la historia que se repite con la caída de Medina, la muerte de Delgado Chalbaud y el Golpe contra Pérez Jiménez. Los americanos lo van a remover sin hacerle daño, pero eso, pariente justifica el Contra Golpe que no sólo iría contra Chávez sino contra usted. Este es un Palacio que está siendo atacado pero que no está tomado, y el jefe insurrecto quien quiera que sea no lo ha ocupado, como de-facto sí lo ha hecho usted en compañía de Ramón Santeliz y mía.

Sorprendentemente, el General Ochoa , delante del General Santeliz aceptó en principio no volver a llamar a Pérez durante 45 minutos.

Pero para quien está recogiendo este relato, no deja de pasarle por la mente que el General Ochoa se está diciendo: “Yo soy undemócrata, republicano y constitucionalista. Después, ¿cómo voy a quedar ante la jauría?”

Efectivamente, apenas habían transcurrido unos 22 minutos, el General Ochoa cogió el celular y le ofreció a Pérez seguridades para que volviera a Miraflores y se metiera en su hornacina.

Fernán concluye:

- Hasta la Santísima Virgen diría que a don Fernando Ochoa Antich les faltaron bolas.


ABATIDOS, PERO CONTANDO CON EL APOYO DE EE UU



El Presidente había pasado por una tensión muy fuerte, y en la ráfaga de una película interminable se vio varias veces sin el control del poder, desasistidos de los altos mandos militares, sin la reacción popular de esa inmensa mayoría que le había dado el voto. Se tenía una democracia con mucha fachada pero con poco o ningún fondo, y el rumor que le llegaba era que las barriadas más populosas le estaban dando vivas a los insurrectos y mueras al gobierno, y que la clase media se mostraba sino temerosa al menos indiferente de lo que ocurría.

Pérez, un hombre de más de setenta años, había sufrido pérdidas graves y dolorosas de su equilibrio emocional: en ocasiones había alzado la voz con desatino en sus propósitos y con falta de coherencia en sus decisiones; brotada de su interior un quejido horrible, asmático y seco que le provocaba tos; había golpeado varias veces la mesa de su despacho y en uno de esos arrebatos, viendo que se le iba el poder de las manos y que con aquel ramalazo su celebridad internacional y su figuración en la historia (dos cosas que le preocupaban) se iban por los suelos, llegó a lanzar gemebundos suspiros que pudieron vergonzosamente haber terminado en llantos.

Sus médicos temieron lo peor, ya que le bajaba por su rostro un sudor frío. De sus repentinas cavilaciones pasaba a airadas exclamaciones que se manifestaban de manera dolorosa desacertados juicios. Sus vagos y pequeños ojos se apagaban.

El Presidente estaba fuera de sus cabales, la Nación en un total limbo y el mundo conmocionado con aquello que se daba en decir que la nuestra era una de las más sólidas democracias del continente. Los famosos inversionistas por lo que tanto se clamaba que vinieran (para sacarnos de abajo) no se comieron ese cuento. Los inversionistas nunca se comen ningún cuento de democracias en nuestro continente; ellos sólo creen en los portaaviones de EE UU, y en aquel momento se estaban preguntando si había uno en el Caribe. No tenían por otra parte de qué preocuparse, porque como hemos dicho, aquí no tienen sino factoría de tercer o cuarto orden, a excepción, claro, de lo que tenga que ver con el petróleo, pero esto es ya cosa que le compete de manera exclusiva a la CIA y al Departamento de Estado.

Venezuela adrede ha sido siempre colocada por los grandes intereses internacionales sobre un polvorín, pues lo único que importan de ella, insistimos, es el asunto del petróleo. La fulana Democracia no consolidó estabilidad social y económica de ningún tipo, sino que todo empeoró de manera brutal y descontrolada.

Lo que más abatía a CAP era ese persistente estado de inutilidad de sus fuerzas militares que le decían están afectas a su gobierno pero que no acababan por reaccionar. Sobre todo la participación de la aviación que pudo destrozar los focos insurrectos en La Planicie y que sólo tardan cinco minutos en ir de Maracay a Caracas y ya habían transcurrido horas desde que sus Generales aseguraran que varias naves habían partido de la base Aérea Libertador, en Maracay.

Uno de sus arrebatos convulsos, CAP los dirigió contra Fernán cuando éste le dijo:

- Señor Presidente los aviones tienen hora y media que supuestamente partieron y no han llegado, cuando sólo deben tardarse cuatro minutos. ¿Entonces qué pasa? Aquí no hay un Mirage, un F-16 ni siquiera una avioneta. Aquí se ven volando dos helicópteros que están hacia la zona de La Florida, que por allí se dice de quién son. ¿Sabe usted eso, señor Presidente, de quién son los que están en La Florida? También oímos volar dos helicópteros por esta zona que según versiones iban atacar a Miraflores, que aterrizaron en el Club Valle Arriba.

Sobre la presencia de estos dos últimos helicópteros, Fernán no venía descaminado: Esa madrugada entre las 4 y 5 de la madrugada cayó una neblina en Miraflores, en el área del 23 de Enero, detrás de Tacagua. Había un frente frío inusual en la capital, y La Planicie estaba absolutamente a oscuras. El General Iván Darío Jiménez seguía alimentando con vanas esperanzas al Presidente:

- Señor Presidente, ya los aviones salieron de Maracay.



Carlos Andrés eufórico se dirige a Fernán y le dice:

- Cómpreme usted ese otro negocio: Ya los aviones salieron.

- El mío es más seguro, Señor Presidente: Aquí no habrá aviones todavía, y por varias horas. No ha despegado ningún avión, señor Presidente, y lo importante es que el General Santeliz y yo hablemos con el Comandante Chávez.

Ocurre que cuando Fernán y Santeliz salen a cumplir con el negocio que le han comprado, un guardia se le acerca y dice a Fernán:

- Doctor, váyase con el General Santeliz y no vuelva a Miraflores; si regresan con Chávez, ya hay instrucciones de que se les mate a los tres.

El autor de este trabajo le pregunta a Fernán:

- Y de quién pudo provenir esa orden.

La respuesta fue contundente:

- Del Presidente Pérez.
LA BALAS QUE SEDUCEN

Pasan por El Calvario y sienten el fragor de dos F-16 (los que sobrevolarían esa mañana Caracas) seguramente los célebres aviones que ansiaba el Presidente Pérez, y con los que cuenta para darle un vuelco definitivo a la situación. ¿Pero sólo dos de toda esa temible escuadra de cazas? Algo bien raro.

El experimento de un bombardeo contra La Planicie hubiera sido terrible, pero CAP estaba convencido de que debía hacerse, a la usanza de los gringos, sus maestros: Exterminio sin miramientos. Acaso serviría como ejercicio real para evaluar el aprendizaje RED FLAG con la USAF.

Mucho se le ha reclamado a Chávez los muertos del 4-F, como si tal cosa no formara parte de la inevitable evolución de los pueblos. No hay cambio político de carácter que no implique muertes, muy por debajo de las que se traga la incuria de la injusticia, de las horribles desigualdades sociales, de la miseria creciente y sin control. Lástima que no murieron los que le habían causado tantas desgracias a Venezuela. La responsabilidad de un bombardeo sobre La Planicie habría provocado una hecatombe social y moral que unos embarraganados políticos como CAP no hubieran podido sostener un solo día. Habría sido un acto dulce a los ojos de George Bush (ex jefe de la CIA), de Kissinger, de la OEA, de la OIT, y de cuanta vagabundería internacional se ha estructurado para poner en la picota a todo aquellos mandatarios que han querido realmente sacar de abajo a sus pueblos.

Hubo un acto, como esos que traen las tragedias de Shakespeare. Asomados en lo que fue el balcón del Ministerio de la Defensa, en La Planicie, contemplando el espectacular borboteo de luces de la gran urbe; Chávez contempla aquellos parpadeos como si se tratara de una solemne y victoriosa despedida en su última hora. El Coronel Yánez Fernández (Director de La planicie y preso de la Conjura), le dice:

- Comandante, esa ciudad allá abajo se tragará su sublevación.

Refulgentes trazos que describen los cañones sin retroceso; las explosiones en La Carlota, los fogonazos y deflagraciones contra la DISIP, Miraflores y La Casona.

Chávez siguió escuchando:

- Para una ciudad mucho más pequeña que esta, Comandante, los norteamericanos para tomarla metieron doscientos cincuenta mil hombres. Aquí hay cuatro millones de habitantes, Comandante, ¿cómo hará usted para controlarla?

El Fuerte Tiuna apenas si cuenta con trece mil efectivos.
EMBEBIDO EN EL ABISMO DE SU PROPIA GUERRA

Ese mismo monstruo demencial que ha devorado a tantos idealistas revolucionarios, que se tragó al llanero Joaquín Crespo, a Cipriano Castro e hizo de Gómez su mayor fortaleza; que destrozó a Medina Angarita y aniquiló a Carlos Delgado Chalbaud, y a una lista larga de ambiciosos, farsantes o héroes. Esa ciudad abajo que seduce y que mata, y que cuando es tomada, desata sus seductoras dotes que son las balas melosas de las cortes que vuelven eunucos a muchos osados.

Esa lucha sin cuartel vendría más tarde, pero Chávez la sueña como se sueñan esas cosas inevitables que ya están escritas.

Soñando con los ojos abiertos y fijos sobre el hervidero de esa ciudad, sabe que la va a conquistar, no a sangre y fuego, sino ya por mandato de su destino. Embebido en el rumor de ese vaho ardiente va escuchando:

- Comandante, no es tanto triunfar en esta batalla, como sostenerse; y no será luego lo importante sostenerse como resolver los problemas que desde hacen siglos viene clamando por soluciones. Se puede ser un estratega militar y triunfar, y después habrá que ser líder de masas y más allá de todo esto un gran estadista.

Con los ojos fijos en las luces que se lo tragan:

- Allá abajo, hay otros Generales y otros soldados entrenados para matar sin armas. Allá abajo no se da la guerra que hemos estudiado en los cuarteles; el enemigo avanza abrazado a uno. El enemigo está en todo momento a nuestro lado y jamás da la cara. El enemigo incluso puede ser uno mismo, y cuánto cuesta reconocerlo, Comandante. No sabe usted cuánto le costará sacar la costra maldita de la perdición moral implantada en este país por los partidos. Usted no sabe cuántos héroes van a florecer aquí, enaltecidos por los medios de comunicación, cuando usted comience a trocear ladrones y a fumigar alimañas.

Las luces que le hipnotizan y le hablan con el lenguaje de ese pueblo que no ha opinado, que nunca ha tenido sino migajas y miserias:

- Se trata del poder. Su lucha será luego por el poder. Para eso Comandante no hay escuela que valga, pero usted podrá vencer, al menos resistir con bastante posibilidades de triunfo porque está marcado. Antes se vencerá a sí mismo. Cuando usted se venza a sí mismo, podrá decir: Adelante, y ya nada ni nadie lo detendrá.

Es aquí, en la contemplación del abismo de su propia guerra cuando Chávez descubre el sentido de su verdadero destino. Cuando perderá el sabor de todos los miedos, y verá que es un hombre marcado para una lucha superior y que ya no se pertenece. Es en esta hora cuando ha triunfado porque el sabor de la muerte de todo lo pasado se ha esfumado para siempre. Es otro, pero eso ya poco importa. Todos los himnos de la tierra, trompetas de júbilo, cánticos salvajes de gloria, solemnes voces que le saludan y entre las que él imagina distinguir la del Libertador Simón Bolívar. Está bañado en lágrimas por la inmensa alegría que lo estremece. Ya sabe todo lo que tiene que hacer.

Es inútil, ya no es de este mundo. Lástima de todos aquellos que no lo comprendan. Es inútil, entregará las armas con las que ha tomado La planicie porque va empuñar otras. Es cuando descubre que no es por las armas aceradas de los cañones y de las atronadoras ametralladoras por las que ha puesto a Venezuela en un drama terrible, y por lo que realmente algún día podrá vencer. Ha entrevisto el llamado de sus augustas y verdaderas fuerzas, y siente en lo más hondo de sus nervios y de su alma el poder de aquella exclamación de Bolívar en Pativilca, cuando “derrotado” por las descomunales fuerzas de la adversidad, enfermo y aislado, sin recursos, y aquel Joaquín Mosquera aterido de pánico y de dolor le pregunta:

- Ahora Excelencia, ¿qué va hacer Usted?

Y él, que le contesta, serenamente:

- Triunfar.


NO HUBO RENDICIÓN

Lo que se produce en La Planicie es una transferencia doble de mando: En primera instancia del Comandante Chávez al General Santeliz, y éste que restituye la autoridad del Coronel Yánez Fernández a su unidad, que constituye una unidad estratégica muy importante, que en léxico militar se llama Unidad Aislada o Guarnición Aislada.


“HABRÍA PREFERIDO OTRA MUERTE”

Pregunta Pérez por sus “Generales” o caudillos de su partido, en virtud de que los de la República no controlan casi nada. No hay tampoco caudillos de su partido: todos sus líderes están muertos hartos de tierra, y los “vivos” en el limbo, sin obreros y sin campesinos. Es cuando comienza un monólogo interior en el que no hace sino repetir: “Habría preferido otra muerte”, “Habría preferido otra muerte”, “Habría preferido otra muerte”, “Habría preferido otra muerte”...

Una de las primeras cosas que debe reconocer un país, y todo hombre es saber reconocer quién está muerto, cuándo algo ya está podrido o vencido. En tanto y en cuanto esto no lo sepa un país, carece de condiciones para regirse por sí mismo. Nosotros hemos tenido por presidentes muertos, y por muertos héroes y sabios, salvadores y mesías. Chávez en una de sus arengas, recordando unas palabras de Gramsci, dijo que algo estaba por morir, al tiempo que otra cosa estaba por nacer. Era él, Chávez quien sentía que a través de su ser, brotando de sus propios nervios y de su propia sangre, las fuerzas de un cambio largamente anhelado. Reconocía que definitivamente CAP estaba muerto. Él sí lo supo aquella mañana del 4, que Carlos Andrés estaba definitivamente muerto, y que con él se sepultaba gran parte del viejo pasado. De modo que algo moría y al mismo otro mundo estaba saliendo de abajo.

Chávez sale de La Planicie con su rango, sin rendirse, más armado que como había llegado a la famosa fortaleza, y cuando entra en Fuerte Tiuna con un paso muy marcial y sereno provoca pánico entre los oficiales que allí se encuentran, al tiempo que Pérez profundamente sorprendido no dejaba de preguntarse quien había ordenado llevarlo a ese lugar.

Fernán dirá que él no lo había engañado “pues, yo nunca le prometí que le iba a pedir a Chávez que se rindiera, o que lo llevaría a Miraflores, como tampoco se lo prometí a Ochoa, y lo llevamos a Fuerte Tiuna para que no lo mataran
LOS MEDIOS EN EL CANDELERO

Se ven los emblemas de YVKE Mundial, Radio Rumbos, Tv-4, Tv-2, Globovisión, CNN, Radio Caracol, Televen... En la Puerta Nº 1, se autoriza a los medios pasar, seguidos por escolta hasta el salón de Relaciones Públicas del Ministerio de la Defensa. En la avalancha de cámaras y luces, se concentran abajo donde está el carro que habían utilizado para trasladar a Chávez, encima de las gradas. Aquel tornado traspasa salones y pasillos y los lentes buscan, ya lo han descrito, a un moreno fornido aindiado, alto, de boina roja que lleva más armas que un bandolero mejicano.

Entran pues los medios donde se encuentran, Chávez en el centro, a su izquierda Fernán Altuve, y a la derecha el Viceministro Daniels. La posición que ocupa Fernán por ese lado es para que no se le pueda colocar allí ninguna persona.

El Viceministro Daniel espera que Chávez exprese algo que él ha estado preparando como un guión, y resulta que el Comandante repitió exactamente lo que ya había dicho en la despedida de La Planicie, por tercera vez, y en esta ocasión en un minuto y veintisiete segundos.

Firme y sereno: “Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. En Caracas no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre. Vendrán nuevas situaciones. Oigan al Comandante Chávez para que por favor reflexionen y depongan las armas”.

Agradece la lealtad y valentía de sus seguidores y asume la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano.







[1] Pareciera que los hijos de Domingo Alberto supieron interpretarle muy bien sus verdaderos sentimientos, y todos les saieron reaccionarios.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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