Parte del verdadero rostro del sionista Benjamín Rubén Scharifker Podolsky

En su círculo más íntimo le llaman Ben. Como Ben Gurión, el terrorista. Benjamín Rubén Scharifker Podolsky estudió la primaria y secundaria en el colegio Moral y Luces, de la comunidad judía de Caracas. De moral no sacó gran cosa, pero de luces para el conocimiento meramente técnico, sí lo suficiente para proyectarse en el futuro mundo universitario. Sus abuelos fueron judíos ucranianos que emigraron de Rusia a Argentina, a principios del siglo XX. De sus antepasados rusos su ego se mantuvo normal, pero mezclado con lo argentino creció sólo lo justo. En Argentina nacerían sus padres y Ben vino al mundo en Buenos Aires, el 21 de septiembre de 1953, y pocos años después su familia se estableció en Venezuela. Cuando concluyó sus estudios universitarios, Venezuela con extraordinaria generosidad le becó para que se fuese a Inglaterra. El hombre con una rainbow coalition en la sangre y una conciencia nacional endeble sostuvo en sus años mozos que él era cuasi-comunista.

Durante sus estudios de posgrado fue uno de los alumnos más destacados del Departamento de Electroquímica por lo que le otorgaron financiamiento para un postdoctorado en 1980. Pero aún, siendo muy joven, ganó un premio internacional, Premio Tajima, el cual lo recibió en la Unión Soviética. Con sus ideas de izquierda participaba con grupos de estudiantes de la ULA y entre otros, por ejemplo, con Elías Eljuri (el director del INE) en tertulias políticas progresistas. Entonces Scharifker se unió a la idea de crear una Sociedad de Estudiantes Venezolanos en el Reino Unido y una Sociedad Iberoamericana en la Universidad de Southampton. Benjamín Rubén, siempre era reconocido como un líder y lo nombraban presidente de todo, principalmente por sus ideas presuntamente revolucionarias.

Pero sus amigos que realmente tenían conciencia política, se daban cuenta de que en el fondo Scharifker era un cínico que sabía amoldarse muy bien a lo que le diera mejores beneficios personales. En la época de diciembre, siendo judío (sionista) forma alborotos tratando de hacerse simpático y se hartaba de hallacas y de pernil, y lo hacía por todo el cañón, sin pararle a lo que pudiese decir sus amigos judíos. Irreverente, el tío.

En aquellos tiempos Scharifker defendía su venezolanismo con una pasión que ofendía hasta los propios criollos. A veces, durante la época de dictadura en Argentina, era muy duro con los blandengues pequeños burgueses de ese país. Pero por naturaleza y por su condición moral siempre se mostraba antibolivariano; se expresaba, y hoy todavía mucho más, muy despectivamente de Bolívar. Él pertenece en la Universidad Simón Bolívar a un grupo que llaman “La Simón”, para no mencionar en absoluto lo de Bolívar. Él, siendo sionista furibundo, es de los que afirman que Bolívar fue un oligarca, un burgués, que tenía esclavos, y que por tanto era partidario de la esclavitud. Dice que no entiende el concepto de personas bolivarianas y no puede concebir que personas inteligentes puedan reconocer como líder a un tipo como Chávez.

Realmente que escaman estos tíos como el Scharifker unidimensionales que sólo saben de recetas y fórmulas, pero que muestran una deprimente y profunda ignorancia en relación con nuestra historia y con nuestros valores culturales. Tipos que en definitiva no tienen patria, porque no se conoce un solo sionista en el mundo que tenga patria, mucho menos los radicados aquí en Venezuela. Por desgracia el señor Scharifker vino a ser rector de una universidad con el nombre de nuestro Libertador.

En el terreno académico, Scharifker ha sacado las uñas y se ha comportando como todo un mafioso. En Venezuela hay sólo dos grupos de Electroquímica: el de la ULA y el de la Simón Bolívar. Durante un tiempo hubo un conato por formarse uno en la UDO, pero Scharifker lo frustró, burlándose públicamente en un congreso celebrado en “la Simón”. Los puso por el suelo y proclamaba voz en cuello que la calidad de sus resultados era ridícula. En realidad se trataba de un grupo de estudiantes ilusionados que procuraban con pocos recursos crear un centro de investigaciones en esta área de la Química. A la final todos estos jóvenes, decepcionados por los ataques que recibían de Scharifker, terminaron yéndose del país y haciendo estudios de postgrado en Puerto Rico; no regresaron más a Venezuela (allá se han destacado y han producido trabajos de reconocida calidad).

El sionista Scharifker también se burlaba de la calidad de los trabajos de un incipiente grupo de electroquímica de LUZ y estas personas acabaron por inhibirse de continuar en esa línea de investigación porque a Scharifker todo lo llegaba en su campo. Al grupo de la ULA no le quedó a Scharifker más remedio que respetarlo por haber sido este grupo pionero en Venezuela y por ser mucho más antiguo que los que él dirigía, y hasta ha aceptado hacer proyectos con este grupo de la ULA. Hace unos 4 años, sorpresivamente, mostró Scharifker mejor de lo esperado su rostro fascista y descalificó al doctor Jairo Márquez (de la ULA), ante la comunidad internacional de Electroquímica. Alegaba redondamente que don Jairo no podía representar a nadie académicamente porque tenía una clara posición política (chavista) y por lo tanto él vetaba su postulación como representante de Venezuela ante la Sociedad Internacional de Electroquímica (de todas formas sus trácalas y argucias no dieron resultados y el doctor Jairo Márquez ganó y fue elegido con el 75% de los votos).

En fondo Scharifker se sentiría más a gusto conduciendo un tanque en Gaza, porque su inquina antipatriótica le ha llevado a aliarse con los elementos más recalcitrantemente de la ultra-derecha venezolana. Con toda su genial preparación científica, por ejemplo, no vio reparo alguno en la entrega del título a Nixon Moreno en la Nunciatura, aunque este mozo nunca hubiese estudiado y con esa graduación se estuviesen violando reglamentos y todas las normas académicas y universitarias del planeta. Aquello para él fue uno de los gestos más bello que ha parido la autonomía universitaria; de lo más patriótico y noble sencillamente porque Nixon el día en que intentó violar con un palo de escoba a la distinguida Sofía Aguilar llevaba sus manitas pintadas de blanco, como lo ordena el genial grupo sionista “Instituto Albert Einstein”, de Gene Sharp.

Su carrera política en “La Simón” fue de este modo: comenzó siendo jefe del Departamento de Química (en esa época decía que en contra de su voluntad, ya que le quitaba tiempo para su actividad académica), le tomó el gusto y aceptó la nominación para ser Decano de Investigaciones de la USB (el equivalente a coordinador del CDCHT). Posteriormente se lanzó como candidato a vicerrector académico y perdió. Luego se postuló para el vicerrectorado administrativo y ganó, de allí el trampolín para el rectorado.

Scharifker puso su granote de arena durante el paro petrolero para hacer lo imposible para hundir económicamente al país y cuando salieron de PDVSA estos fascistas investigadores (de la calidad moral de Edward Teller) él se dio a la tarea de contratarlo para “La Simón”. Colaboraban con él personajillos como Klaus Jafee (también profesor de la USB), enviando correos que incitaban unirse al golpe. Poco después del paro, envió varias cartas a la revista “Nature”, pidiendo prácticamente a la comunidad internacional que los marines intervinieran a Venezuela. Una de estas cartas llevaba por título “Venezuelan students are campaigning for freedom” (estudiantes venezolanos están en campaña por la libertad). También fue Scharifker de los que suscribió un implorante pedido de ayuda a la comunidad científica internacional porque Venezuela estaba en peligro de destrucción por culpa del loco Chávez, y aquella bazofia se titulaba, “Venezuelan researchers call for international help”. Cacareaban aquellas nenas mantenidas y que realmente nada le han aportado al desarrollo del país porque siempre están produciendo papers sólo para el interés de sus madres putativas del Norte: “Nos encontramos en un entorno caótico en el que es casi imposible cumplir con nuestros compromisos de investigaciones nacionales e internacionales.” ¡Ah, bandidos!

Ahora bien, Scharifker es una pieza clave del actual Pacto de Puerto Rico, aunque no hubiese estado presente en tal evento. Tiene conexiones con diversos cuadros nacionales e internacionales para tratar no sólo de derrocar al Presidente Chávez sino de eliminarlo por cualquier medio. Ha estado en contacto con agentes de la CIA, con mercenarios a sueldo de los yanquis y ha decidido involucrarse hasta más allá de los calcañales en las guarimbas de las manitas blancas que apoyan el No. En los recientes hechos en los que se descubrió al delincuente José Dacre, el “Maraco” en Chacaíto con un camión cargado de bombas molotovs, Scharifker de inmediato salió en su defensa y declarando al El Nacional: “la manifestación fue disuelta de manera violenta por la policía, con el agravante de que se quiso hacer ver a la opinión pública que los estudiantes tenían bombas molotov. Una acusación difícil de creer porque la tenencia de explosivos y las prácticas violentas van en contra de lo que el movimiento estudiantil ha venido sosteniendo y de la manera como se ha venido conduciendo. A los estudiantes les indignó que se les impidiera manifestar sus opiniones y, luego, que se les endilgara falsos señalamientos. Y no es la primera vez que vemos esta intención inculpadora por parte del Ejecutivo, que ya la semana anterior había culpado, por boca del propio Presidente de la República, a los estudiantes, de un incendio en el Parque Nacional El Ávila. El rector de la Universidad Metropolitana insiste en que, primero, las llamas no se produjeron en el Ávila sino en un monte que separa la autopista de la Unimet. Algo muy lamentable, claro está, pero que no es exactamente el Ávila. Y, luego, que no está nada claro que hayan sido los estudiantes quienes iniciaron ese incendio, que bien pudo ser provocado por las bombas lacrimógenas lanzadas por la Guardia Nacional. Los estudiantes resienten que el ministro de Interior y Justicia, Tarek el Aissami, quien fue líder estudiantil de la ULA hasta no hace mucho, sea el presunto autor intelectual de estos montajes para inculparlos. Ante todo esto, el miércoles 21, algunos estudiantes de la USB trancaron la vía que pasa frente a la Universidad para protestar. Yo estuve un par de horas tratando de interceder con ellos para que dejaran la vía libre, recordándoles que el grueso del movimiento estudiantil no está de acuerdo con este tipo de medidas, que afecta a la ciudadanía.

Cuando se le preguntó si la reciente concesión del doctorado honoris causa de la USB a Mario Vargas Llosa, célebre crítico internacional de Chávez, podría interpretarse como un desafío al Gobierno, respondió: “No. Debe interpretarse como lo que es, un reconocimiento a la figura de Vargas Llosa, quien representa los valores que la Universidad quiere promover: un intelectual riguroso, que expresa con arte su pensamiento, a través de su creación literaria y que, también, a través de sus ensayos y artículos de prensa, hace un análisis muy profundo de la realidad.”


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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