(Si te has endeudado entenderás mis súplicas)

La deuda interna de por vida contraída

Debido a la alharaca que formó el presidente Correa en la República del Ecuador y en cumbres realizadas en países tercermundista afines por el desorden de la deuda externa de su país, fue la mecha que sirvió de detonante para que mi suegra me tenga contra la pared y, de manos atadas, los que sesenta años ha, estaba sepultada en paz silente dentro del entorno familiar por los doscientos pesos que adquirí de mi suegra Benita en calidad de préstamo, una vez que contraje matrimonio con su hija Clotilde, la que durante y por igual cantidad de años no se desampara de mi sombra y tutela que, como obligación de palabra empeñada que bajo juramento oficial acepté y firme con ella por nosotros y, los seis hijos –tres hembras y tres varones- que después procreamos en sucesión de dos en dos durante diez años.

Que feliz era yo como zapatero remendón, formado e iniciado, en esa digna profesión desde los quince años hasta los que tengo y trafico hoy, vecino a los ochenta, siempre remendando y componiendo, tapando más huecos en la suela de los zapatos que el Ministerio de Infraestructura en las vías, en una esquina de una plaza pública de Venezuela y, con el mayor dolor de mi alma, puedo decirles que sufro, sufro amargamente como un infiel sin memoria, más de una vez me he tragado los clavos que ensalivaba para clavarlos después en los zapatos y he saboreado sin querer la pega de mi oficio como si fuera majarete, además, ronco sumido en un escozor permanente que me deshilacha los nervios y no me deja dormir reposadamente al calor de mis seis maleducados hijos, a los que no pude darles la educación que se merecían, debido a los malos gobiernos pasados y a la vileza de mi formación y, bajo rendimiento como analfabeta residual de la universidad de la vida, aunque actualmente, tres de ellos flotan alegremente estudiando en las misiones educativas de Chávez, uno en la Robinson II, otra en la Ribas y la última en la Sucre, los tres restantes brincaron la talanquera del saber y se me quedaron arbolarios fuera de control social, pero los problemas de mis seis hijos no es la razón de mi bajo perfil que me tiene cuesta abajo bailando como un mapuche y entenderán el porqué de mis desvelos sincronizados.

Por un momento denle rienda suelta a su imaginación y traten de comprender lo que la vieja usurera Benita quiere hacer con su yerno Leandro como me llamo, y, lo más sublime de su decisión es que quiere que, le pague en dólares.

Adquirí la deuda y me endeude hasta la coronilla –lo reconozco- y sino lo hubiera hecho, todavía estaría soltero y silvestre en mi campo emocional de bohemio inculto, pero eso era lo que el destino me tenía en reserva y, sin ningún preámbulo lo aproveché que para esa época, doscientos pesos eran ochocientos bolívares de plata, con los que solucioné y compré gran parte de nuestros enseres, ya que mi mujer me la entregaron sin dote y desvirgada, pero jamás de los jamases concebí en mi torpe memoria la encerrona que me tendió mi suegra Benita y que saldría a flote en mi futuro de pobreza irracional.

El caso es que, he sido citado a varios entes públicos, donde se supone que se imparte justicia social, a comparecer a fin de esclarecer una averiguación en mi contra por una deuda de capital e intereses moratorias que pesan sobre mi persona y que se han acumulado por casi sesenta años –eso decía el contenido de los oficios enviados- y que están en mi poder.

¿Se dan cuenta del maremágnum en que una pequeña deuda se ha transformado en una cantidad millonaria de bolívares y, me ha envuelto en su espiral con la facultad implícita de acabar con mi tranquilidad personal como cabeza de familia?

Pagar no puedo, por lo que sólo y solamente sí pagaré con olvido, por lo que me acojo al precepto constitucional de los deudores por desidia absoluta y en contraposición expongo al mundo de los indiferentes que saldo la deuda de por vida contraída con el mantenimiento de mi consorte Clotilde por la misma cantidad de años de manutención con su respectiva inflación acumulada y, si es de querellarnos en las entrañas de las cortes internacionales, hasta allá acudiremos a demostrar que “lo que es igual no es trampa”, por lo que cuento para nuestra defensa con el argumentoso abogado y, escuálido, Escarrá .

A mi suegra Benita la tengo en salsa y en cualquier descuido de su parte –juro por Bush y por Alá- que no se escapará de un zapatazo musulmán por perra.

Cápsula de ira:

¿Cuántas deudas acumuladas no habrá en este mundo, donde unos pocos dentro y fuera de los gobiernos se aprovecharon de la buena fe de los pueblos para saquearlos y disfrutar de su renta básica con beneplácitos a costilla de la miseria humana y, a favor de El Banco Mundial como del Fondo Monetario Internacional y, de otros parapetos económicos, arruinadores de los bienes y riquezas de muchos países, donde los gobernantes de turno han callado por años cancelando intereses sobre intereses de contratos leoninos de la deuda de nunca acabar para siempre vivir empeñados y dependientes de un falsa benevolencia que no vendrá del Norte, ni de Europa.


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Esteban Rojas


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