La trascendencia de lo aparentemente intrascendente

Saturados quizá mis lectores de leer mis asiduos artículos dirigidos fundamentalmente a temas de cierta trascendencia, como lo son: La corrupción dentro de la administración pública, la falta de voluntad política para adelantar leyes que permitan penalizar el juego pernicioso de la justicia y de la ley, la falta de mecanismos prácticos, eficientes y legales indispensables para poder destituir funcionarios corruptos, aunque sean o no elegidos por la voluntad popular.

Hoy quiero abarcar ciertos temas, que por lo “pequeños” que son, no van dirigidos directamente a la persona del ciudadano presidente de la República sino a los futuros gobernadores y alcaldes que sean elegidos.

Ojalá que estos futuros funcionarios tomen como valido aquel dicho que se dice en medicina: “Al tumor hay que extirparlo aunque sea benigno”. Creo que el mensaje se explica por si mismo.

Así pues, quiero referirme a temas aparentemente intrascendente que forman parte de la vida común del venezolano.

Comienzo entonces, haciendo un comentario a una queja que acabo de oír por RNV acerca de la actitud deplorable en la que han incurrido un número de taxistas motorizados, cuando han roto y esparcido bolsas de basura a las puertas de la salida del Metro en la Bandera. Este suceso, perjudica a esa colectividad que vive en sus adyacencias y que reclama de inmediato la acción de las autoridades competentes para que se castigue a los culpables.

Lo insólito que he oído, es que existe en su cercanía un módulo policial y ante tal situación, sus funcionarios se mantuvieron inmutables, displicentes y tranquilos.

¿Por qué esto puede suceder? ¿Qué es lo que pasa?

Será que las autoridades se tornan inoperantes cuando se presenta el citado problema porque dudan de la justicia en un estado de complicidad permanente.

Seguramente, estos gamberros son dirigidos y manipulados por algún partido oposicionista y entonces, el funcionario policial se inhibe de actuar con fuerza en su contra, por temor a ser acusado más adelante por la Media -que es la que invoca cínica y vergonzosamente el precepto de los Derechos Humanos- para acorralarlo y transformarlo de agredido en agresor. Ya pasó en Mérida.

Si esto llega a suceder también en otros barrios o urbanizaciones, la intrascendencia de lo ocurrido en la Bandera ya no lo será .Así saltamos de una relativa intrascendencia a una real trascendencia. ¿De acuerdo?

Otro caso: la falta de iluminación en una calle de una comunidad cualquiera, es evidente que perjudica a un cierto número de personas. Esto en apariencia luce como un problema intrascendente, pero, cuando son muchas calles y muchos barrios ya el problema se hace trascendente.

Cuando las calles de una comunidad en su mayoría son de tierra, sin lugar a dudas cuando vienen las lluvias, aquello se transforma en un calvario para sus habitantes.

Un Alcalde o Gobernador pudiesen no pararle mucho y dirán que es poca cosa.

Pero, si esto se repite en muchas comunidades, es claro que el problema adquiere entonces magnitudes trascendentales.

Hay un factor común en todos esto hechos señalados - y no quiero ser más extenso pero hay muchos más- que es la FALTA DE AUTORIDAD

Si es cierto que se piensa dar multas a los que manejen sus vehículos sin el cinturón de seguridad - lo cual es muy positivo- deberían darse también a los que ensucien la ciudad y tiren basura en el suelo o a los que jalan caña en las esquinitas y después estrellan las botellas contra el pavimento.

Y que si también, se deberían dar multas y se apliquen penalizaciones contundentes a los medios conspirativos que atentan contra la estabilidad política del país o trabajan arduamente por el magnicidio.

No hay que olvidar que estos medios también se han cagado en la opinión pública y en otras partes más. Ya el problema tiene tiempo que dejo de ser intrascendente.

¿Será posible hacer justicia en este caso o será sólo una utopía mental de mi parte?

Quiero para terminar, dar el siguiente mensaje: Lo que a veces aparenta ser intrascendente en la realidad no lo es, el factor multiplicador de su ocurrencia así lo demuestra, y el pueblo siente el problema con toda su intensidad. Esto es para un buen político y analista, un alerta y un motivo serio de análisis. El pueblo puede ser manipulado por esas fuerzas contra-revolucionarias que entienden su dilema y es deber del revolucionario NO FALLAR en sus funciones.

Ojo candidatos a gobernadores y alcaldes, sobre sus hombros es que van a caer estos “intrascendentes” y será su deber el resolverlos como debe ser.

alexriver870@hotmail.com




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Alex Rivero


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