La cristiana hipocresía de la oposición

El jueves, el silencio de la prensa escrita frente al anuncio de los planes de magnicidio que elaboraba un grupo de militares retirados, en conjunción con activos, fue absoluto. La excepción fue este periódico, único diario entre la prensa tanto nacional como regional, que le dio primera plana a la información. El apagón mediático nos hizo recordar aquella oprobiosa autocensura del 13A, cuando la calle ardía y las imprentas callaban.

Pero al día siguiente, las rotativas dieron un vuelco, escandalizadas como estaban porque el Presidente había mandado "para el carajo" al Embajador gringo. Ahí sí chillaron los teclados, los teléfonos y los micrófonos no se dieron abasto para recoger las impresiones de los sesudos analistas opositores, que no cesaron de cuestionar el escándalo de una medida soberana, necesaria en el momento histórico en que América Latina tiene que cerrar filas ante la agresión y los intentos golpistas y magnicidas.

La expresión "yankis de mierda", en boca del Presidente, alimentó con morbosidad extrema los corrillos de los oposicionistas. Para esos cristianos que comulgan todos los domingos, no fue noticia que al Presidente lo quisieran matar y que se hicieran públicas esas intenciones con nombres y apellidos. El silencio mediático y el de sus fanáticos seguidores, puso en evidencia, no sólo la complicidad de algunos de ellos, sino la no disimulada frustración de la mayoría porque el plan fue develado. Salen de misa rogando que a Chávez lo maten y con él a un montón de sus seguidores. Se sintieron desairados.

Pero mandar al carajo a los gringos es una vulgaridad, una expresión más del prosaico estilo presidencial que tanto les escandaliza. Para ellos, los norteamericanos invaden países, cometen genocidios, torturan, tumban gobiernos, imponen dictadores, pero muy educadamente, con lenguaje políticamente correcto; son "muy decentes" pues. El nuestro ayuda, vende petróleo barato para que Haití pueda tener luz dos horas al día, reparte solidaridad por el continente, pero es un execrable grosero que debería estar muerto. Para colmo, juran que Dios está con ellos. ¡Qué bolas!

mlinar2004@yahoo.com


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Mariadela Linares


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