Masacre electoral


Tuvieron que firmar aunque eso no era lo que querían. Les hubiera ido de
maravillas si en las colas se hubiese matado a unos cuantos. Tuvieron que
acogerse a lo que dispone la Constitución, aunque eso no era lo que
querían, sino que en las calles en lugar de firmas se hubiesen recogidos
muertos con disparos en la cabeza. Pero aún así, no dejaron de torcer el
mandato de la Carta Magna, y se echaron otra vez por el atajo de la
trampa, del barullo, para enturbiar horriblemente el proceso para sacar de
este desastre el mayor provecho posible. Carlos Melo, Antonio Ledezma,
Henríque Mendoza y Julio Borges, entre otros, en cónclave realizada en la
Gobernación de Miranda, decidieron hace dos meses organizar un plan de
fraude descomunal, alterar “inteligentemente” las reglas exigidas por el
CNE, para conseguir el ansiado número de tres millones de firmas, por lo
menos.

Fue así como la oposición concluyó su espantoso patuque, el lunes 1º de
diciembre. Tal cual como lo había previsto el Presidente de la República;
los bandidos del G-5 se lanzaron a llenar planillas como quien hace planas
en una escuela, e inundaron las cajas de los centros de recolección, con
multitud de irregularidades que ahora llevará meses en clarificar.
Mientras tanto dirán, para consumo de los noticieros internacionales que
obtuvieron más de cinco millones de votos, que vencieron al gobierno y que
Chávez está moribundo. Ahora comenzará la guerra mediática para intentar
destruir la economía y el país continúe en la desestabilización política,
en un estado de conmoción que le conviene a los intereses miserables de
una posición de rapaces, de ladrones y terroristas.

Desde el sábado 28 de noviembre al 1º de diciembre, se vieron las trácalas
más insólitas, y la sede del partido AD, en el Paraíso sacó de sus
armarios cincuenta y dos mil cédulas de muertos y puso a sus militantes a
recorrer centros de recolección de firmas. Nadie se explica por qué esta
sede no fue allanada a tiempo. Unida a esta trácala se llenaban las
planillas, dando montos que duplicaban las cifras reales. Lo que se llamó
la recolección itinerante se convirtió en toda una desvergonzada
alteración del proceso, y se llenaron de manera ilegal miles de planillas
en casa particulares, echando mano de listados de escuelas, de bancos, de
recolecciones previamente recogidas para concursos en los que se ofrecían
premios. En interior del país esta fue la tónica. Más de tres mil
recolectores de firmas hicieron este grosero trabajo, sin que nadie les
pudiese fiscalizar, sin testigos del CNE, y mucho menos del Comando
Ayacucho. Esto representa al menos un treinta y cinco por ciento de las
firmas recogidas. Decía un escuálido en Mérida: “Que firmen hasta los
carajitos, que esa vaina no la detectan, y si la protestan los acusamos de
mentirosos”.

De momento la oposición puede decir, muerta de la risa, que cumplió con
éxito su propósito, y tratará de alterar la paz pública haciendo mover a
sus muñecos de guiñol para que no se les enfríe el guarapo.
Parte del trabajo de apoyo para este fraude lo llevaron a cabo los
corresponsales de prensa extranjera, el mismo Centro Carter y el cachaco
de César Gaviria. Cómo fue que no hubo un solo venezolano que le dijera a
Gaviria que él no tenía autoridad moral alguna para venir aquí a
inspeccionar o a monitorear nuestro referendo, cuando él jamás había
promovido uno en su país, cuando él fue puesto por la CIA en la OEA y
cuando en realidad no representa a ningún sector serio popular de América
Latina.

De modo pues, que la Coordinadora de Ortega y Fernández volvieron a sus
papeles de tracaleros, de masacradores, de promotores de conmociones y
asesinatos. Ya están dando la orden para que la gente tome la calle, y
desconozca al Presiente. Esta Coordinadora está incapacitada para hacer
absolutamente nada honrado en Venezuela. Sus métodos son la mentira, la
manipulación, el fraude reiterado en todo lo que acometen, e incluso se
enorgullecen de su inmensa capacidad para la estafa, para el engaño.
Hay entonces que responder con contundencia a esta amenaza. Ya CNN, la
Televisión Española y los gusanos periodistas repartidos por el mundo,
están señalando que Chávez fue derrotado. Además regaron que Chávez trató
de impedir el Firmazo y que lo saboteó a través del Plan República.

Es imprescindible entonces meterle la ULTRA-LUPA a cada una de las firmas
de la oposición, y chequear una a una cada huella digital, así esto
requiera todo un año de intenso trabajo, pero hay que darles la lección a
los adecos, a los patiquines de Primero Ajusticia, de que aquí ha fenecido
para siempre la era de que acta mata voto, de que testigo mata voto, de
que trácala mata voto. RIP.






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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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