El arte Imperialista de convertir el Bien en el Mal


“Todo el supuesto bienestar que promete una ideología, desde el principio se transforma en mal para todos”.


Seguramente que usted ya habrá notado el fenómeno consistente en que cuando tiene la firme determinación de lograr una cosa, comienza a obtener resultados contrarios.

Así, se ha propuesto ser más espontáneo y en su intento no ha hecho más que tornarse más rígido que antes. Y es que en el trasfondo de toda “buena intención” de la gente está el germen maligno de “crear normas (usualmente rígidas) para lograr cierto objetivo”, pues estas comienzan a poner restricciones, supuestamente lógicas y de sentido común”, que paradójicamente producen su efecto contrario.

En el ámbito de la sociedad esto es muy frecuente, sobre todo cuando se trata de ideologías totalitarias que pretenden el bienestar de todos. En nuestra historia reciente, hallamos como ejemplos de lo dicho, la ideología nazi y la ideología de globalización, protagonizada por USA, país que se viene declarando a sí mismo como el imperio más magnánimo que haya conocido el mundo hasta el momento.


“La verdad que la benévola hegemonía ejercida por USA es beneficiosa para una gran proporción de la población mundial. Es, sin duda, un mejor arreglo que todas las alternativas realistas” (Robert Kagan, The benevolent Empire, p. 68. cit. En: Le Monde Diplomatique, sep. 2002, por Philip Golub).


La conversión de una cosa en su contrario o el proceder por el camino de lo opuesto recibe el nombre de enantiodromia. Otras maneras de expresar la misma noción son: “Todo supuesto bienestar que promete una ideología, se transforma en algún momento en un mal para todos”; “Todo extremo contiene secretamente su opuesto o está directa y esencialmente relacionado con este” (Carl Jung).

Paul Watzlawick señala en su obra, “La realidad inventada”, que: “Lo más probable es que la enantiodromia aparezca cuando una determinada actitud, posición u orientación se asume de forma extrema. Ostensiblemente esta observación se aplica a las realidades engendradas por ideologías, pues en ellas, todo lo que contradice a la ideología se trata como inexistente o se lo reduce a la inexistencia” (pp. 193-194).

Es el caso de las leyes nacionales e internacionales contra el terrorismo que intentan imponer los Estados Unidos, las cuales paradójicamente exacerban la violencia.

Con la excusa de la emergencia y de la seguridad nacional e internacional, se decretan leyes y acciones contra el “terrorismo”, lo cual parece muy lógico y hasta loable. Sin embargo, su consecuencia es que desata olas desmedidas de violencia, las cuales van más allá de lo que se pretende evitar y controlar.

Es claro que es más dañino para todos, el ataque del imperio contra Afganistán e Irak, que todo cuanto en verdad se está evitando. Es esto lo que el imperio trata de negar y de reducir a la inexistencia, a través de una supuesta “legalidad”.

Pero ¿quién elabora las reglas del juego? USA, ¿verdad? Es el imperio quien define qué es legal y qué no. Es el imperio el que también define qué es el terrorismo, asociándolo a una supuesta ilegalidad. De modo que de esta lógica se puede deducir, que todo tipo de violencia no emprendida por el imperio es ilegal, mientras que si es emprendida por este con la excusa del “bien común”, entonces, sí es legal.

El problema es que la violencia en sí misma, lo que ella significa y sus consecuencias son puestas de lado y se resalta lo legal o lo ilegal, lo que se presta a toda clase de abusos y distorsiones que llevan incluso al paroxismo del absurdo al crear una noción de crimen legal o ilegal: “Asesinar al presidente del imperio es ilegal, un crimen horrendo contra la humanidad”; mientras que: “Asesinar a cualquier presidente que no esté de acuerdo con las reglas ¿legales? del juego gringo es legal”.



Ideología= Verdad absoluta

La noción de verdad, problema filosófico trasladado al campo social, ha sido ocasión y justificación de innumerables baños de sangre a lo largo de la historia de la humanidad. En particular, cuando las “verdades” han sido elevadas a la categoría de “verdades absolutas” o “sacrosantas” o cuando supuestamente se emprenden “luchas contra los enemigos de la civilización” y “las fuerzas del mal”, que en la actualidad constituyen lemas de la ideología del imperialismo yanqui.

Fundamentalmente existen tres aspectos de la realidad social que suelen poner en movimiento las grandes masas humanas: la religión, la economía y la política.

Ahora bien, la posibilidad de lograr el movimiento de personas manipuladas masivamente depende de la creación de una ideología, de su grado de difusión y de la creación de un enemigo, que no es otro que aquel que sostiene un punto de vista diferente o adopta una posición crítica, pues se considera como una amenaza aquella parte de la realidad que es negada por la lógica de exclusión que introduce toda ideología.

Toda ideología consiste en la lógica derivada de alguna idea omniabarcante, que nos involucra a todos, como pueden ser: “La paz”, “la libertad”, “la democracia”, “la lucha contra el terrorismo o contra el mal”, “establecer un orden mundial que nos proporcione seguridad”…; y que genera una polarización del tipo: “El bien contra el mal”.

La ideología es construida sobre la base de premisas o axiomas incuestionables, aparentemente derivados de: “Leyes naturales”, “Leyes sociales”, “Leyes históricas”…; a partir de los cuales se deducen otras verdades y acciones, rechazando de este modo la realidad.

Según la enciclopedia Brockhaus, la ideología constituye un sistema de pensamiento, valoraciones y criterios intelectuales esenciales generados por un movimiento, grupo social o cultura específica.

Toda ideología es un sistema de ideas creado artificialmente. Los seres humanos justificamos la creación de ideologías debido a nuestra necesidad de organizar y dar sentido al aparente desorden que constituyen las manifestaciones del Universo; con el fin último de alcanzar la seguridad, el progreso y el bienestar de todos.

Si una ideología es una creación mental, ello significa que existen muchas alternativas de organización y dar sentido al Universo y todo lo que acontece en Él.

El problema, sin embargo, no radica en que se trata de una construcción mental, sino que olvidamos, a nombre de la seguridad, el progreso y el bienestar y/o “emergencias”, que estas son precisamente creaciones mentales y que de entrada, cualquier ideología niega cualquier otro punto de vista alternativo y todo cuestionamiento. Y al hacer esto, ubicamos a la ideología por encima de nosotros y por encima de la realidad, es decir, convertimos a la ideología en una suprarealidad, que usualmente consideramos como un conjunto de explicaciones y soluciones acerca de todo lo que ocurre en una sociedad en particular o, lo que ocurre en cualquier sociedad: “Las convertimos en teorías explicalotodo y solucionalotodo”.

Una ideología resulta ser tanto más convincente cuanto más pueda atribuírsele a su autor una capacidad extraordinaria o una gran genialidad. Pero su genialidad no suele ser tal, sino que el autor de una ideología, por lo regular, suele emplear un reducido número de elementos claves del entorno, que al ser organizados de cierta forma en una teoría, aparentemente explican toda la realidad.

Con el típico sentido común de toda ideología como base, ya que proporciona una explicación y solución aparentemente plausible a todo problema y situación, esta adquiere aún mayor poder de convicción y aceptación al ser mezclada con los supuestos “beneficios” que promete. Sin embargo, su difusión suele depender de la posibilidad de que dicha ideología favorezca los intereses de quienes tengan el poder. Son estos últimos quienes se aseguran de que la teoría pase de la categoría de creación mental a la categoría de verdad absoluta o de carácter sagrado e incuestionable, tal como sucede con las doctrinas religiosas, políticas o económicas.

Así, USA, además de “anunciar” un supuesto beneficio para toda la Humanidad con la adopción de la ideología neoliberalista y el proceso de globalización, ha desplegado una enorme campaña propagandística a favor de estas y cuida celosamente que en ninguna nación del planeta se adopten soluciones económicas alternativas.



La ideología no necesita demostrar su veracidad

“La verdad absoluta es tan obvia que no necesita demostrarse y, por ende, ella se reafirma sin necesidad de ser impuesta” (Paul Watzlawick, Il codino del Barone di Münchhausen, p. 176).

Siendo así, quien cuestiona las “verdades sacrosantas” o las pone en duda, no demuestra más que su vileza y no puede menos que ser considerado un hereje, un mentiroso, un hijo del engaño, un loco o un poseso del diablo que debe ser redimido, convencido o eliminado, por el bien común. Expresiones “todas” que evidencian la superficialidad de las ideologías y la idea perversa del “mal necesario”, que implica tanto el sacrificar a algunos de los miembros de la sociedad por el bien de todos, así como también la imposición “voluntaria” de someterse a ciertas restricciones temporales que implican cierto sacrificio.

Así, en Venezuela, durante los pasados meses de diciembre y enero, la coordinadora democrática, Fedecámaras y CTV, en una alianza impensable y con el único y exclusivo propósito de “sacar a Chávez”, impusieron un “Paro cívico voluntario”. Exigieron al país un “sacrificio”, cuyos líderes no cumplieron: “Que no hubiera Navidad hasta que Chávez “voluntariamente” abandonara la presidencia”.

La idea de la “verdad absoluta” es excluyente, no admite más que “su propia verdad”. Crea, además, la falsa deducción de que aquellos que no están con la doctrina, están contra ella, es decir, quien piensa por su cuenta, automáticamente se convierte en enemigo del “bien”, “bienestar” y “beneficios” que la doctrina trae consigo para todos.

Ejemplo de ello es la doctrina del Emperador George Mala Hierba (Bush traduce maleza, mala hierba). Es muy conocida la afirmación de Mala Hierba: “Quien no está con nosotros, está con los terroristas” (Ignacio Ramonet, Guerras del siglo XXI, p. 69), difundida por todos los falsimedia del mundo, luego de los acontecimientos del 11 se septiembre en territorio estadounidense.

Acorde con la premisa de Mala Hierba, se deduce que un gobierno como el de Chávez debe estar en contra de USA y a favor del terrorismo, ello pese a que el gobierno Bolivariano condenó las acciones terroristas. La razón, amén de otras tantas, para ver a Chávez como enemigo es que él se mostró en desacuerdo con invadir y bombardear Afganistán con el único propósito de capturar a Osama Bin Laden.



La ideología imperialista de USA

Estados Unidos asume una “ideología mesiánica” al decir que es: “el pueblo elegido”, “el pueblo llamado a gobernar el mundo”; y adjudicarse ser el único sistema internacional ideal, razón por la cual desprecia la existencia de un equilibrio de poder nacional e internacional (léase al respecto el capítulo sobre “El nuevo orden mundial”, de Henry Kissinger. La diplomacia).

Como toda ideología mesiánica, la imperialista de USA también se disocia de la realidad y hasta de sí misma y, en su afán por “un mundo mejor”, no hace más que evocar el efecto enantiodrómico de toda actitud extrema, es decir, termina inscribiéndose en una ideología diabólica, que ha pasado a lo largo de su historia por el genocidio de los aborígenes estadounidenses, la esclavitud, la segregación racial y el haberse convertido a nivel mundial en el estado más abanderado del “terrorismo” (Noam Chomsky: “La cultura del terrorismo”).

El mesianismo imperialista estadounidense tiene sus raíces en el siglo XVII, momento histórico en que los protestantes desencadenan un movimiento para devolver al cristianismo su lugar como sucesor del judaísmo; y llega a nuestros días en el liderazgo del emperador Jorge Mala Hierba.

Samir Amin (economista egipcio y Director del “Foro del Tercer Mundo”, celebrado en Dakar) nos relata en su artículo: “La ideología estadounidense”; que un aspecto de la Reforma fue el trabajo de las clases dominantes que condujo a la creación de iglesias nacionales como la luterana y la anglicana, las cuales representaban un compromiso entre la burguesía emergente, la monarquía y los grandes terratenientes para mantener bajo control la presumible amenaza que representaban los pobres y campesinos.

Las sectas protestantes se vieron obligadas a emigrar a Inglaterra en el siglo XVII y allí desarrollaron una peculiar forma de cristianismo, muy distinta a la ideología católica. El genio esencial de la Reforma no era otro que reclamar el Antiguo Testamento, marginado tanto por la iglesia católica como por la ortodoxa al separarse del judaísmo.

Es esta forma particular de protestantismo la que continúa modelando la ideología estadounidense; la misma que facilitó la conquista del nuevo continente al legitimar a través de las Sagradas Escrituras la justificación teórica del genocidio de los aborígenes estadounidenses y la preservación del racismo.

USA no ha hecho más que extender “la misión que Dios le otorgó” como “pueblo elegido” para abarcar el mundo entero. Misión que en la actualidad Jorge Mala Hierba piensa que le fuera encomendada, para cumplir los destinos de su país. Siendo gobernador de Texas, dijo haber recibido la “llamada de Dios” y se ha situado a la cabeza de un poderoso movimiento con matices de fundamentalismo cristiano vinculados al sionismo (William R. Polk: “La verdadera cruzada de Bush”, Aporrea, 27/03/2003).

Para Henry Kissinger no debe existir más que el gobierno ideal mundial de USA, ya que en el orden internacional, la aplicación de la idea del equilibrio de poder conduce por definición al desequilibrio y a la inestabilidad mundial. Ello porque cada uno de los Estados no hará más que favorecer sus propios intereses. Más aún, ni siquiera debe existir dicho equilibrio internamente entre los diferentes poderes, ya que según él, esto a lo único que conduce es a una serie de trabas en lugar de crear un gobierno armonioso.

La ideología imperialista estadounidense, se caracteriza, entre otras cosas, por haber desplazado la idea de que: “el destino del Hombre está unido al destino de la naturaleza”, por la idea de que: “el destino del Hombre está unido al del capital”.

Samir Amin destaca este hecho y nos dice que: “el Estado estadounidense existe exclusivamente para servir a la economía, al capital, al que obedece ciegamente restando toda importancia a las cuestiones sociales”.

Este ciego obedecer al capital sin que exista una protesta social se debe a una ausencia total de consciencia política entre las clases sociales oprimidas y a un escaso repertorio cultural, tanto del hombre común estadounidense como de la mayoría de sus intelectuales, para poder desarrollar un pensamiento independiente, que genere ideas alternativas y más cónsonas con la realidad.

Pero cómo puede existir tal consciencia si, por una parte, la economía capitalista glorificada por Adam Smith se basa en el individualismo egoísta de acciones económicas individuales y, por otra, nunca ha existido en ese país un verdadero partido de los trabajadores que contribuya a desarrollar la consciencia.

Si echamos una mirada a sus sindicatos, hallaremos que estos, además de estar desvinculados de todo partido político que pudiera compartir y expresar sus preocupaciones, también carecen de visión social alguna que los pudiera articular. Los sindicatos estadounidenses suelen inscribirse en la ideología liberal dominante y cuando luchan por algo, lo suelen hacer con una agenda limitada y específica que de ninguna manera cuestiona ese liberalismo (Samir Amin).

La supuesta democracia imperialista, afirma Amin, separa totalmente el manejo de la vida política, a través de la “democracia electoral”, de la vida económica, la cual es regida por las leyes de acumulación del capital. En la práctica dicha separación carece de toda oposición y es un agente efectivo de la destrucción de todo potencial creativo de la democracia política, pues todas las instituciones representativas como el Congreso, los parlamentos…, de manos atadas, no pueden más que arrodillarse y decir amén a los grupos de poder económico y sus decisiones.

Si en USA priva lo económico sobre lo social y si la mayoría de la gente carece de consciencia política, las elecciones en ese país no son más que una mascarada, un fraude contra sus propios pobladores. Al dar sus votos, el pueblo estadounidense no está decidiendo nada, ya que las únicas alternativas son los candidatos que el poder económico patrocina (que es el verdadero gobierno, pero “invisible”) y que van a seguir pie juntillas los caprichos de este.


La combinación de una práctica religiosa dominante y su explotación en un discurso fundamentalista, con ausencia de toda conciencia política entre las clases oprimidas, da al sistema político estadounidense un margen de maniobra sin precedente con el cual puede destruir cualquier impacto potencial de las prácticas democráticas y reducirlas a simples rituales benignos (la política como entretenimiento, los actos de inauguración de campaña con porristas,etcétera)(Samir Amin).



No obstante, nos advierte Samir Amin, no nos dejemos engañar. No creamos que la ideología fundamentalista es la única que ocupa el mando e impone toda su lógica.

Esta más bien sirve de justificación a los propósitos del capital. Recordemos que el capital fue superpuesto al destino del Hombre y que es el dinero quien rige su destino. Es desde esta lógica que se toman todas las decisiones.



El imperio es perfecto

La perfección no es posible debido a múltiples razones. Además del factor humano y la continua transformación del mundo, la misma búsqueda de la perfección produce inarmonía y contradicciones insuperables.

¡Dime de que te ufanas y te diré de qué careces! El imperio se ufana de ser el gobierno más perfecto del mundo y, en efecto, en los hechos no sólo son apreciables sus incontables errores, sino también la gran cantidad de atrocidades en que se desenvuelve, atentando contra la paz, la seguridad, la libertad y la salud física y mental de los habitantes de este planeta.

Al decir el imperio que su ideología y sus acciones son perfectas, lo que está tratando de hacer es encubrir sus propios desastres. Teóricamente: “si es perfecto, es inatacable”. Pero el sol no se puede tapar con un dedo.

Para el imperio si algo sale mal hay que buscar las causas fuera de su ideología y sus acciones, de allí que venga haciendo una serie de acusaciones contra revoluciones, gobiernos… cada vez más dudosas, como las hechas contra Bolivia y Venezuela.

La paranoia es normal en toda ideología mesiánica. De allí, que el emperador Mala Hierba no haga más que inventar “Guerras Preventivas”, “Medidas cada vez más extremas de seguridad”…; buscar apoyo en la comunidad internacional y presionar con leyes: “Antiterroristas”, “Antidrogas”, “Anti…”, “Anti…”.

No hay creatividad, no existen alternativas en las ideologías y, por ende, los problemas siempre se resuelven con la misma estrategia y si no da resultado se debe a que hay saboteadores internos y externos o porque no se ha aplicado la solución con suficiente intensidad: “Si no hemos acabado con el terrorismo bombardeando Irak, es porque no hemos arrojado suficientes bombas inteligentes”.

De allí que Mala Hierba haya desatado una guerra paranoica contra sus enemigos alucinados y reales, haga purgas a diestra y siniestra y, mantenga un gobierno secreto, cuyas decisiones y acciones deben ser desconocidas por el Congreso de USA y el pueblo estadounidense: “La traición y oscuras maniobras están por doquier”, por eso el imperio decidió suspender las garantías constitucionales.

Para Mala Hierba existen hipotéticos conjuros por doquier, de los que hay que defenderse. Pero eso sólo son estrategias para encubrir la torta que están poniendo a nivel nacional e internacional y para justificar todas las deficiencias y contradicciones de la ideología imperialista.

Pero así como aquel que disiente de una ideología no tiene posibilidad de escoger, tampoco la tienen sus creadores y seguidores. De hecho quien quiere hacer feliz a todo el mundo, no tiene alternativa: “él es el cirujano que entierra el bisturí sanador. No desea la violencia, más la realidad, que él mismo ha inventado, le impone el uso de la violencia, prácticamente a disgusto suyo” (Watzlawick, Il codino del Barone di Münchhausen, p. 176).

Conservando el espíritu de lo que escribe Watzlawick y si nos ponemos en los zapatos de Mala Hierba, que ha emprendido una cruzada mundial contra el mal, resulta que desde su lógica, haber masacrado al pueblo de Irak para liberarlo del tirano, no es más que un acto amoroso hacia su población y hacia la Humanidad.

“El verdadero ideólogo que quiere convertir su doctrina en un pensamiento absoluto y eterno, está sujeto a la necesidad de extinguir totalmente, eliminar, anular, toda opinión que la contradiga. Se debe incluso combatir el rechazo pasivo y para ello no es suficiente la prohibición, el desprecio, el repudio o el exilio, porque estos comportamientos reconocen implícitamente aquello que combaten” (Ibidem, p. 177).



Mientras nosotros hacemos esta reflexión, en alguna parte de la Casa Negra, el emperador Mala Hierba y Colin, mantienen la siguiente conversación:



-“Es claro, muy claro. Estamos rodeados de enemigos que nos envidian. Llenos de pura maldad intentan imponer el terrorismo y causar pánico. Nadie debe saber lo que hacemos… Se podría filtrar información sobre nuestros planes de seguridad. Por ello he escogido a personas de mi máxima confianza, a quienes tengo muy bien vigilados. Es claro que uno no sabe cuándo se pasan al enemigo.

He tomado la dolorosa decisión de suspender las garantías en USA, porque hay enemigos en todas partes. Es por el bien de todos.

Dios me ha encargado la pesada tarea de gobernar el mundo. Tarea que asumo con mucha responsabilidad. Consciente de mi responsabilidad he dicho a mis subordinados que debemos militarizar Latinoamérica.

Ha habido errores que no deben repetirse y que están en el alma de esos bárbaros latinoamericanos. Hay que poner orden allí. Hay que convertir a esos herejes. De allí que intentaremos lograr el control total de la región y militarizar los conflictos internos.

Sí, enfrentamos amenazas de todo tipo, ¿verdad, Colin?”

-“Sí, Señor Presidente. Todo es seguridad”.

-“Seguridad, ¡Qué hermosa palabra! Sí, hay que liberarse de los pobres, son una amenaza”.

-“Y de los sidosos, Señor Presidente”.

-“También de las mujeres debemos liberarnos Colin. Son una amenaza”.

-“Por eso es que Usted siempre dice que su mujer está allá en la casa barriendo”.

-¡Calla! ¿Estás loco? ¿Qué van a decir si te oyen?


(*) Psicólogo clínico





Esta nota ha sido leída aproximadamente 5935 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas