Victoria de la libertad

El humanismo del presidente Chávez ha tenido una justa compensación con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo por las FARC-EP, la organización guerrillera de larga data cuya percepción oscila entre la leyenda y la satanización. El mundo presenció expectante el pulso que echaban Álvaro Uribe, caudillo derechista con un cerebro agudo y un bloque de hielo en el corazón, y el apasionado líder de la Revolución Bolivariana, quien, como en todo lo que emprende, puso íntegro el caudal de su generosidad en el logro de la Operación Emmanuel.

El colombiano, ducho en la urdimbre política de pequeñas puntadas, hizo todo por reventar cada iniciativa procurando coartadas que ocultaran su designio. El vuelo de las acciones que al alimón adelantaban nuestro presidente y la senadora Piedad Córdoba, con visos de éxito inmediato y promisorio en la perspectiva de la paz, sueño del pueblo hermano, era demasiado para los nervios de don Álvaro y la tolerancia imperial. Semejante triunfo para quien ha echado a andar de nuevo la revolución y para una disidente con aliento gaitanista, ¡jamás! la circunstancia de una llamada telefónica, inocua pero tal vez imprudente dada la característica del interlocutor, facilitó el corte, realizado sin miramiento alguno, pese al acuerdo de previo examen de situaciones problemáticas y sin consideración a lo que parecía una relación de amistad cuidadosamente forjada.

En el siguiente avance, recuperada la acción de los negociadores por la amorosa insistencia de los familiares, el grave error de la guerrilla en lo relativo al niño volvió a darle cartas fuertes a Uribe. Pero cuando se estimaba que éste había logrado dar al traste con la operación, de nuevo la fe de los familiares y la condición bolivariana de Chávez, capaz de afrontar las dificultades y levantarse de las caídas, produjo esa magnífica victoria de la libertad. Albricias y respeto a las valientes y admirables damas.

Las personas de buena voluntad del mundo celebran este desenlace, que da origen a dos posibilidades en torno a cada una de las cuales se alinean las opiniones. Por una parte, las de quienes piensan, tal vez atendiendo a sus sentimientos generosos, que la presión internacional lógicamente resultante de ese desenlace persuadirá al presidente Uribe a iniciar serias negociaciones de paz, lo cual implicaría la aceptación de cuanta ayuda efectiva sea dable, independientemente de su procedencia, y podría iniciarse con la excarcelación de un grupo de prisioneros; y por otra, las de quienes sostienen sobre la base del realismo histórico que eso no puede ocurrir, ni aunque el líder colombiano lo deseare y aun cuando él procurará dar esa impresión, porque la feroz oligarquía que hundió y mantiene en la guerra al país de Nariño y García Márquez se opone, y porque quien baraja y da las cartas, marcadas por cierto, tiene sus enormes posaderas asentadas en el Norte. Soy partidario del segundo juicio, y juro que jamás como en la presente ocasión he querido estar equivocado.

Este triunfo de la libertad y del amor es un regalo espléndido para los revolucionarios y las multitudes de Venezuela, un modo de iniciar con auspicios dorados el Congreso del PSUV. Al cual saludamos desde estas modestas líneas y a cuyos delegados queremos recordar el tremendo compromiso que pesa sobre ellos. De inicio, aplicarse las tres erres izquierdas del Presidente, a fin de contribuir a aplicarlas con eficacia máxima a la militancia revolucionaria, al cuerpo del Estado, que debe acelerar su transformación en un órgano democrático y social de derecho y de justicia, y a todos los interesados en la construcción de la nueva sociedad a que aspira nuestro pueblo.

La cual continuará naciendo de sus manos bajo la guía certera e incansable de Hugo Chávez.


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Freddy J. Melo


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