Desarrollo Endógeno y la Participación Ciudadana

Recientemente ha cobrado interés en algunos sectores de la sociedad venezolana la discusión y puesta en marcha de proyectos definidos dentro del marco del Desarrollo Endógeno. La formulación de Núcleos de Desarrollo Endógeno, la creación de las Zonas Especiales de Desarrollo Económico Sustentable (ZEDES) y, finalmente, la realización del I taller para la formulación del Plan de Desarrollo Endógeno en Tecnología de la Información y Comunicación para Mérida nos plantean inevitablemente la tarea de entender el significado del desarrollo endógeno y los modos de realizarlo en particular en la región merideña, pero más aún poder identificar sus bondades y peligros.

Desarrollo Endógeno:
Antes de plantear una definición provisional del desarrollo endógeno es pertinente señalar que no constituye un modelo de desarrollo con los fundamentos teóricos claramente establecidos, aspecto propio quizás de la naturaleza dinámica de los procesos humanos. El desarrollo endógeno (DE) se corresponde más a un conjunto de características que por contraste revelan las debilidades de procesos de desarrollo intentados en ámbitos específicos. De este modo, el DE se caracteriza por la decisión local de las opciones de desarrollo, el control local sobre estos procesos y la retención de los beneficios del desarrollo en la misma localidad.
Esta caracterización plantea claramente el “enemigo” frente al cual el DE emerge. Ese enemigo está definido por las imposiciones de actividades de desarrollo por parte de agentes externos o ajenos a las localidades. Obviamente, esto nos obliga a definir lo ajeno a un núcleo de desarrollo endógeno. Una primera aproximación, quizás útil para entender el marco dentro del cual el DE se da en Venezuela, lo constituye el asumir que los agentes externos que se busca regular son los referidos a la denominada inversión extranjera, o en general, a las iniciativas que por su naturaleza excluyen la participación de las localidades en la evaluación de alternativas y la posterior toma de decisiones.
El DE puede entonces siguiendo a Pacheco (2003) definirse como: “Generación de desarrollo apoyado en la creación de tejidos (cadenas interdependientes) de producción y consumo, que basados en las potencialidades del territorio y en el manejo interno de la tecnología, produce bucles de acumulación por dentro cada vez mayores en los distintos eslabones de cada cadena, produciendo así el incremento sostenido de capitales sedentarios”.
El desarrollo es entendido como “el incremento sostenido de la producción social, corrección de desigualdades y sustentabilidad ecológica”.
Aún cuando la definición parece privilegiar la dimensión económica es importante rescatar lo que se entiende por producción social. Por producción social se refiere a todo lo que el ser humano, individual y colectivamente, produce en su entorno geográfico y humano. Con ello, el proceso de desarrollo adquiere la connotación del despliegue de las capacidades del hombre en su entorno. Un despliegue que está caracterizado por la búsqueda de una armonía con lo otro (el denominado medio ambiente) y con los otros seres humanos que están involucrados en la producción social.
Esta vinculación entre el desarrollo y el espacio en el cual el ocurre, se planifica o se espera, claramente revela que las potencialidades de una región están definidas no sólo por la vocación de sus tierras y recursos naturales. Se trata además del modo como se ha manifestado la huella del hombre en ese espacio.
A nuestro entender, el proceso entonces va mucho más allá de la creación de un modelo productivo intermedio que articule la acción de las comunidades organizadas en unidades productivas con los agentes dinamizadores para conformar núcleos de desarrollo adecuadamente ubicados en el territorio, a fin de lograr una distribución equilibrada de las actividades productivas, las inversiones y la población. Implica poder articular la dimensión social, política por encima de los dictados de lo económico. Esto sólo será posible si se logra consolidar aquellos tres aspectos que idealizan al DE: a) Decisión local sobre las potencialidades a cultivar; b) Control local del Desarrollo; c) Retención de los beneficios para las localidades.
Participación Ciudadana:
La necesidad de desarrollar capacidades de influencia en la definición de las políticas de estado para el desarrollo, de articular las potencialidades de acuerdo con la fortaleza de las redes de producción social (incluyendo lo económico) implica que es necesario una vocación ciudadana definida en términos del reconocimiento de la pluralidad, la solidaridad y la corresponsabilidad en la definición, conducción y evaluación de lo que denominamos desarrollo. Más aún, exige el esfuerzo por sostener la cultura, entendida en su dimensión más amplia y abarcante, como aquello en lo cual la acción del hombre cobra sentido. De este modo, es evidente que sólo a través, de un proceso de maduración social será posible alcanzar los niveles de inclusión, sostenibilidad ecológica y la dignidad del hombre.
El reto
La pregunta más urgente que corresponde hacerse en este momento en el marco de la iniciativa del Plan de Desarrollo Endógeno para Mérida es ¿Hasta dónde la sociedad merideña está empeñada en aprovechar las potencialidades que le ofrece un cierto desarrollo en el área de la tecnología de la información y la comunicación? Si la respuesta a está pregunta no se formula y detalla en términos de ayudar a la articulación de una sociedad más justa, culta en el sentido de cuidar y celebrar los valores propios de lo merideño entonces habremos perdido la oportunidad de desplegar las potencialidades de lo andino más allá de la ventaja comparativa del desarrollo tecnológico. La responsabilidad de esta tarea recae sobre la ciudadanía merideña en general. Es allí donde mediremos hasta dónde podemos asumir nosotros de manera responsable el despliegue de nuestras potencialidades.





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