Rupturas y secuencias

Otras reflexiones necesarias sobre el 2-D

La victoria obtenida por la contrarrevolución en el referéndum del 2 de diciembre ha impulsado en las filas revolucionarias venezolanas la necesidad de explicarse sus causas y, al mismo tiempo, producir cambios en la manera como se ha conducido hasta el presente el proceso revolucionario bolivariano. Tal iniciativa permite, quizás por primera vez, que este proceso pueda adecuarse a la experiencia de la democracia participativa y protagónica como expresión fidedigna de la conciencia política alcanzada en los últimos años por los sectores populares, quienes representan la principal base de sustentación del liderazgo de Hugo Chávez y de sus propuestas socialistas. Y esto es algo que debe destacarse en primer lugar, ya que existe un fuerte vínculo emocional entre Chávez y las masas populares, lo que pocas veces tiene igual correspondencia entre éstas y sus inmediatos colaboradores, sea en el gobierno, sea en la dirección de los partidos políticos que lo apoyan, de modo que se requiere trascenderlo para que se haga conciencia plenamente revolucionaria y política para que puedan expandirse y consolidarse los logros políticos, sociales y económicos que supondrían la antesala de la puesta en práctica del socialismo.

Pero, como lo indicara Juan Carlos Monedero en artículo publicado recientemente, “una parte importante de la derrota deben atribuírsela todos aquellos que han presentado la discrepancia como abandono de la revolución, traición o debilidad. Complétese el escenario con un creciente descontento ante la deriva burocrática de la revolución bolivariana, con sus correlatos de autoritarismo, corrupción, clientelismo e ineficiencia económica y administrativa. Un exceso de cuartorrepublicanismo enmascarado bajo boina roja ha venido utilizando espacios de poder -en el gobierno, en la administración, en el PSUV, en empresas públicas o cobijados políticamente- para repetir los abusos que llevaron a Chávez al poder en 1998 y cuya promesa de erradicación forma parte aún del fuerte apoyo que posee”. Todo esto busca minimizarse, ya que admitirlo sería plantearse el relevo de la actual dirigencia por una vanguardia verdaderamente revolucionaria y más afín a las expectativas populares. Esto trasluciría, además, la necesidad de definir ideológicamente la revolución bolivariana, toda vez que el cambio estructural sigue sin planearse seriamente, modificando radicalmente las estructuras sobre las cuales se sostiene el Estado venezolano vigente, más adecuado al sistema de democracia representativa que al de una democracia participativa y protagónica, como la exigida por el pueblo de Venezuela desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado. En general, el proceso revolucionario bolivariano tiene que redelinearse, partiendo de una autocrítica que no eluda ningún aspecto, incluidas las iniciativas del mismo Chávez, en un ejercicio dialéctico mediante el cual se determinen las fortalezas y debilidades internas, lo cual -a la larga- permitirá la consolidación definitiva del proceso revolucionario bolivariano y la superación de la transición en que se halla actualmente.

Un aspecto importante que debe abordarse desde las entrañas del proceso bolivariano es la influencia -positiva o negativa- en el avance de procesos similares en nuestra América, entender que no solamente es resolver los problemas internos y menos de acaparar todas las instancias de poder sin que haya, en proporción, una revolución en todo que le permita a los pueblos americanos trazarse un camino de emancipación integral, tal como se proyecta en la Patria chica de Bolívar. De ahí a la comprensión de lo que significa el antiimperialismo y la lucha asimétrica que se sostiene con la clase dirigente de los Estados Unidos del norte de América, habría un paso, enarbolando las mismas banderas bolivarianas que ondearon en el siglo XIX y que tienen plena vigencia, más allá de los acuerdos políticos o económicos que se acostumbran entre los gobiernos. Tal cosa debe acentuarse, a medida que se vean claramente las graves amenazas que penden sobre nuestros pueblos de parte del imperialismo gringo. En esa misma medida, podrá asimilarse que una revolución auténtica siempre tendrá como su enemigo principal a Estados Unidos; de lo contrario, se corre el riesgo de sucumbir y de caer en sus trampas, forzando situaciones de dependencia que no comparten los pueblos de nuestro Continente.

Por ello, la búsqueda de respuestas ante la derrota electoral del 2-D obliga a organizar una revolución dentro de la revolución, pero esta vez de manera efectiva y no meramente discursiva, abriéndole espacios de participación y de protagonismo a las masas populares, puesto que las tentativas opositoras por sacar a Chávez del poder no han mermado ni un centímetro, sino que buscan incrementarse en la confianza que ya perdió el apoyo mayoritario del pueblo venezolano. En consecuencia, la prepotencia, el sectarismo, la corrupción y el pragmatismo exhibidos por la actual dirigencia deben dar paso al ejercicio de la democracia participativa y protagónica, la discusión ideológica, la austeridad socialista y la eficiencia administrativa de quienes ocupan cargos gubernamentales y de responsabilidad política. Estos son parte de los objetivos prioritarios a asumirse, haciendo posible la revolución socialista en Venezuela.-

¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!

¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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